Por: Andrea Parra y Laura Londoño
¿El aborto es un asesinato? ¿Desde cuándo se considera que empieza la existencia humana? ¿Un feto es un ser humano? ¿El feto siente dolor? ¿Cuáles son las consecuencias en salud pública, de la despenalización?
Conversamos con Paula Forero, integrante del colectivo feminista Polifonía de la Universidad Javeriana y Aixa Dea García activista por la interrupción voluntaria del embarazo, una argentina que reside actualmente en España, comunicadora social con perspectiva de género.
Vivimos en una sociedad cargada de prejuicios y valores morales sustentados comúnmente en la religión, éstos pasan por encima de los derechos humanos coartando las libertades individuales. En este sentido, el aborto no se salva de ser criminalizado y entendido como un pecado imperdonable, sin tener en cuenta las particularidades que llevan a cada mujer a interrumpir voluntariamente su embarazo, y la falta de garantías de acceso a la salud de las mujeres.
Durante la conversación en el programa, se discutieron algunas ideas del sentido común que rondan en la esfera pública alrededor del aborto, por ejemplo, del dolor que siente – o no – el feto cuando se practica el aborto y las posturas científicas y médicas sobre este.
Otros temas que se vinculan a la discusión, son el juicio social a la mujer que se practica un aborto, y entender al aborto como un problema de salud pública que requiere de atención segura para las mujeres.
Finalmente, discutimos la necesidad de una educación sexual pertinente, más allá de la moralización del cuerpo; también de la información y acceso a métodos anticonceptivos, sobre los que todavía existe un extenso tabú; siguiendo la consigna de la Campaña Nacional por el Aborto en Argentina y que se replica en toda latinoamérica: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”
En lo concreto la discusión no puede seguir girando en torno a si el aborto debe existir o no, sino de la importancia de su legalidad con respecto a los riesgos que conlleva mantenerlo en la clandestinidad.
Las mujeres se siguen practicando abortos en lugares insalubres, poniendo su vida en riesgo y sufriendo de malos tratos. El estar en contra del aborto, no indica que las mujeres dejarán de practicarlo, el estar a favor tampoco significa que todas las mujeres se lo practicarán, pues no sería obligatorio sino legal.
Según estudios del instituto Guttmacher de Nueva York, en Colombia hasta el 2011 se practicaron 400.000 abortos de los cuales sólo 3.400 se hicieron de forma legal, es decir, los abortos legales no llegan a ser el 1%. Cada año mueren aproximadamente 70 mujeres por procedimientos clandestinos e inseguros, y se registran unos 911.897 embarazos no deseados.
Dadas estas condiciones, parece que NO es suficiente la legalización del aborto en las tres causales que ampara la constitución política de Colombia: 1. Cuando existe peligro para la salud física o mental de la mujer, 2. Cuando el feto tiene malformaciones, y 3. Cuando la mujer es violada.
Hay muchas situaciones adversas que pueden suceder, para que la mujer decida interrumpir su embarazo, es importante que la sociedad reconozca, respete y comprenda que las decisiones sobre el cuerpo son propias y autónomas, también que el problema del aborto clandestino cobra muchas vidas de mujeres y esto lo constituye en un problema de salud pública que no se puede resolver desde el argumento moral o religioso, sino que requiere de un estado garante de derechos.