Son varios los hechos históricos mostrados en el cine, como los horrores de la guerra, especialmente los acontecidos durante la Segunda guerra mundial.
En esta oportunidad el director alemán Marc Foster lleva al espectador a un viaje lleno de reflexiones con Wonder (2017), basada en el libro de la escritora estadounidense con raíces colombianas Raquel Jaramillo Palacio, la primera adaptación al cine de uno de sus libros.
En Alas Blancas, Julian (Bryce Gheisar), que viene desde más chico en la nombrada Wonder, intenta pertenecer a algún lugar desde que fue expulsado de su escuela por el maltrato que le dio a Auggie Pullman.
Gracias a la abuela de Julian (Helen Mirren), encuentra las formas para cuestionar sus actos, a quien le cuenta una reveladora historia, referida a que, desde su juventud, en la Francia ocupada por los alemanes nazis, un muchacho y su madre (Gillian Anderson) muestran un valor sin igual mientras la protegen del peligro mortal que la rodeaba. Ahí, en un mundo asombroso y mágico de su propia creación, los jóvenes encontraron su primer amor y fueron testigos de la amabilidad que salvó sus vidas.
La historia, desde el inicio, se presenta desde una función moral, que los personajes van construyendo en sus dos horas de duración, que resalta las adversidades de cada uno y cómo estas no evitan que la bondad y la compasión prevalezcan.
No obstante, la cinta entra en una narrativa efectista, creando solo ciertos conflictos dentro de acontecimientos desde sus protagonistas, y por supuesto, en un contexto histórico hostil donde la violencia es un actor diario y la persecución hacia los que piensen diferente, que en este caso es la comunidad judía.
Destacable el trabajo de la actriz británica Ariella Glaser (Sara Blum), una pequeña que tiene que lidiar con los vestigios de la guerra y sufrir su crueldad, acompañada por Julien (Orlando Schwerdt) que hábilmente ayuda a recrear esta atmósfera esperanzadora por encima de todas las dificultades.
Foster presenta una narrativa parecida a Wonder donde sus personajes son luces que brillan en la oscuridad, pero el efecto de querer darle sentido a esa premisa, por pasajes se siente plano y demasiado efectista, haciendo que sus personajes pierdan identidad y se acerquen más a personajes genéricos en este tipo de historias.
Alas blancas es una película que invita a dejar de marcar las diferencias entre los conflictos, para no delinear los bandos que tanta destrucción le han traído a la humanidad hasta nuestros días.
La película muestra una buena realización técnica, un buen manejo de actores y logra concretar su intención con uno de los mensajes más valiosos para mí, y es que desde el arte se puede crear la idea de unión pacífica mediante manifestaciones colectivas que puede ser duradera. Juzguen ustedes.