Por Andrés Vargas Castelblanco, Santiago Castro Peña y Luisa Lozano Barbosa.
De igual forma, esta situación al día de hoy sigue generando tensión a una escala global, teniendo un impacto devastador en Ucrania, donde se han registrado miles de muertos y millones de desplazados; también ha tenido un impacto significativo en la economía mundial, provocando el aumento de los precios de la energía y los alimentos. A pesar de los esfuerzos diplomáticos por poner fin a la guerra, el conflicto continúa, Rusia ha intensificado sus ataques en el este de Ucrania y este último ha recibido nuevos suministros de armas por parte de Occidente.
Antecedentes
La disputa entre Rusia y Ucrania ha acaparado la atención mediática en los últimos meses, generando un amplio debate en redes sociales. Sin embargo, para comprender la profundidad de esta tensión entre estas dos naciones europeas, es esencial remontarnos a 1991, año en que se disuelve la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Según un artículo de France 24, Ucrania se consolidó como una nación independiente tras un referéndum abrumador que obtuvo un 90,32% de los votos a favor de la independencia; aunque Rusia no se opuso a la desintegración de la URSS, surgieron divisiones notables, especialmente en la península de Crimea, donde la mayoría se identificaba más con Rusia y se oponía a la independencia.
Irene Camargo, licenciada en Ciencias Sociales y Magíster en Educación de la Universidad Pontificia Bolivariana, afirma que: “En 1917, cuando estalla la Revolución Rusa y se aplica el modelo socialista de Lenin, con el tiempo fracasó debido a las utopías socialistas y eso conllevó a un comunismo atroz, muchos de los países estuvieron afectados. De la misma manera, se implementa una teoría modernista donde se tuvo que empezar por la activación del campo para suplir las necesidades agrícolas que se tenían como pueblo”.
La relación geopolítica entre Ucrania y Rusia a lo largo de los años estuvo marcada por diferentes presidentes ucranianos, algunos de los cuales mantuvieron una estrecha relación con Rusia, sobre todo el gobierno de Leonid Kuchma; esta relación beneficiaba a ambas naciones, debido a la importancia estratégica de Ucrania y su capacidad como productor de armas nucleares. No obstante, en 2013, surgió la conocida revolución del Maidán, una revuelta popular contra el presidente ucraniano Viktor Yanukovich, mismo que intentaba posponer la firma de un acuerdo de asociación entre Ucrania y la Unión Europea en favor de los intereses del Kremlin; los enfrentamientos se intensificaron, en particular el 20 de noviembre de 2013 y culminaron con el exilio de Yanukovich y la convocatoria de elecciones presidenciales anticipadas en mayo de 2014.
De acuerdo con información proporcionada por el periódico El Confidencial, durante este período de cambios políticos en Ucrania, se coincidió con la desmembración de la península de Crimea y la ocupación de edificios oficiales en el este del país por parte de manifestantes prorrusos. En marzo de 2014, en la República Autónoma de Crimea, un territorio ucraniano bañado por el mar Negro que alberga la ciudad portuaria de Sebastopol y que, según el ordenamiento jurídico ucraniano, “posee su propia constitución, datada en 1998”, se llevó a cabo un referéndum sobre la unión con Rusia; a pesar de que este referéndum se realizó en un contexto de ocupación por parte de Rusia, Estados Unidos rechazó el resultado de la consulta, alegando que se había llevado a cabo “bajo la amenaza de la violencia y la intimidación”, no obstante, el 21 de marzo de 2014, Crimea y Sebastopol se anexionaron a Rusia como unidades administrativas independientes.
Desde entonces, la región ha estado en constante tensión, con miles de víctimas y desplazados, la crisis en el mar de Azov y los movimientos militares rusos cerca de la frontera ucraniana en 2021, han aumentado aún más la preocupación internacional. En las regiones del este de Ucrania, como Donetsk y Lugansk, donde se han producido los enfrentamientos más intensos; las divisiones culturales también han sido un factor determinante, una parte significativa de la población en estas áreas tiene raíces étnicas rusas y se identifica más con la cultura rusa que con la ucraniana, alimentando el apoyo a los grupos separatistas prorrusos y complicando aún más la búsqueda de una solución pacífica.
En última instancia, el conflicto entre Rusia y Ucrania ilustra cómo las diferencias culturales, lingüísticas e históricas pueden desempeñar un papel crucial en la geopolítica y en la dinámica de los conflictos internacionales, estas divisiones profundas han contribuido a la prolongación del conflicto y han dificultado la búsqueda de una solución pacífica. A pesar del apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea y otras naciones occidentales a Ucrania mediante la imposición de sanciones a Rusia, el actual gobierno de Vladímir Putin se mantiene firme en la defensa de la soberanía rusa, mientras que el presidente Volodímir Zelenski busca proteger el territorio ucraniano y obtener el respaldo internacional necesario.
Situación actual
El conflicto entre estas dos naciones se ha mantenido por más de un año y medio, recientemente ambos territorios se han estado atacando mediante el uso de drones y misiles; en el lado ucraniano, una infraestructura de producción de aceite de cocina ubicada en el óblast de Poltava (centro de Ucrania) fue alcanzada por misiles lanzados por tropas rusas; en el lado ruso, el aeropuerto de Pskov (Noroccidente de Rusia) fue impactado por drones lanzados desde territorio ruso, según el jefe de la inteligencia ucraniana Kyrylo Budanov.
Javier Arango, politólogo y magíster en estudios internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana, asegura que “Rusia llamó una operación especial en Ucrania, una operación especial donde la posición de Rusia es la defensa del territorio del Donbas, población que había sido muy afectada por la represión que había iniciado el Gobierno de Zelenski, producto de las protestas ciudadanas y en general por el golpe de Estado del año 2014 contra el entonces presidente Viktor Yanukovich. La posición de Rusia entonces, con esta operación especial, es defensa del territorio del Donbas, de su ciudadanía y la desnazificación —así lo llamó Vladímir Putin— de la región del Donbas. Este es un conflicto que a todas luces es desigual, es decir, el poder militar de Rusia es infinitamente superior al poder militar de un país como Ucrania”.
Kiev en busca de una solución al problema planteado con anterioridad, ha resuelto invertir mil millones de euros en la fabricación de drones para fortalecer su ejército; de este conflicto se han visto beneficiadas industrias dedicadas a la producción de estos elementos como AirLogix y Drone Lab, en el caso de la última, ha producido más de 1500 drones y ha capacitado a un número importante de soldados ucranianos para poder pilotarlos.
Retomando a Camargo, señala una falencia en cuanto a la estrategia del presidente ruso Vladímir Putin para poner fin al conflicto con Ucrania: “El presidente Putin está cometiendo un error significativo al subestimar la resistencia del pueblo ucraniano, al pensar que podría dar por concluida la situación de manera inmediata gracias a la considerable fuerza militar de su país, que ocupa el segundo lugar a nivel mundial; pero ya ha transcurrido un año desde que comenzó la guerra, esto podría perjudicar su imagen de cara a las próximas elecciones presidenciales en Rusia y contribuir a una percepción negativa en torno a su liderazgo en el país”.
Repercusión a nivel internacional
Las consecuencias de este enfrentamiento interestatal ya se están sintiendo en la comunidad internacional; un ejemplo de esto es la suspensión por parte de Rusia del acuerdo del grano, el cual es un pacto negociado y firmado en el año 2022 por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y Turquía, para que Ucrania pudiera transportar alimentos como maíz y trigo desde sus principales puertos hasta territorio turco a través del Mar Negro.
Esta nación euroasiática era la encargada de distribuir los productos alimenticios provenientes de tierras ucranianas al resto del mundo, en especial a naciones en las que buena parte de su población aguanta hambre, como por ejemplo algunos Estados que componen el continente africano; este acuerdo también garantizaba que las tropas rusas no atacarían las embarcaciones ni bloquearían su paso por este cuerpo de agua.
¿Cómo este conflicto afecta a Colombia?
El conflicto entre Rusia y Ucrania afecta a Colombia de varias maneras, tanto económicas como geopolíticas; se puede observar que en el ámbito económico, el conflicto ha provocado un aumento de los precios de la energía y los alimentos, lo que ha tenido un impacto negativo en la inflación y el crecimiento económico del país. Colombia es un importador neto de la materia prima como lo es la energía y los alimentos, es por esto que es vulnerable a estos aumentos de precios; en segundo lugar, se puede observar que en el ámbito geopolítico, el conflicto ha aumentado la tensión entre Rusia y Occidente, lo que ha tenido un impacto en la política exterior de Colombia, por lo que este país es un aliado de Estados Unidos, que se ha visto obligado a tomar una posición en el conflicto; de esta forma, ha provocado cierta tensión con Rusia, quien es un importante socio comercial de Colombia.
Sin embargo, el presidente de Colombia Gustavo Petro manifestó en su red social X (antes Twitter) que: “Lo mejor que le puede pasar a la humanidad es la paz entre Ucrania y Rusia y no la prolongación de la guerra. Yo no ayudaré a prolongar ninguna guerra. En cambio pido que se eleve a delito internacional la agresión de un país a otro, sea el que sea. Ni invasiones ni bloqueos”.
La Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) afirmó que la guerra entre Rusia y Ucrania tendrá un impacto negativo en el mercado del maíz colombiano, los dos países son productores de maíz a gran escala y su conflicto ha provocado interrupciones en el suministro y el aumento de los precios; de igual manera, la SAC establece que Rusia y Ucrania producen alrededor del 12% del maíz que se exporta al resto del mundo, por lo tanto, el conflicto ha provocado que los precios del maíz aumenten en los mercados internacionales, lo que podría afectar los costos de producción en Colombia.