El bus de la discriminación, es el titular del editorial de El Espectador que menciona y cuestiona hechos de violencia sucedidos en contra de un concejal y sus mensajes discriminatorios. Es decir: ante lo cuestionable, la respuesta se dió con otros hechos cuestionables.
El asunto es el siguiente: el Movimiento Nacional por la Familia, CitizenGO y, dice el editorial, el siempre consistente en sus prejuicios concejal bogotano Marco Fidel Ramírez, apoyan una campaña iniciada en España con la organización Hazte Oír, que tienen un propósito claro: desvirtuar la ideología de género, ese monstruo quijotesco que se han inventado quienes no están dispuestos a dar debates de altura sobre los prejuicios que tanto abundan en la sociedad. Dice textual el editorial.
El bus origina tiene avisos como: los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. El bus en Bogotá dice: los niños nacen siendo niños y las niñas nacen siendo niñas, y agrega que es biología no ideología.
Y es ahí en donde se centra la discriminación en contra de quienes, naciendo niños quieren ser niñas, o viceversa. En síntesis: discrimina a la comunidad LGBT.
Pero el centro del tema, radica en quienes se niegan a aceptar esas expresiones de por sí, erradas, pero lo hacen a través de la violencia. La democracia necesita que todas las personas puedan a dar a conocer sus opiniones, incluso si son agresivas hacia otros grupos poblacionales. Esta afirmación surge porque según el mismo editorial, vimos cómo algunos manifestantes lanzaron pintura contra el concejal, el bus y los policías que lo estaban custodiando.
Enfatiza: Ambas son reacciones inadecuadas que sólo distraen el debate de fondo. Y si. Con mucha frecuencia respondemos a la violencia con violencia, lo que da como resultado, un cero. Lo que distrae e incrementa la confusión. El diálogo sostenido En medio del trancón, a continuación: