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Caso Huey II de la Policía Nacional: una versión de las víctimas por la verdad y la conciliación

El 13 de marzo de 2016 fue el último para la tripulación del helicóptero HUEY II de matrícula PNC 0743 de la Policía Nacional. ¿Qué pasó?

Por: Maximiliano Castaño Rojas.

David Gustavo Orjuela nació en Villanueva Casanare el 28 de julio de 1982. Creció en las llanuras colombianas en un ambiente familiar tenso. Su infancia no fue sencilla, los problemas familiares estuvieron presentes desde su niñez, se crió con un padre autoritario lejos de su madre y logró con esfuerzo convertirse en un joven independiente. Llegó a Bogotá con su mayoría de edad, se presentó a la policía Nacional, a la que pasó al segundo intento; tuvo una carrera ejemplar: inició como patrullero, luego como agente del Escuadrón móvil antidisturbios y finalmente fue tecnólogo aeronáutico, donde logró sus mayores orgullos profesionales, donde conoció su mayor fortuna, una esposa y una hija. Nunca imaginó que su riesgosa labor para la institución se convertiría en su final, y menos aún, en la lucha jurídica más grande para su familia por la verdad y la conciliación.

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El 13 de marzo de 2016 fue el último para la tripulación del helicóptero HUEY II de matrícula PNC 0743 de la Policía Nacional; fallecieron el capitán José Antonio Ramírez, la teniente Claudia del Pilar Mejía, el subintendente Eulicer Torres y el subintendente David Gustavo Orjuela, en inmediaciones del corregimiento de San Calixto, Norte de Santander, donde debían recoger un uniformado herido tras un hostigamiento por parte de grupos al margen de la ley. Otra aeronave tipo BELL 212 de matrícula PNC 0483 de la Policía Nacional, estaba en la misma misión justo tras el HUEY II. Ambos helicópteros partieron desde Cúcuta. Según la versión oficial de la Policía, el mayor Luis Gabriel Hoyos, piloto del BELL 212, ordenó minutos antes de la tragedia virar a la derecha para evadir una bruma espesa y esperar mejores condiciones meteorológicas; tras la maniobra, la tripulación de la aeronave intentó establecer comunicación con el HUEY II al mando del capitán Ramírez, pero no lograron respuesta. El helicóptero pilotado por el mayor Hoyos aterrizó en el municipio de Convención por combustible y decoló en búsqueda del HUEY II al que encontró colisionado en una montaña, posteriormente procedió a coordinar el operativo de rescate.

Inmediatamente el siniestro cobró relevancia en los medios de comunicación más importantes del país,que tomaron como fuente el reporte de la Policía Nacional; la información se presentó en los noticieros como la verdad absoluta. Lo anterior contrasta con el presentimiento de la esposa de David Gustavo,una ex policía que analizó cada detalle de los informes y resoluciones donde halló incongruencias que llevaron a la familia a una búsqueda de la verdad y la reparación.

Vea aquí los informes noticiosos sobre el siniestro:

https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16535777

https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16535777

https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16535777

Juliana Castaño Rojas. Esposa del fallecido S.I. David Orjuela:“fue muy difícil: primero llegó a la casa el informe administrativo por muerte, donde calificaban el accidente que él había sufrido como actos del servicio. Redacté un oficio al director general de la Policía manifestándole mi desacuerdo, porque la misión que ellos cumplían era de orden público, es decir, no era una labor sencilla del servicio porque estaban actuando bajo orden público, ya que en esa zona hay influencia del ELN y las FARC, entonces no me pareció pertinente. Además en las consideraciones de la Policía mencionan que las aeronaves iban a atender un herido en hostigamiento, es decir, estaban bajo condiciones fuertes en una zona roja, entonces esa calificación de muerte en actos del servicio no era válida. Empecé a preocuparme más, porque sin querer queriendo me acordé que el pastor de la iglesia (la familia Orjuela–Castaño pertenece a una iglesia con sedes en distintas regiones del país donde tienen bastantes conocidos) de Cúcuta, Jorge Rivas, fue el último que estuvo con David la noche anterior al accidente; yo lo llamé y me contó algo que me llevó a investigar más”.

Vea aquí el primer informe administrativo por muerte de la Policía Nacional:

https://drive.google.com/file/d/1NTwyWhNKcuN2JBws3TJ6JeIKNufh_47q/view

Juliana Castaño, en desacuerdo con la institución, envió un oficio al secretario del director general de la Policía Nacional donde le exigió la revelación de pruebas que permitieran llegar a la verdad de los hechos, allí Castaño afirma:“no estoy satisfecha de las razones expuestas en la narración de los hechos, ni en el recaudo probatorio, ya que no se hace explícita la manera real en que sucedieron los hechos. Yo quiero conocer la verdad y nada más que la verdad”.

Vea aquí el oficio emitido por Juliana Castaño:

https://drive.google.com/file/d/1hfSRHPzfmM6xJ2DTos-BQ9CQIycSAF0U/view

Juliana Castaño: “Ellos me respondieron el oficio donde modificaron la calificación, pasaron de ponerle muerte en actos del servicio a muerte en actos especiales del servicio, eso dio paso al ascenso y no a la pensión completa; sin embargo, yo también solicité en el oficio un reporte de condiciones meteorológicas, que la policía señala como principal causa de la tragedia: nunca me lo enviaron. Obviamente no me van a enviar las grabaciones que quedan en la aeronave, porque todo eso queda grabado, pero yo esperé por lo menos la prueba meteorológica; lo único que hicieron fue copiar y pegar el mismo informe cambiando sólo la calificación para que yo quedara contenta, pero nada de pruebas.

Vea aquí la resolución rectificada de la Policía Nacional:

https://drive.google.com/file/d/10vWWuCXqmumhYH95QvT2d9UxyqAg3PbJ/view

Meses después del siniestro, Juliana Castaño recordó al pastor Rivas, que tenía un testimonio que significó un cambio en la percepción de los hechos, y aunque podría tratarse de una versión verídica, cuando se abrió el proceso judicial contra la Policía, los abogados en el proceso descartaron el testimonio al ser inconveniente. Si la familia buscaba la verdad, el estado se lavaría las manos culpando a los grupos armados, evadiendo la verdad y la indemnización a la familia; entonces lo más viable fue ceñirse a la versión de la policía para demandar al Estado por malos procedimientos en el caso y lograr por lo menos una compensación económica, que se veía lejos.

Vea aquí el poder para demanda de reparación (inicio del proceso judicial):

https://drive.google.com/file/d/10yOQ3zn6F3td7NUwFIPR9beD_K4lSrCe/view

Jorge Rivas. Contacto directo con testigo de los hechos en San Calixto: “Juliana me llamó, efectivamente yo había compartido con David la noche anterior; estábamos conociendo Cúcuta. Yo soy pastor de la iglesia sede Cúcuta, pero en cada municipio tenemos delegados que enseñan la palabra; un hermano de Ocaña, Osmar Gélves, que vive cerca al corregimiento San Calixto, me comentó muy triste que los guerrilleros habían bajado al municipio y estaban felices por la baja del helicóptero donde iba David; me dijo que estaban tomando y celebrando el logro criminal. Ese testimonio le sirvió a la señora Juliana, e incluso yo viajé hasta Bogotá para rendirles testimonio respecto de lo que vivieron los hermanos de Ocaña. No fue mucho, pero sí sé que es cierto, ellos viven en esa zona y es normal actuar como si nada frente a las barbaries que hacen esos delincuentes por temor a amenazas.

Aunque el testimonio de Rivas perdió relevancia judicial, la familia cree que él revela la verdad de los hechos. Para los familiares el origen de la muerte no fue el mal clima, fue un ataque por parte de grupos armados que derribaron la aeronave. Afirman que el gobierno Santos se encargó de ocultar la información para no restarle credibilidad al proceso de paz del año 2016.

Juliana Castaño: “yo fui policía, yo sé como manejan las cosas, eso sencillamente lo derribaron, pero les tocó maquillar las cosas para no afectar el proceso de paz, porque el presidente se ganaba o se ganaba el nobel ¡ni que David no hubiera conocido qué es volar en mal tiempo! Yo fui de la aviación y eso no fue por causas meteorológicas, pero contra esas instituciones no hay poder. Ya han pasado 4 años del accidente, y del proceso judicial parece que estamos en las últimas instancias; será esperar en que terminan los fallos porque la Policía no quiso conciliar, así que la institución está demandada, esperemos lo mejor. Yo esto lo inicié como una búsqueda de la verdad, y ello se puede ver en el oficio que envié, pero todo terminó así. La verdad siempre la ocultan, pero al menos estamos peleando por la indemnización y yo tengo que asegurarle un futuro a mi hija, lo que el papá hubiera querido darle”.

Marilina Urrego Linares. Madre del S.I. David Gustavo Orjuela: “Eso lo maneja el gobierno junto con la policía: decían que se había estrellado, pero es mentira, nunca se supo bien; a mí me habría gustado ir a Cúcuta a investigar, pero es duro, yo no vivo empapada de esos temas, incluso cuando el pastor vino a contarnos su versión, yo me fui, no quise escuchar, eso todo lo tapan”

Juliana Castaño: “por último, me parece triste darme cuenta al cabo de los años que los medios ni siquiera se retractaron: la primera versión consistió en que las condiciones meteorológicas fueron la causa y no fue así, de cierta manera están confabulados con el gobierno para decir lo que les conviene. Además, el proceso de paz en ese tiempo era lo último que querían ensuciar, entonces este tipo de noticias no se podían mostrar, fueran de las FARC o el ELN, me pareció realmente triste la mediocridad de los periodistas, nunca abordaron a las víctimas.

Finalmente la familia se encuentra en últimas instancias para llegar a la conclusión del caso, se mantienen firmes en su versión de los hechos, aunque saben perfectamente que la verdad difícilmente saldrá a la luz, prácticamente fue una batalla perdida, pero aún les falta la última, la indemnización. Actualmente viven al sur de la ciudad, nada ni nadie podrá recuperar lo que el siniestro aéreo les arrebató, no sólo a los Castaño – Orjuela, sino también a las familias de los demás fallecidos.

| Nota del editor *

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