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[Crítica] Dune, segunda parte: una deslumbrante visión que se convierte en obra maestra.

En los últimos años el cine de autor ha sido relacionado con dramas excepcionales o cine de corte independiente, y desafortunadamente las audiencias se limitan por los estigmas de los géneros cinematográficos. El director canadiense Denis Villeneuve rompe esos paradigmas con la culminación del primer libro de Frank Herbert, luego de la primera entrega de Dune en 2021, para darle paso a El mesías de Dune, la tercera parte de la trilogía.

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Villeneuve en Dune: la segunda parte, sigue consolidando su atención en los detalles en la obra de Herbert, bajo su sello personal y la experiencia en películas como La llegada (2016) o Blade Runner 2049 (2017), donde su maestría para construir las atmósferas adecuadas es evidente para que las historias tomen una fuerza impresionante, como este director lo ha demostrado, que con la segunda parte de esta esperada película sigue consolidándose como uno de los mejores de su generación.

Esta adaptación tuvo buenas decisiones para su éxito, como tomar los mejores actores y actrices jóvenes de Hollywood y juntarlos para hacer de su elenco algo abrumador. Timothée Chalamet lidera esta lista que incluye una aparición sorpresa de Anya Taylor-Joy y con nombres de altura como Zendaya, Rebecca Ferguson, Josh Brolin, Austin Butler, Florence Pugh, Dave Bautista, Christopher Walken, Léa Seydoux, Stellan Skarsgård, Charlotte Rampling y Javier Bardem.

La película conecta de inmediato con la primera entrega, sin dejar de lado al espectador poco prevenido y pone el foco en la historia del joven Paul Atreides (Timothée Chalamet) . Este noble exiliado vio cómo la crueldad de la Casa Harkonnen asesinaba y destruía a toda su familia y su legado. Como es de recordar en la primera película, solo él y su madre habían conseguido sobrevivir refugiándose en el Desierto de Arrakis junto a los Fremen. Desde ese momento ambos deberán aprender las costumbres de este pueblo para ayudarlos en su lucha por la libertad y sus creencias. Un camino que llevará a Paul a enfrentarse a su propio destino como el presunto elegido que acabará con la opresión del Imperio.

Desde el inicio, las imágenes asombran al espectador, haciendo de cada frame de 70 mm de película IMAX un deleite visual, una postal que se encamina a ser el Star Wars de esta generación para los amantes de la ciencia ficción. La puesta en escena y la dinámica marcan un camino durante el cual el espectador no siente las dos horas y cuarenta y seis minutos de duración, donde el director muestra el desierto como nadie lo había hecho.

Dirección de arte, escenografía, vestuario, destacadas actuaciones hacen que hasta un espectador poco conocedor de la literatura de Dune, disfrute de la magnitud y la belleza de las imágenes creadas para darle forma a esta adaptación que impulsa verazmente la música original de Hans Zimmer, que logran darle forma a esta obra maestra de la ciencia ficción y del cine.

Entre los aspectos que hacen que Dune sea una joya, es imposible no señalar la relación emocional del elegido nombrado por la tribu Fremen como Muad’Dib y Chani (Zendaya) que suman a la ya interesante trama de estrategias de poder y su comunión con la religión para jugarle al mejor postor, manejando los hilos para sus propios intereses, sustentado en imágenes que retratan toda esa propaganda Nazi de la Segunda Guerra Mundial, con imponentes formaciones y despliegue militar eran símbolos de poder frente a su pueblo y sus enemigos.

Cada personaje construye su particularidad para tener recordación entre la audiencia, gracias al equilibrio de la narrativa, entregando aspectos claves como el personaje de Stilgar (Javier Bardem), que funciona para aligerar las cargas y la tensión. Uno de los personajes importantes, que no tiene tantas apariciones es Gurney Halleck, (Josh Brolin), que simboliza la lealtad y la fuerza de la desaparecida casa Atreides.

Las imágenes de los enfrentamientos, las batallas cuerpo a cuerpo y las armas usadas en el planeta Arakis, hacen de Dune: segunda parte un clásico instantáneo de la ciencia ficción que tiene influencias de películas como Gladiador (2000), Apocalypse Now (1979), o Star Wars (1977), que ayudan a calificarla desde ya como una de las mejores películas del año, como también puedo afirmar que Denis Villeneuve estará presente en los grandes premios de 2025. Una película que revitaliza a un género marchitado en los últimos años, que, sin duda, le da más brillo a la magia del cine, que sólo se puede disfrutar plenamente en una pantalla grande.

Viaje por el universo de Frank Herbert, el cual irónicamente, de no haber sido escrito, no existirían sagas como Star Wars, que de la mano de Denis Villeneuve recrearon este nuevo universo que está para quedarse como uno de los símbolos pop de este siglo. No se arrepentirá.

| Nota del editor *

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