Por: Alejandro Sepúlveda y Julián Ochoa
Después de cuatro jornadas ejemplares de movilización donde los estudiantes de todo el país han mostrado su capacidad de discutir con argumentos, proyectar y juntar solidaridades y apoyos de la sociedad colombiana en general, los grandes medios, hasta la semana pasada, notaron la presencia de encapuchados en la protesta.
Lo que en ocasiones anteriores había sido un caos en la movilidad hacia el centro y sur de Bogotá, como parte de la dinámica normal de la movilización, se convirtió en un desorden distinto el pasado jueves en la noche. Los estudiantes lograron paralizar el centro económico y financiero, elemento que parece sacar de casillas a las élites que hasta el momento no se habían visto afectadas por las jornadas.
Pero sería tan incómodo para los importantes centros de producción de la ciudad que con todo su despliegue represivo, intentaron atenuar las protestas estudiantiles. Este ha sido el mecanismo de interlocución por excelencia utilizado el gobierno con los movimientos sociales en el país.
Ya el alcalde de Bogotá desde el inicio de su administración se dedicó a interpelar cuanto bloqueo y seña de protesta encontrara, con sus funcionarios favoritos: El Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD), como única posibilidad de relacionamiento de la administración distrital con la ciudadanía.
Ahora bien, lo sucedido el jueves pasado queda en evidencia en vídeos y fotografías, que afortunadamente ya no toman solamente estos medios complacientes con el establecimiento, por el contrario la ciudadanía y los estudiantes lograron mostrar la represión y el uso indebido de la fuerza por parte de este escuadrón, tal como se reflejó en el Éxito de la calle 97 con 19, donde acorralaron a un grupo de estudiantes tildandolos de vándalos y secuestradores, por lo que de inmediato iban a ser judicializados sin el debido proceso y estigmatizados por titulares de los generadores de “opinión pública” en el país.
Estos hechos dejan en evidencia la poca voluntad política del gobierno para sentarse a negociar. Pues el miércoles 7 de noviembre, luego de la reunión entre el viceministro de Educación, Luis Fernando Pérez y el movimiento estudiantil, el panorama no es muy alentador, el vocero de esta cartera no se compromete a saldar el déficit para terminar el año 2018, argumentando que no hay dinero para solventar. Esto generó la ruptura de la mesa de negociación que se adelantaba hasta el momento.
Tras la caída de las negociaciones, el paro se mantiene y hoy se adelanta una nueva jornada de movilización al que se articulan otros sectores sociales como las comunidades indígenas, que vienen denunciando la violación sistemática de derechos humanos y sus territorios sagrados. También las centrales obreras se unen a las protestas, para presentar su inconformismo con el posible IVA en la canasta familiar. Todos defendiendo la educación como derecho fundamental.
En este programa de la Carreta fruto de la alianza Voces en Movimiento y el periódico Desde Abajo,nos acompañó Fernanda Rojas, Andrés Fernández, Jhon Henry Noguera y Nicolás Amaya miembros de la Unión Nacional de Estudiantes de Educación Superior (UNEES). Quienes abordaron la evolución del movimiento estudiantil en Colombia y cómo este ha tenido un papel determinante en el país.
Socializaron su postura frente a la fallida negociación con con el Ministerio de Educación y contextualizaron sobre las diferentes articulaciones que ha venido surtiendo la defensa de la educación superior en el país.