Pocas veces se ven películas que sean buenas exponentes del cine negro. Este se caracteriza por contar historias y sucesos relacionados con el mundo gángsters y crímenes urbanos. No es difícil de reconocer, pues se basa en el uso de sombras y en un llamativo estilo visual claroscuro, en ocasiones muy estético y brillantemente desarrollado en películas como El halcón maltes (1941), Animales nocturnos (2016), Pacto de sangre (1944) o El hombre que nunca estuvo (2001) entre otros.
El sucesor es una novela L’Ascendant, de Alexandre Postel. Es un drama psicológico coescrito por Legrand y Dominick Parenteau, quienes se inspiraron en personajes trágicos para construir al personaje protagónico que le permite mezclar géneros como el terror, la tragedia clásica, un gore ligero y muchas simbologías para abordar temas como los pecados paternos, las herencias genéticas y la violencia masculina, tan marcada en la sociedad.
Legrand hace gala de su manejo de espacios y atmósferas claustrofóbicas que le suma a la tensión, ambientada por un guion que sube en intensidad mientras se van desvelando los personajes entre sus temores y sus culpas. Uno de los picos más altos de El sucesor sorprende al espectador, ya que es intencional que lo intenten direccionar a un desenlace conocido, cuando solo lo prepara para dejarlo desorientado en el siguiente, creando una sorpresa aún mayor, al lado de una modesta producción, pero muy efectiva en una historia sólida con pocos vacíos o debilidades argumentativas.
Esta buena historia se sustenta en actuaciones que generan las emociones necesarias para impulsarla, lo que sucede con Ellias (Marc-André Grondin), que logra un buen desarrollo del personaje hasta llevarlo a un punto sin esperanza, tiñéndolo de grises hasta dejarlo negro, pero sustentando todo lo que pasa en pantalla con una acción-reacción llevada con un ritmo sutil que incomoda intensamente, llevando al espectador a ese límite y dejándolo aún más incómodo al final.
Es interesante cómo El Sucesor habla sobre los imaginarios que cada uno crea con respecto a algo establecido como la paternidad o las construcciones familiares, y cómo estas últimas delinean tantos aspectos de una persona, como también pueden llegar a representar reflejos de la vida misma bajo la sombra de la premisa cometer los mismos errores del padre, y cómo la sociedad de la que todos hacemos parte educa monstruos que pueden estar en los lugares menos pensados.
Estrenada en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2023, la película estuvo también en los festivales internacionales de Belgrado, Grecia, Hong Kong y Lituania. El pasado mes de febrero se estrenó en las carteleras de Canadá, Francia y España y desde el próximo 25 de abril llega a Latinoamérica, convirtiéndose en una película impactante e inesperada, que mientras más avanza, más te tumba y no te deja levantar.