El mundo y las artes dieron un giro conceptual desde la pandemia, y las visiones de muchos directores cambiaron para ver el mundo desaparecer, o recrear a una humanidad incapaz de reconocerse a sí misma y repetir los mismos errores una y otra vez. Películas que para mí reflejan ese pensamiento con gran calidad en este 2025 como Exterminio: La evolución (28 Years Later), Misión: Imposible – Sentencia final o Camina o muere (The long walk), que si bien no hablan del fin del mundo, si lo hacen de la sociedad occidental.

El director griego Yorgos Lanthimos no es la excepción. Desde su marcada visión pesimista hacia la humanidad, sus conflictos y su fanatismo ausente de individualidad, ha logrado gran reconocimiento con su fórmula, la actriz y productora Emma Stone. Juntos han logrado películas conceptuales entre la comedia negra y la crítica hacia la sociedad desde varios frentes como en The Favourite (2018), película de época y una disección de la masculinidad y la femineidad desde una fábula inspirada en la historia de Frankenstein en Poor Things (2023), y las comedias negras satíricas Kinds of Kindness (2024), y la más reciente Bugonia (2025).

Con un mundo que parece desmoronarse, Bugonia la convierte en un espejo incómodo de la era digital actual desde la adaptación del largometraje coreano Salvar el planeta Tierra (2003), que, en esta ocasión es una fábula delirante sobre el poder, la fe y la fragilidad de la razón, la idea central de la película.
Emma Stone, en su quinta colaboración con este director, encarna a una ejecutiva de Auxolith, una empresa ficticia, cuya presencia en la Tierra es cuestionada por dos jóvenes conspiranoicos que creen que es una criatura de Andrómeda infiltrada en nuestra sociedad. Desde críticas corporativas contemporáneas, hay pistas dejadas como migajas al espectador, que, junto a la sátira y los conflictos morales de sus personajes, encuentra su razón de ser sin dejar de lado las sorpresas, pues Lanthimos disfruta proponiendo desenlaces contrarios a lo que por momentos se piensa.

Lo que pudo ser una comedia negra convencional se convierte, bajo la mirada del director griego, en un juego de espejos donde la paranoia digital, las teorías de conspiración y el absurdo corporativo se entrelazan con una estética oscura, sucia y desesperanzadora dentro de una ruralidad estadounidense común, y una narrativa que se forma en lo impredecible. La película, presentada en Venecia con una ovación de siete minutos, es una sátira y una elegía por la racionalidad perdida, por un mundo que parece sin rumbo y que solo algo de afuera podría salvarlo o hacer que vuelva a empezar.

Desde el primer plano, Lanthimos nos sumerge en un universo donde la lógica se descompone, los planos generales persiguen en el centro a los personajes para crear una expectativa típica del director, pues los personajes no buscan respuestas sino afirmaciones de sus delirios. El humor, incómodo y seco, recuerda a Langosta (2015) y Poor Things (2024), que aquí se tiñe de una melancolía tecnológica que hace que la humanidad se pierda entre las pantallas, interfaces y una Web ficticia que parece más real que la misma realidad, en un mundo que se esfuerza por ser algo que muchos no pueden ver fuera de una pantalla brillante.
Emma Stone es acertada, intimidante y siempre firme, pero llena de ambigüedad, lo cual funciona muy bien. Su personaje no revela del todo si es humana o alienígena, y esa ambivalencia se convierte en el corazón filosófico del filme: ¿qué significa ser humano en una era donde la identidad se construye a través de algoritmos y narrativas virales? ¿Qué es ser humano hoy?

Bugonia no busca respuestas, deja incógnitas que zumban como insectos en la mente, pues hoy parece que la percepción está mediada por el miedo, pero ¿qué ocurre cuando la ficción se vuelve más conveniente que la verdad? Lanthimos parece haber encontrado una forma con Stone, y aunque parezca que sus últimas 4 películas tienen el mismo corte, son un estudio de la cotidianidad del alma moderna que nos observa desde su microscopio cinematográfico y nos recuerda que, en el fondo, todos podríamos ser alienígenas en nuestra propia historia o estar tan inmersos en mundos aparte, que se vive por medio de ideas prestadas. Juzguen ustedes.