Por: Cristian Téllez Suárez.
Los problemas de salud mental se presentan como amenazas sigilosas, aún más cuando se desarrollan en niños, jóvenes y adolescentes, que, debido a su corta edad, están en una etapa de exploración y maduración en la cual no cuentan con todas las herramientas para solicitar ayuda o asistencia e iniciar un tratamiento que, de la mano de profesionales, permita una ayuda eficaz. En ocasiones, una vida tan agitada como una metrópolis como Bogotá hace que los padres o familiares cercanos ignoren señales que demarcan conductas anómalas y que buscan una pronta ayuda. Estas problemáticas alcanzaron niveles críticos que requieren una atención inmediata.
Así inicia el caso de Andrea, a quien hemos cambiado su nombre para proteger su identidad. Andrea es una niña de 12 años que ha estado luchando intensamente contra la depresión durante más de dos años. El diagnóstico llegó después de que sus padres, María y Julián, comenzaron a notar gradualmente un cambio en su comportamiento. Andrea solía estar llena de vitalidad y entusiasmo hasta mediados de sus 10 años, pero poco a poco comenzó a aislarse en su habitación durante más horas. Anteriormente, se destacaba por su brillante sonrisa, que ahora ha sido reemplazada por una mirada vacía. El brillo en sus ojos se ha desvanecido, y muestra un notable desinterés por las actividades que solía disfrutar. Preocupados y confundidos, María y Julián buscaron respuestas y apoyo para su hija, sin imaginar la intensa batalla emocional que enfrentarían.
El Panorama de la Salud Mental
En Colombia, la depresión es la segunda causa de enfermedad. El 44,7 % de los niños tienen indicios de algún problema mental y el 2,3 % tiene trastorno por déficit de atención e hiperactividad. En la adolescencia, los trastornos más frecuentes son la ansiedad, fobia social y depresión; la ideación suicida se presenta en el 6,6 % de esta población (7,4 % en mujeres y 5,7 % en hombres), según datos del Ministerio de Salud para 2022.
En Bogotá, los casos de problemas de salud mental sucedieron principalmente entre adolescentes, con un 37,6 % (9.255 casos) y un 30% (7.380 casos) entre jóvenes. Las localidades donde primaron las tendencias de suicidio fueron: Kennedy con 14,15 % (3.482). Suba con el 12,90 % (3.176 casos). Bosa es del 10,75 % (2.647 casos). Engativá, 9,83 % (2.420 casos) y Ciudad Bolívar con 8,73 % (2.148 casos). En conjunto, estos cinco lugares representaron el 56,36 % de todos los intentos de suicidio reportados en Bogotá según el Observatorio de Salud de Bogotá en 2022.
La pandemia fue un catalizador que expuso aún más estas vulnerabilidades a las cuales estamos expuestos como sociedad, dejó en claro lo frágiles que podemos ser y agudizó un malestar en los más pequeños que aún no saben transmitir estas emociones negativas o anómalas a padres que aún intentan adaptarse a las nuevas dinámicas familiares, sociales y económicas postpandemia.
Natalia González, estudiante de trabajo social del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), menciona que muchos de los casos que recibe a diario son gestados por una falta de escucha activa de padres y familiares cercanos al menor que quizás omiten señales diarias que estos pueden transmitir pidiendo atención o ayuda, pues en el imaginario adulto quizás un tema como este está excluido de los menores y solo recae en una vida tan compleja como la de la adultez. Recordemos que ellos, en sus etapas de desarrollo hasta su madurez, van explorando su ser y su espacio en el mundo, como cualquier pensamiento complejo, los niños y jóvenes analizan y reflexionan sobre su entorno, tanto lo positivo como lo negativo. Dichos cuestionamientos internos o derivados de factores externos pueden concluir en afectaciones a la salud mental o pensamientos intrusivos que, sin acompañamiento, pueden acabar en un destino fatal.
La Demando de Servicios de Salud Mental
La necesidad de atención en salud mental aumenta a pasos desbordados; los diferentes servicios de salud mental en Bogotá no logran atender esta creciente demanda. Los hospitales y clínicas deben priorizar la atención psicológica y psiquiátrica, y la falta de recursos y personal capacitado dificulta aún más la prestación de servicios. Entre otras problemáticas, se tiene el imaginario de que asistir a estos espacios es señal de demencia, cuando, muy por el contrario, e independientemente de la etapa de la vida en la cual nos encontremos, es indispensable validar nuestro estado mental, así como evaluamos nuestro cuerpo con sus diferentes especialidades y chequeos; la mente no debe ser huérfana de estas atenciones.
Redes de Apoyo
En Bogotá se han desarrollado diferentes alternativas que buscan prevenir y atender los casos relacionados con este tema, y algunas son:
También existen organizaciones sin fines de lucro como la Asociación Colombiana Contra la Depresión y el Pánico (ASODEP) que brinda un acompañamiento integral no solo al paciente sino a la familia que debe fortalecer sus nexos o conexiones con el fin de saber cómo reaccionar y atender situaciones específicas relacionadas con la salud mental que deriven en una mejora en la calidad de vida y una nueva oportunidad para todos.
En temas de atención integral, algunos hospitales y clínicas trabajan en la integración de la atención de salud mental en las citas de medicina general. Esto significa que las personas que buscan atención médica pueden recibir evaluación y apoyo para su salud mental en el mismo lugar.
Existen desafíos referidos a este tema, y por eso como sociedad estamos en la responsabilidad de familiarizarnos para adquirir herramientas que permitan identificar y ayudar a compañeros o familiares. Cualquier señal o conducta anómala se puede orientar hacia los diferentes canales señalados y con los profesionales en salud para, desde la promoción y prevención, atender las necesidades específicas de cada persona.