Por: Paula Fernández Cubillos.
En lo profundo de la selva amazónica, donde los sonidos de la naturaleza componen una sinfonía constante, una planta ha sido esencial en la vida de las comunidades indígenas por siglos. Se trata de la ayahuasca, una bebida sagrada considerada no solo como medicina, sino también como herramienta de conexión espiritual y sanación.
La ayahuasca es una mezcla de la liana Banisteriopsis caapi y las hojas de la chacruna Psychotria viridis, que ha sido usada por tribus como los Shipibo, Huni Kuin, y Shuar durante generaciones. Para estos pueblos, el consumo de esta bebida va más allá de lo recreativo: es un camino hacia el mundo de los espíritus. Los chamanes, quienes guían las ceremonias, afirman recibir visiones que les permiten diagnosticar enfermedades, resolver conflictos e incluso sanar traumas profundos.
‘La Maima’ –una mujer que conoce y dirige rituales con esta planta, pero prefiere proteger su identidad usando este pseudónimo– explicó en una entrevista: “Estas preparaciones se realizan con la cocción de los bejucos de las plantas, mezclados con otros componentes que varían dependiendo del país y la cultura. La cocción de este bejuco puede durar incluso días y se bebe a modo de infusión. A través de la toma, se puede ayudar a curar adicciones, depresiones, drogas y; traumas de infancia”.
La importancia de la ayahuasca en la vida de estas comunidades no se limita a su consumo personal, sino que forma parte de una cosmovisión holística donde lo visible y lo invisible se entrelazan para la trascendencia.
A medida que se profundiza en el poder transformador de la ayahuasca, se revela su capacidad para abrir puertas hacia lo sagrado y lo espiritual. No es solo una planta que induce alteraciones en la percepción, sino un medio de conexión con lo divino y lo trascendental. Como señala la médica cirujana especializada en terapia alternativa con enteógenos Camila Rodríguez Rivadeneira, la ayahuasca es considerada un enteógeno debido a su extraordinaria facultad para generar estados alterados de conciencia, lo que permite a los curanderos acceder a conocimientos superiores, indispensables para diagnosticar y tratar no solo enfermedades físicas o mentales, sino también cuestiones emocionales, espirituales y energéticas.
En este sentido, la advertencia de la médica toxicóloga María Paula García es clave: “No es para todo el mundo”. A medida que crece la popularidad de la ayahuasca, más personas se sienten atraídas por sus supuestos beneficios, impulsadas por relatos de quienes han vivido experiencias transformadoras. Sin embargo, este “voz a voz” puede generar expectativas poco realistas, ya que, como menciona García, los efectos varían según el individuo, y lo que funciona bien para unos puede no tener el mismo impacto para otros.
Este reconocimiento de la subjetividad de la experiencia con la ayahuasca permite entender la complejidad de lo que esta planta realmente representa. En palabras del presidente de la Asociación colombiana de Sociedades Científicas, Carlos Francisco Fernández, “fusión de magia y curación: esto es una fracción de lo que emana la planta”. La ayahuasca no es solo un vehículo para alcanzar estados alterados de conciencia ni una herramienta exclusivamente medicinal; es, de alguna manera, un espacio donde lo místico se encuentra con lo terapéutico.
Entre la selva y lo divino: el legado sagrado de la ayahuasca en las tribus Amazónicas
La ayahuasca, en su profundo vínculo con la naturaleza y la espiritualidad, no solo es un remedio medicinal, sino un puente hacia lo divino, un elemento central en las prácticas de las tribus amazónicas.
Su uso ha sido transmitido por generaciones como parte de un legado sagrado, donde la planta no solo sirve para sanar, sino para conectarse con dimensiones cósmicas y espirituales. En este contexto, la ayahuasca trasciende cualquier esquema racional o científico, ubicándose en un plano profundamente subjetivo y espiritual.
Como afirma el presidente de la Asociación Colombiana de las Sociedades Científicas, “es un animal salvaje que se doma a punta de sabiduría ancestral y popular, porque reta el raciocinio y exige un balance entre lo científico, lo histórico, lo cultural, lo natural y lo mágico”. Este complejo entramado de sabiduría ancestral, ciencia y misticismo es lo que ha convertido a la ayahuasca en un ritual profundamente reverenciado en las tribus amazónicas, donde la selva misma se convierte en un templo y la planta en el vehículo hacia lo trascendental.
Como medicina ancestral con la capacidad de curar tanto el cuerpo como el alma, los chamanes dicen recibir visiones y mensajes de los ancestros y, del espíritu de la selva misma, a través de las experiencias psicodélicas inducidas por la bebida. Estas visiones guían a los curanderos en sus prácticas y les permiten comprender enfermedades, desequilibrios emocionales e incluso conflictos comunitarios. Su consumo está estrechamente vinculado con rituales de sanación, adivinación y comunión con lo sagrado.
El dilema de la ayahuasca: entre el tabú ancestral y la búsqueda moderna
En las últimas décadas, la ayahuasca ha ganado popularidad fuera de la Amazonía, atrayendo a curiosos y buscadores espirituales de todo el mundo. Sin embargo, este auge ha traído consigo desafíos legales y sociales. En países como Brasil y Perú, la ayahuasca es legal en contextos ceremoniales, especialmente dentro de organizaciones religiosas como el Santo Daime o la Unión del Vegetal. En contraste, en muchos otros países su uso está regulado o prohibido debido a la presencia de DMT, una sustancia alucinógena controlada.
La médica especializada en toxicología de la FUCS (Fundación Hospital Infantil Universitario de San José) María Paula García sostiene que: “Hasta ahora se está generando un debate alrededor de la ayahuasca, porque estas son sustancias que estaban, por decirlo coloquialmente, “satanizadas”. Utilizarlas era, o sigue siendo para algunas personas, un tabú porque, lo único que se sabe es que son malas, que son drogas”.
El yagé contiene una sustancia llamada DMT, un compuesto natural psicoactivo que se encuentra en cantidades variables en animales, alimentos e incluso en el cerebro humano. Sin embargo, su ingesta puede producir visiones, alucinaciones ópticas y aumento de la sensibilidad sonora, así como percepciones distorsionadas más profundas.
Por esta razón, es un alcaloide fiscalizado por el Convenio sobre sustancias psicotrópicas. Este, es un tratado internacional de la Organización de las Naciones Unidas, firmado en 1971 para establecer control en el consumo de drogas. Pese a que la situación legal de la ayahuasca varía dependiendo el país, aún existe un vacío legal en la normativa internacional.
El dilema legal de la DMT (dimetiltriptamina) es un tema complejo a nivel mundial, ya que su estatus varía significativamente entre países. Este potente alucinógeno presente en varias plantas y utilizada en rituales tradicionales, está clasificada como una droga de Clase I en muchas naciones, lo que significa que su producción, distribución y posesión están estrictamente prohibidas.
Sin embargo, en algunas culturas indígenas, su uso es legal y se considera parte de prácticas espirituales legítimas, como en el caso de la ayahuasca. Cabe destacar que su consumo también varía dependiendo de la zona.
Esta dualidad ha generado un debate continuo sobre la necesidad de regular su uso terapéutico y religioso. A medida que crece el interés por su potencial terapéutico, aumenta la presión para reconsiderar su clasificación legal y explorar marcos regulatorios que permitan su uso controlado y seguro en entornos médicos y rituales.
Camino hacia la trascendencia o peligro
A la ilegalidad de su consumo en algunos lugares se suman los casos reportados por los medios de comunicación de muertes de extranjeros ocurridas durante o después de la ingesta de la planta, como el caso de una mujer estadounidense de 73 años, quien murió el 08 de febrero de este año 2024 en el Valle de Aburrá, Antioquia.
Por esta razón, la toxicóloga García aclara la cuestión de su dosificación: “Lo que se ha visto es que las dosis usuales son seguras, y para llegar a efectos adversos graves o mortales hay que utilizar dosis 50 veces mayores que las habituales”.
También señala que, la planta y su preparación no tiene efectos graves, pero cuando se mezcla con sustancias como la nicotina, pueden generar efectos más dañinos. Además, resalta la importancia de realizar este ritual con personas certificadas que conozcan la ayahuasca y brinden seguridad al guiar la práctica.
En una de las investigaciones más recientes sobre el tema, realizada en Quito (Ecuador) en 2021 y 2022, titulada Psiconáutica y terapéutica: representaciones sociales sobre el uso de ayahuasca,se presenta una guía sobre el consumo responsable de la planta y se explora la relación entre el uso de la ayahuasca y la sanación.
“Hay creciente evidencia científica que le atribuye a ser un brebaje fisiológicamente seguro, sin riesgo sustancial de dependencia y, por el contrario, beneficioso para la salud. Por medio de cuestionarios, pude comprobar la salud previa y posterior al consumo del brebaje en un entorno ceremonial. Recopilé varios testimonios y generé un protocolo de manejo terapéutico con el fin de optimizar tanto los resultados beneficiosos, como los posibles riesgos asociados a su uso”, explicó Rodríguez Rivadeneira.
Además, se sugiere la integridad de campos, como la clave para garantizar el bienestar de quienes sean parte de las ceremonias.
“Como es indispensable tomar en cuenta los posibles riesgos, las contraindicaciones, las situaciones adversas que podrían presentarse al consumir ayahuasca, es importante tener un equipo multidisciplinar conformado no solamente por los guías que van a acompañar en la ceremonia, sino también por un médico, un enfermero, un psicólogo, el curandero tradicional y un guía espiritual. De esta manera, se puede garantizar la seguridad y regulación de la toma”.
La falta de regulación en algunos países ha llevado a que existan ceremonias fuera del marco tradicional, lo que aumenta el riesgo de que las experiencias no sean seguras ni guiadas adecuadamente. Por esta razón y con el fin de garantizar estas prácticas, surge un movimiento llamado “psiconauta”.
Psiconáutica y enteógenos en Colombia: un camino hacia el bienestar
En Colombia, el uso de enteógenos como la ayahuasca, el yagé, el San Pedro y los hongos psilocibios ha crecido dentro de ciertos movimientos psiconáuticos, que promueven el uso consciente de estas sustancias para la exploración personal y la sanación de traumas. Estos grupos defienden el consumo responsable y bajo la guía de facilitadores experimentados para evitar riesgos.
La doctora Rodríguez Rivadeneira explicó que, “La psiconáutica busca promover la autoconsciencia a través de la exploración de la psique en estados alternos de consciencia, como medio para generar cambios en el individuo con el fin de promover la salud integral. Los psiquedélicos son una herramienta que nos permite aliviar síntomas relacionados con estados patológicos, que catalizan aprendizajes duraderos en el individuo que se encuentra adecuadamente enfocado en su proceso personal”.
La psiconáutica en Colombia, al igual que en muchos países de América Latina, está relacionada con el uso de sustancias psicoactivas para la exploración de la mente y la conciencia. En Colombia, el interés por estas prácticas ha crecido, influenciado tanto por el uso tradicional de plantas enteógenas en comunidades indígenas como por el auge de la investigación científica sobre sustancias psicodélicas en el mundo.
En la actualidad, existe un creciente interés por parte de personas no indígenas en Colombia por participar en ceremonias y rituales con yagé, guiadas por chamanes o facilitadores. Este fenómeno ha generado un turismo espiritual que atrae tanto a nacionales como extranjeros, en busca de experiencias transformadoras.
Sin embargo, el uso de sustancias psicodélicas en contextos urbanos y recreativos también ha ganado terreno, impulsado por la búsqueda de expansión de la conciencia y el tratamiento de problemas psicológicos como la depresión y el trauma. Esto ha generado debates sobre la regulación y los riesgos asociados al uso inadecuado de estas sustancias.
Aunque la investigación científica sobre la psiconáutica en Colombia, hasta ahora está empezando, se reconoce su potencial terapéutico. En otras partes del mundo, como en Estados Unidos y Europa, hay estudios prometedores sobre el uso de sustancias como la psilocibina y el MDMA para tratar trastornos mentales, lo que ha despertado el interés en el país por su posible implementación en el campo de la salud mental.
A medida que crece el diálogo sobre la psiconáutica y su relación con la medicina y la espiritualidad, continúa la encrucijada entre la tradición indígena y la modernidad en la exploración de la mente, que se teje con hilos de espiritualidad, ciencia y tradición.
Al final del viaje, cuando el efecto de la ayahuasca se disipa y las visiones se apagan, queda una profunda reflexión sobre la intersección de dos mundos: la ciencia y la medicina ancestral. Los riesgos y los beneficios se entrelazan en un delicado equilibrio que solo puede mantenerse con una guía cuidadosa y respetuosa.
La verdadera sanación se encuentra en el punto de encuentro entre el conocimiento científico y la sabiduría ancestral, donde la experiencia de los chamanes se complementa con el rigor de la investigación moderna. Es en esta danza entre lo antiguo y lo nuevo, entre lo espiritual y lo racional, donde la ayahuasca revela su verdadero potencial, despojándose de misticismos y peligros para convertirse en una herramienta poderosa de autoconocimiento y transformación, siempre y cuando se honre la tradición y se camine con el cuidado que requiere.
Para más información de Rizoma:
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