El cine ha proclamado grandes nombres para su historia, que son referentes para varios otros que lograron plasmar mejor sus ideas, y con ellas transmitirlas a millones, convirtiendo su visión en leyenda.
Muchos de estos directores tienen un tiempo prolijo y esto depende de factores variados como el público al que se dirigen, pero esto solo es uno de los factores, ya que, al fin de cuentas, su legado está allí para siempre, como le pasa al director español Fernando Trueba con Isla Perdida, su más reciente obra.
El director español es de los más importantes de la historia con sus dos premios Goya, y es el autor de grandes obras como Ópera prima (1980), La niña de tus ojos (1998), y la maravillosa Bell Epoque (1992), una de las cuatro españolas ganadoras del Óscar a mejor película extranjera.
Trueba regresa con un thriller con altas dosis de cine clásico, entre los exuberantes paisajes griegos y con una bella fotografía que le da mucha luz a un amor extraño y lleno de grietas que resulta más cotidiano que lejano.
Alex (Aida Folch) es una española que comienza un trabajo como camarera en un restaurante de una isla perdida. A pesar de ganarse rápidamente el corazón del brasileño Enrico (Juan Pablo Urrego), Alex se enamora de Max (Matt Dillon), el gerente norteamericano del establecimiento. Mientras su amor florece, se empiezan a descubrir inquietantes pistas sobre el oscuro y misterioso pasado de Max.
Trueba muestra como eje principal una historia de amor, que empieza a nutrir de matices e intrigas un relato que se va desarrollando con cada personaje, que deja al descubierto lo quebrado que está cada uno, y tal vez, eso sea lo que hace que el amor funcione: su supuesta falta.
El personaje de Matt Dillon alcanza cierta intriga y logra ser interesante en la construcción de su cometido, hasta que la cinta se pierde en la búsqueda de mantener el ritmo, entre elementos familiares de otras cintas como Cabo de miedo (1991) o en factores de personajes anteriores de Dillon como La casa de Jack (2018).
Isla perdida no mantiene a flote su trama, más allá de persistir en la idea de ese “no lugar” entre sus personajes. Aunque se destaca la actriz española Aida Folch que por momentos se carga la cinta a hombros, el papel de Juan Pablo Urrego es el más redondo porque se convierte en varios momentos en el disparador de la trama.
Un drama romántico con matices de thriller que cuenta con talento técnico colombiano, que cumple con creces y que sobresale en la calidad de la imagen y del sonido, con una historia que no acaba de convencer ni lleva a recuerdos duraderos para llevárselos a casa. Juzguen ustedes.
Hablamos con el director español Fernando Trueba y esto fue lo que nos contó: