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Carmilla de Sheridan Le Fanu: una fascinante novela corta escrita por Sheridan Le Fanu en 1872

Carmilla puso al alcance de todos el retrato del vampiro como un ser aterradoramente bello y peligroso.

Por: Mateo Salazar

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Estamos frente a una pieza merecedora de su fama y completamente atemporal, que, si hubiera sido publicada ayer, lo creería totalmente. Es una obra corta, aproximadamente noventa y dos páginas de historia neta, dependiendo de la edición, y que con la traducción de Joe Broderick junto a la edición de Antonio García Ángel, mantiene un ritmo fluido que nos engancha por completo a esta vorágine de emociones incomprendidas.

Contrario a lo que se suele imaginar al hablar de vampiros, esta obra carece de enfrentamientos violentos o espectaculares, que sienta las bases de cómo funcionan estos seres en sus interacciones con humanos, siendo así que la tensión romántica con sutiles inclinaciones sexuales son un pilar importante de estas historias.

Como adaptaciones al cine de estas ideas nos encontramos con la película Drácula de Bram Stoker, dirigida magníficamente por Francis Ford Coppola, que mantiene presente esta naturaleza sexual de los vampiros.

Hablando de la naturaleza del mundo planteada en esta historia, es destacable lo cercano que resulta, pues es sutil la magia que rodea cada aspecto de esta fantasía. La revelación de Carmilla no únicamente como vampira sino como pariente de la joven víctima, es deleitable y le suma capas de complejidad a su modo de pensar.

Las reglas existentes en el relato, tan peculiares y específicas como aquella según la cual no se puede llamar a un vampiro con letras diferentes a las de su nombre original, es algo que le da sentido a un aspecto cultural de estos seres, imaginería que ha nutrido, por ejemplo, a la adaptación animada de los juegos de Castlevanía por Netflix, en la que Carmilla también tiene una participación de alto valor.

Carmilla puso al alcance de todos el retrato del vampiro como un ser aterradoramente bello y peligroso, que demuestra en todo su esplendor que se merece un puesto mayor en la cultura popular, no solo como base de su subgénero, sino como pieza en si misma, un relato indispensable para cualquier amante de la literatura, pues aunque se trata de una historia de vampiros, cuenta con este aspecto camaleónico de toda buena obra literaria, cuya trama se teje no solo en el género de terror, sino que toma elementos de misterio y de comedia, en tanto que deja sobre la mesa planteamientos sociales, religiosos y de identidad vigentes aún hoy en día.

Hay espacios con información irrelevante para ser tan detallada, puntualmente me refiero a la descripción de los terrenos en los que vive nuestra protagonista, y es que una descripción breve de las dimensiones y algún punto de referencia o aspecto resaltable, sería razonable y no ocuparía más de medio párrafo, pero nos encontramos con cuatro párrafos que conforman casi una página donde describe de modo exhaustivo aspectos que poco le aportan a la historia.

De otro lado, nos encontramos con un abrupto cambio de estilo, pues idealmente el libro es una carta que compila la historia, hecho que se rescata muy de vez en cuando, ya que en el grueso del texto tenemos una narración en primera persona que francamente hace más inmersiva la historia, pero que no coincide con el lenguaje que se espera en una carta anecdótica, que llega a un final con un estilo diametralmente distinto al presentado a lo largo de la historia.

Importante también es saber lo que ocurre con quién se hace pasar por madre de Carmilla ¿O realmente es la madre? No lo sé, no hay forma de saberlo, al menos en esta versión,  puesto que es el mismo general quien la nombra para revelar lo que parece ser un Modus operandi de la vampiresa. No se puede decir si se trata siquiera de la misma persona, pues se niega a quitarse la máscara ante el general, por lo que no tenemos forma de conocer su apariencia.

Aunque no se trata solo de la madre, pues al inicio de la historia se menciona que dentro de la carroza accidentada en la que llegaba Carmilla había una mujer de tez oscura que había perturbado a madeimoselle Rheinfeld ¿Sería ella Matska? ¿Por qué al despertar Carmilla pregunta por Matska luego de preguntar por su madre? Es ciertamente triste que se pierdan de vista estos personajes tan intrigantes, no en un afán por conocer al detalle sus vidas, que más que alimentar al misterio, se sienten olvidados por el autor.

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: jorge.perez@uniminuto.edu

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