Algo que le da magia al cine, es su capacidad de mostrar cosas implícitas de sus autores, sus pensamientos o su cultura, mediante las imágenes que les dan forma a las historias que cuentan.
A lo largo de la historia del cine y de cada país, las diferentes nacionalidades han formado particularidades desde varios elementos estilísticos con temas que recrean su idiosincrasia.
Corazón de jugador (Zamora) está basada en el jugador de fútbol profesional Ricardo Zamora. Apodado como El Divino, el arquero catalán fue una leyenda del fútbol de los treinta, que fue figura del Barcelona y del Real Madrid, que también es considerado el primer futbolista mediático.
Corazón de jugador es casi una fábula y hace de esta película italiana dirigida por el también italiano Neri Marcorè, una película que nunca niega sus raíces por donde se le mire, que cuenta cómo una intelectual debe adaptarse a una nueva empresa en donde el jugar fútbol, es indispensable.
Ambientada en los 60, la cinta cuenta la historia de Walter Vismara (Alberto Paradossi), el contador de una pequeña fábrica provincial al que se le presenta la oportunidad de mudarse a Milán por necesidad. Al llegar se da cuenta que trabaja en una empresa cuyo dueño está obsesionado con el fútbol, al que le encanta que sus empleados jueguen un partido cada año.
Sin embargo, a uno de los dos equipos le falta un portero, y Walter, para cumplir los deseos del jefe, se hace pasar por uno, pero eso no será tan fácil como calcula y tendrá que encontrar una solución antes del partido.
En principio la película toma un tono satírico, donde personalmente creo que la música no se ajustaba con la intención de proponer esa narrativa clásica del cine italiano, hecho que por fortuna se corrige en el camino, en tanto que sus personajes se sienten más acoplados y comienzan a tomar forma.
Corazón de jugador no se complica por darles demasiada profundidad a sus personajes ni recrear una complejidad que no necesita, que también acude a la comedia para darle cierto sentido al desarrollo de Walter, hasta convertirla en una historia de cómo se debe y se puede ser valiente y aprender a respetarse a sí mismo frente a las dificultades y retos personales.
Puede que la cinta se quede corta en ciertas subtramas y motivaciones del personaje principal y eso le haga perder fuerza, convirtiéndola por momentos en una película demasiado familiar, pero logró llegar a su meta desde un sentimiento colectivo de esfuerzo y de cómo sortear las dificultades internas que aquejan a todo ser humano.
Corazón de jugador encuentra su mensaje de cómo hacer realidad las ideas con esfuerzo y dedicación, con el gran mensaje de ser fiel a uno mismo y encontrar las emociones que nos merecemos gracias a nuestras virtudes propias y visibilizadas en el deporte más famoso del mundo: el fútbol.
Una película que le hará pasar un buen rato, pero no espere demasiado de una comedia italiana hecha con buena calidad, con locaciones bellísimas en la ciudad de Torino, un vestuario que resalta maravillosamente, pero que nunca aspiró a ser demasiado ya que su idea es clara, y lo logra sin problema. Juzguen ustedes.
