Por: Daniel Rojas Chía
El colibrí en algunas culturas ancestrales significa la muerte en las noches frías del invierno y la resurrección a la vida con el amanecer de la primavera. Esta película de la gran directora italiana Francesca Archibugi, parece dar un mensaje parecido, tan profundo, melancólico y triste, como bello, como la vida misma.
La película muestra la vida de una familia, que la directora va presentando de manera brillante, iniciando por tal vez, el punto de giro más importante de la historia, cuando se presenta Marco Carrera (Pierfrancesco Favino), al que todos sus conocidos apodan “el colibrí”. Desde la playa que durante su adolescencia marcó gran parte de su vida, Marco conoce a Luisa (Bérénice Bejo), la mujer que amará toda su vida; pasando por Roma, donde vivirá durante años junto a su esposa Marina (Kasia Smutniak) y su hija Adèle (Benedetta Porcaroli) terminando en Florencia junto a su amigo el psicoanalista Daniele Carradori (Nanni Moretti), que le enseñará a hacer frente a los cambios y golpes del destino con el mejor de los ánimos.
La directora encuentra un ritmo tan armonioso, como apropiado con la fascinante actuación de la totalidad de actores, especialmente la de Pierfrancesco Favino, capaz de llevar al espectador de la mano en las etapas que se muestran de manera versátil, entrelazando las líneas de tiempo constantemente hasta dejar a quien esté viendo, un contexto claro y preciso para fabricar de manera muy emotiva y centrada, los puntos de giro de la película.
Siendo Marco el eje narrativo de la película, impulsa a los otros personajes con una adaptación de guion muy bien lograda y sólida de Francesca Archibugi, Laura Paolucci y Francesco Piccolo de la novela homónima de Sandro Veronesi, ganadora del prestigioso Premio Strega, el máximo galardón literario en Italia.
Los personajes van encontrando su lugar a lo largo de la película dentro de una bella melancolía que permea toda la historia, los lugares que se vuelven tan cercanos para el espectador durante la narración, como si ya se hubiera estado allí desde hace tiempo, esto porque la gran mayoría de la película se filmó en dos locaciones, y los lugares como en la vida, construyen recuerdos.
Aunque a Marco la vida no parece darle tregua, las conversaciones entre los personajes y sus personalidades se hacen presentes como en pocas películas se puede percibir, cuando cada situación de la cinta, parece decir algo más que lo momentáneo con personajes tan importantes como el psicoanalista Daniele, con líneas de diálogo que dentro de la profunda tristeza de situaciones difíciles, es amablemente esperanzador y logra ser él, un personaje clave en todo el andamiaje de la historia.
El Colibrí es una historia serena, amorosa, cruel, desgarrada y profundamente emocional donde los retazos de una vida muestran todas las vicisitudes de la experiencia de la misma existencia cuando se elige no lastimar, no regresar las cosas malas ni accionar los golpes del resentimiento. Una cinta dirigida con todo el amor de Francesca Archibug y fielmente transmitida a sus actrices y actores para lograr una narración franca, conmovedora y bellamente manejada sin complicaciones ni expresiones audiovisuales exageradas.
Una joya del cine italiano imperdible, para volver a ver hoy, mañana y siempre.