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[Crítica] La niña callada: Un silencio con muchas sensaciones.

El término belleza del griego kalia (bello) se entiende como el orden que posee dentro de sí un objeto. En ocasiones la belleza también conmueve de maneras que no se entienden de inmediato, como en el caso de La Niña Callada (The Quiet Girl), dirigida por el irlandés Colm Bairéad, que con lo simple logra algo cautivador, demostrando que menos, es más.

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Cáit (Catherine Clinch) la protagonista, es una niña de 9 años que tiene una familia desestructurada, cuya madre al quedar embarazada nuevamente, la envía a pasar el verano con unos parientes lejanos, una pareja de mediana edad que vive en una granja, de la que la pequeña, poco a poco se gana su cariño en la medida que descubre una nueva forma de vida, diferente a la que había conocido.

El director le propone al espectador observar el mundo desde los ojos de la pequeña, y cómo este puede ser intimidante y cruel. Impresiona cómo Cáit solo con su expresión refleja y le da la emotividad necesaria a cada escena para entregarle una particular belleza y compleja simpleza.

La directora de fotografía, también irlandesa Kate McCullough, logra interpretar la soledad de la pequeña con el espacio donde interactúa, y cómo siente que no pertenece a ninguna parte, un miedo profundo de esta niña que apenas es lentamente apaciguado por Eibhlin (Carrie Crowley), y por la confianza que construye con la figura masculina de Sean (Andrew Bennett), que se va forjando desde el perdón, la compasión y el cariño.

La niña callada construye una empatía con el espectador, mostrándole continuamente paisajes emocionales de cada momento entre los planos abiertos contemplativos. Cuando digo lento, no me refiero a que la película no tenga un buen ritmo, aludo a que la historia genera ese lazo con Cáit, que luego de que cada espectador lo consolida, sólo le ofrece más potencia a la manera en que termina la película.

Este es un ejemplo de cómo algo simple, lleno de detalles y la atención de la narrativa por no llegar a excesos emocionales y visuales, logra un efecto especial, conmovedor e imprime la idea que está más cerca de los personajes, logrando un encuentro casi consigo mismo y el dónde se dejan o quedan guardados los recuerdos y las primeras enseñanzas que lleva consigo la vida.

Una película irlandesa que con creces merece la postulación a mejor película de habla no inglesa en la próxima entrega de los premios Oscar 2024. Juzguen ustedes.

| Nota del editor *

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