Finalmente regresa la precuela de la saga Mad Max, Furiosa que completa la historia hasta ahora contada de la mano de su creador, el director australiano George Miller, con todo este caótico pero atractivo mundo post apocalíptico que inició su camino en 1979 con Mad Max, protagonizada por Mel Gibson.
Además de ser una precuela directa de Mad Max Fury Road (2015), no tiene por qué compararse con ella, que, si bien se encuentran en el mismo universo, tienen un tono diferente. Fury Road es una aventura llena de vértigo cuya historia va de un punto A a un punto B, sin grandes contratiempos narrativos ni personajes demasiado complejos.
Furiosa se enfocó en dos personajes: FURIOSA (Anya Taylor-Joy) y un sorprendente Demustus (Chris Hemsworth), que en un lapso de 20 años muestran que luego de caer el mundo, la joven Furiosa es arrebatada del Lugar Verde de muchas madres y cae en manos de una horda de motoristas liderada por el Señor de la Guerra Dementus. Arrasando el Yelmo, se topan con la Ciudadela presidida por El Inmortal Joe. Mientras los dos tiranos luchan por el dominio, Furiosa debe sobrevivir a muchas pruebas mientras reúne los medios para encontrar el camino de vuelta a casa.
En esta entrega, el personaje de FURIOSA y sus motivaciones constituyen el eje argumentativo, pero mientras el tiempo pasa, las muy bien desarrolladas secuencias de acción son parte clave de la estética de Miller, que con su anterior película se consolidó, del mismo modo que la talentosa diseñadora de vestuario y ganadora de dos premios Oscar entre otros, la británica Jenny Beavan, que sigue conteniendo un universo lleno de caos y muerte en trajes tan característicos de la saga que logra una consolidada estética desde el vestuario.
Furiosa encuentra un buen ritmo en dos horas y veintiocho minutos donde la información necesaria se le muestra al espectador para consolidar ese personaje tan fuerte e imponente, con una expresiva Anya Taylor-Joy, que, con solo su mirada, construye un personaje que no tiene más de 8 líneas de diálogo.
Con largas secuencias, planos secuencias impresionantes y una edición sobresaliente como su antecesora, la cinta sustenta su planteamiento conceptual de un fin del mundo continuo, con la decadente raza humana como testiga de guerras sin fin, sea el tiempo que sea, como dice una voz en OFF en ciertos momentos, creando una atmósfera sofocante que es distraída por momentos con la acción, pero con mensajes firmes y potentes, como la violencia de género, los alcances del poder, la violencia construida por la humanidad y cómo perjudica todo a su alrededor.
Miller hace resonar su lenguaje visual como música, como lo define, porque tiene ritmo, cadencia y explosión, lo que precisamente Furiosa logra con maestría, que, si bien no es vertiginosa como Fury Road, logra condensar historias interesantes de origen y ampliar de manera enorme el universo Mad Max.
Furiosa mantiene alto el listón en este género cinematográfico, y para mí, el director australiano George Miller, a sus casi ochenta años, consolida una estética punk/western para la historia del cine, como también le da el estatus de estrella a Anya Taylor-Joy y evidencia a un Chris Hemsworth que muestra que todavía tiene mucho que dar en un futuro cercano y con personajes más arriesgados.
Uno de los puntos altos de la película es su estridente diseño de sonido, lleno de motores, tanto que los autos son personajes importantes, con ruedas pasando por encima de alguna cosa sin vida, y la música de Tom Holkenborg intensifica una historia llena de caos y espectacularidad, pues Miller construye algo muy especial para el espectador, pues cuando se ve alguna película de la saga, se siente que se ha estado allí, dándole más vida a la emoción que trae la magia del cine que sin duda, hay que disfrutar en una buena sala y con el mejor sonido.
Aliste su asiento y quítese la grasa, el hollín, el polvo y la arena cuando salga, le aseguro que vienen más películas de George Miller, que estoy convencido, seguirán siendo épicas.