En estas épocas llenas de nostalgia y relanzamientos por doquier en el cine, se ha vuelto recurrente la fórmula de traer de nuevo tantas franquicias como sea posible para obtener el mayor provecho de las audiencias que consolidó hace tiempo.
Con esta repetida fórmula aparece la secuela de la segunda cinta en la filmografía del director estadounidense Tim Burton con el estreno de Beetlejuice (1988), que para mí sorpresa, no resultó más de lo mismo.
Burton construyó en su trabajo una estética que marcó toda su carrera desde su primer largometraje, Frankenweenie (1983), hasta la que era su última película antes de Beetlejuice con Dumbo (2019), que se encontró críticas diversas y con una aceptación dividida por parte del público.
En esta ocasión, Tim Burton regresa con una película fresca, entretenida y que muestra cómo regresa a su elemento desde lo sobrenatural, divertidamente recargada, con su reparto original, y con una historia que se acopla de la mejor manera para darle continuidad a la película estrenada en 1988.
Beetlejuice Beetlejuice presenta una inesperada tragedia que involucra a tres generaciones de la familia Deetz, que regresa a la comunidad de Winter River. La vida de Lydia (Winona Ryder), todavía atormentada por el demonio Beetlejuice (Michael Keaton), sufre la pérdida de su padre cuando su rebelde hija adolescente, Astrid (Jenna Ortega), descubre la misteriosa maqueta de la ciudad en el desván cuando el portal Al Más Allá se abre accidentalmente.
Con los problemas que se avecinan en ambos reinos, es sólo cuestión de tiempo que alguien diga el nombre de Beetlejuice tres veces para que regrese, además de y una esposa con sed de venganza llamada Delores (Monica Bellucci) para que todo sea un divertido caos.
Puede que parezca que Beetlejuice Beetlejuice tiene problemas en su estructura, pero para su objetivo no es así. La película ubica bien a sus personajes anteriores y el personaje de Jenna Ortega llega alienada con su papel gracias a Merlina (2022), con esa oscuridad tan Burton, serie que dirigió.
Personalmente creo que el papel que brilla por su humor negro y su profunda ironía con la vida es el de Delia (Catherine O’Hara), gracias a su frescura y controlada despreocupación, que impulsa la película, con una especie de ritmo desparejo, pero eficaz y entretenido, para la resolución de la narrativa que se lleva con gracia y con un profundo cariño de parte de todos.
Burton hace que sus personajes la pasen bien, lo que queda plasmado en la pantalla grande, que parece que le agradece muchas cosas a la vida a sus 66 años en el momento de la aparición de la cinta.
Con momentos memorables como la aparición de la fantástica serpiente de arena que se ha hecho presente en varias de sus películas, más el maravilloso concepto del Soul Train, que estoy seguro más de un joven cineasta adaptará como influencia, y no daré detalles para que usted pueda disfrutarlo al máximo, la película brilla por su intención de no parecerse a mucho de lo que últimamente se hace, proporcionando aún más valor.
Beetlejuice Beetlejuice, con mucho amor al cine y a sus personajes, logra presentar una secuela divertida, que aparta lo genérico para entregar una película que vale la pena ver, que demuestra que el cine todavía tiene corazón en Hollywood, y con mensajes como que la muerte, solo es un viaje a seguir disfrutando de la existencia que nosotros mismos construimos.