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Chagas, la enfermedad de Latinoamérica que podría crecer con el COVID-19

El mal de Chagas, uno de los mayores problemas de salud en América Latina, podría tener un recrudecimiento a partir de las medidas de confinamiento impulsadas por los gobiernos latinoamericanos contra el COVID-19.

La enfermedad, causada por la picadura de una vinchuca infectada por el parásito Trypanosoma cruzi, afecta principalmente a los pobres. Esto se debe a que muchas personas de bajos recursos en la región viven en ranchos de adobe y paja, que habitualmente están llenos del insecto transmisor.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como una enfermedad que “afecta sobre todo a personas pobres de países en desarrollo, y estima que en América Latina hay alrededor de seis millones de personas infectadas y se producen unas 14.000 muertes al año.

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La industria farmacéutica y los estados no han dedicado recursos suficientes a la investigación y el desarrollo de medicinas para prevenir o curar este mal, que genera serios problemas en el corazón y produce la muerte del 30 por ciento de los infectados. Sólo hay dos medicamentos para tratarla, que fueron desarrollados hace más de 30 años, y tienen severos efectos colaterales y son difíciles de encontrar.

Muchos pobres mueren sin haber sido conscientes de que tenían la enfermedad, ya que esta suele ser silenciosa por mucho tiempo.

En muchos casos, la batalla está perdida de antemano, ya que es inútil atender a un paciente que sigue expuesto al mal en su rancho de adobe y paja infestado de vinchucas. Esta situación se podría agravar con las medidas de confinamiento adoptadas para frenar el nuevo coronavrius.

“Sin duda es una enfermedad que afecta significativamente más a los sectores más pobres. Es una enfermedad tropical, porque ocurre predominantemente en zonas rurales, en familias cuyas viviendas son precarias, y allí se encuentra presente el vector”, dijo a Sputnik el vicepresidente de la Asociación Colombiana de Infectología, Alfonso Rodriguez-Morales.

Sin titulares

La médica y epidemióloga uruguaya Jacqueline Ponzo, presidenta de Confederación Iberoamericana de Medicina Familiar, dijo a Sputnik que el Chagas es una enfermedad invisibilizada.

“El Chagas es una enfermedad que en general no está en la televisión, que afecta a la población de países periféricos, porque vulnera aún más a la población menos favorecida y en general no se habla de ello”, afirmó.

Es endémica en 21 países de las Américas y es reconocida por la OMS como una de las 13 enfermedades tropicales más desatendidas del mundo, y por la Organización Panamericana de la Salud como una enfermedad desatendida de las zonas rurales y agrícolas de varios países.

Los organismos estiman que, en estos momentos, entre 70 y 100 millones de personas están en situación vulnerable ante el mal de Chagas.

Existen cinco formas de contagio: vectorial (a través de las heces del insecto), vertical o congénita (de madre a hijo, durante el embarazo), transfusiones sanguíneas, consumiendo comida contaminada por el parásito y transplantes de órganos.

La forma más común de transmisión se produce cuando el insecto pica a una persona para alimentarse con su sangre y defeca muy cerca de la picadura. En las heces que deposita sobre la piel se encuentra el parásito, que pasa a la sangre cuando la persona se rasca.

Rodriguez-Morales señaló que la mayor cantidad de casos de esta enfermedad se dan en Bolivia, en el norte de Argentina y en algunas zonas de Brasil, pero advirtió que la enfermedad está presente desde el sur de Estados Unidos, pasando por México, centro y sur de América.

El de Chagas presenta una “etapa aguda” y una “etapa crónica”.

La etapa aguda comienza entre seis y diez días después de la infección y dura entre cuatro y ocho semanas. La mayoría de las veces es asintomática y su origen suele pasar inadvertido.

En la etapa crónica, a la cual llegan entre el 30 por ciento y el 40 por ciento de todos los pacientes chagásicos, tras un período sin síntomas que puede durar muchos años, puede desarrollarse una cardiomiopatía difusa grave o una dilatación patológica del esófago y colon.

Más control

Rodriguez-Morales y Ponzo coincidieron en que los gobiernos deben incrementar y mejorar sus programas de control, fortalecer la investigación y las pesquisas en zonas de riesgo, mejorar la vigilancia del vector y estar atentos ante situaciones emergentes, como han sido los casos transmisión oral, que han afectado a muchos países no solo en zonas rurales, sino también urbanas, particularmente en Colombia y en Venezuela.

“Los esfuerzos aún son insuficientes. Y en algunos países ha habido un resurgimiento importante de la enfermedad”, advirtió Rodriguez-Morales.

Por su parte, Ponzo sostuvo que es importante que los gobiernos hagan inversiones que privilegien a la población y no el lucro.

“Los pocos presupuestos que los países latinoamericanos destinan a la salud se van en tecnología que no responde a las necesidades del pueblo y que termina engrosando las arcas de los empresarios. Eso ha pasado con el Chagas. Tenemos que cuestionarlo como sociedad para empezar a tomar medidas efectivas”, refexionó. 

| Nota del editor *

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