En los últimos años Nicolas Cage ha interpretado papeles en los que no se puede clasificar su género, tipo o estilo, es como si se pudiera decir que es: “un papel Cage”. Luego de icónicos papeles como el de Castor Troy en Face/off (1997), Leaving las Vegas (1995) que le valió un premio Oscar, regresa a interpretar una comedia surrealista dirigida y escrita por el noruego Kristoffer Borgli.
El hombre de los sueños o Dream scenario, nombre original, cuenta la historia de Paul Matthews (Nicolas Cage) un desventurado padre de familia que ve cómo su vida da un vuelco cuando millones de extraños empiezan a verle en sueños. Pero cuando sus apariciones nocturnas toman un giro de pesadilla, Paul se ve obligado a sortear las complicaciones de ser reconocido.
La desconcertante historia de Borgli no hubiera sido lo mismo sin Cage, ya que quienes seguimos su carrera, papeles como este refuerzan su muy particular trayectoria en los últimos años donde interpretaciones de hombres débiles y con miedos constantes, contrastan con hechos violentos o salidas heroicas como El peso del talento (2022), o la siniestra e interesante Mandy (2018), la violentamente cómica Renfield (2023).
En El hombre de los sueños, Cage es un profesor que teme constantemente salir de su zona de confort, cuya cotidianidad es el caparazón que lo protege para lo que teme en la vida, sus frustraciones y su poca aceptación y adaptabilidad social. Básicamente, un promedio muy alto de personas hoy en día que solo por medio de información masiva, imaginan tener reconocimiento. En este caso, aparecer en los sueños de los demás es ese activador social que nunca pudo manejar el personaje en su vida.
La cinta habla del peso repentino de la fama y cómo construye una quimera que la sociedad actual hizo parte de su cotidianidad. Luego de despertar este repentino interés por el fenómeno de los sueños, su esposa Janet (Julianne Nicholson) reflejan la teoría del efecto espejo que: postula que cuando nos relacionamos con personas con defectos similares, estos nos molestan porque actúan como un espejo.
En el buen y entretenido humor del protagonista y de la mano del director, se tejen varios cuestionamientos sobre lo que construye la sociedad y qué adapta para ella, así como los cambios que conlleva el reconocimiento. Paul intercede en todos los campos, siendo siniestro por pasajes, pero delineando un personaje parco que refleja todas las cosas que no pudo hacer en la vida.
Una película interesante, entretenida, con mensajes tan potentes como la actuación de Cage que tiene mucho de su papel en El ladrón de orquídeas (2002), con una evolución al estilo de este gran actor nacido en California. Una alternativa muy recomendada para que se permita soñar con algo diferente.