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Breve perfil de Fico Gutiérrez, “el líder de la cansonería”

Hablamos del candidato presidencial de Equipo por Colombia, y le contamos dónde estudio, y qué decían de él cuando estaba en el colegio.

Federico Andrés Gutiérrez Zuluaga nació en la ciudad de Medellín el 28 de noviembre 1974, es hijo de la delineante de arquitectura Amparo Zuluaga Gómez y el ingeniero civil, maestro de la Universidad de Medellín y Universidad EAFIT, Hernán Gutiérrez Isaza.

“Fico”, como él pide que le digan, es bachiller del Gimnasio Los Alcázares de Sabaneta e Ingeniero Civil de la Universidad de Medellín. A su vez cuenta con dos especializaciones, una en Alta Gerencia de la Universidad de Medellín y otra en Ciencias Políticas de la Universidad Pontificia Bolivariana.

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Sus inicios como estudiante no fueron muy buenos, al menos eso eso lo que dicen de él, en el colegio decían que era un “líder para la cansonería”, y en el observador del alumno rompió el récord de anotaciones. Sin embargo, quién iba a pensar que siendo el más indisciplinado, se convertiría en alcalde de la capital antioqueña y hoy, aspirante a la presidencia de Colombia.

Santi-Fico

Nadie puede negar que las trastadas hicieron parte de la vida colegial, ni que las equivocaciones y bromas pasadas de tono ocuparan un peldaño importante en la formación extracurricular de los estudiantes. De esto no se libraron, por supuesto, los antiguos alumnos y actuales candidatos presidenciales.

Colegio Alcazares Aspaen

Aunque Federico Gutiérrez tampoco menciona el nombre de su institución en su perfil oficial, en el colegio Alcázares Aspaen, en Sabaneta, muy cerca de Medellín, algunos profesores sí recuerdan una de esas travesuras memorables protagonizada por el entonces estudiante Federico Andrés Gutiérrez Zuluaga, cuyo largo nombre quedó reducido al breve Fico, y que fue visible en los pasillos de esta institución —tutelada por la prelatura católica del opus dei— por su delgadísima figura, su afición desmedida por el fútbol y un peinado discreto, contrario a su actual estilo espeluznado y de larga cola.

La broma le dejó una enseñanza imborrable. Él y otro amigo decidieron hacer un rito de iniciación a un alumno nuevo en los baños de los laboratorios de física y química. La idea era sumergir la cabeza del colega recién llegado en una pileta y sellar con agua la pretendida santificación o bautizo. El problema es que, por alguna razón, olvidaron cerrar las llaves del agua, o canillas, como las llaman los paisas, y el laboratorio se inundó.

Federico Gutiérrez

Su profesor de matemáticas, Eudi Bedoya, no solo me contó el desastre hídrico que causó “Fico”, sino que abrió las puertas del antiguo laboratorio donde los revoltosos alumnos tuvieron que secar el agua desperdiciada por orden del docente de sociales, Ítalo Valencia, quien los sorprendió cuando como buenos jugadores de fútbol intentaron evadirse por el patio trasero. “Ese día, además, se les castigó con la tarea de escribir en el tablero seiscientas veces la frase ‘los recursos naturales se deben cuidar, en especial el agua’”, concluye Eudi Bedoya escribiendo la sentencia ante el mismo tablero de la penitencia.

Eudi Bedoya

Como las directivas de la institución no permitieron ver los registros de calificaciones sin autorización expresa del candidato, apelé a las evocaciones del profesor Bedoya, docente de matemáticas. Según él, Federico Gutiérrez era bueno en esta materia pero no tanto para química. “Con el profesor de química hablábamos de Fico, pues no paraba bolas en la clase. Era muy sociable, eso sí, pero era inquieto y en esas edades de bachillerato lo veía en el coliseo jugando fútbol en vez de estar en el salón”.

“Fico no paraba bolas en la clase. Era muy sociable, eso sí, pero era inquieto”

Por tal razón, la silla favorita del estudiante Gutiérrez fue siempre la ubicada en la puerta de salida. De este modo, cuando acaba la clase, el entusiasta jugador se aseguraba llegar a tiempo al coliseo para tomar posesión del campo y así dar inicio al partido de fútbol, con lo que ratificaba entre amigos y docentes su talento singular para desmarcarse de cualquier lugar y garantizar lo que tanto lo hacía feliz: jugar y ganar partidos.

En los Alcázares, los profesores también lo recuerdan por su habilidad para las relaciones sociales y su activismo grupal que le permitió, diez años después de su graduación, convertirse en concejal de Medellín en 2003. En calidad de edil, Federico Gutiérrez regresó a su institución y, en medio del reencuentro con los profesores Eudi Bedoya e Ítalo Valencia, se permitió confesarles que durante una acalorada sesión en el concejo para discutir temas relacionados con el agua y las Empresas Pública de Medellín, él recordó el castigo impuesto y la importancia de proteger el medio ambiente y, para concluir su intervención, dijo al pie de la letra a sus colegas del cabildo una de las lecciones mejor aprendidas de su vida: los recursos naturales se deben cuidar, en especial el agua.

| Nota del editor *

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