Este año, los robots han encontrado un lugar acogedor en el corazón de las audiencias. Robots Dreams (2023), es un ejemplo, con una historia entrañable y conmovedora desde la animación.
Clásicos del cine como la maravillosa Wall-E (2008), o la versátil y entretenida The Mitchells vs. the Machines (2021), toman de la mejor manera los robots en el cine de animación.

En esta ocasión, partiendo desde una magnífica adaptación de la novela infantil ilustrada de Peter Brown, que personalmente, me parece fantástica.
El director estadounidense Chris Sanders, responsable del clásico, Lilo y Stitch (2002) y de la joya Cómo entrenar a tu dragón (2010), entre otras, regresa con una historia llena de significado y belleza.

Robot Salvaje tiene tan claro para dónde va, que nunca se desvía de su cometido, ni pierde calidad en una hora y cuarenta y dos minutos, con personajes entrañables y desarrollos sencillos, pero efectivos.
La cinta presenta a un androide que luego de un incidente, es activado en la costa de la Calzada del Gigante, una isla rodeada de columnas de piedra que forman una barrera, convirtiéndola en un santuario natural.

La unidad Roz 7134 (Lupita Nyong’o), desea encontrar una misión que completar, pero el bosque cercano promete ser una ola de nuevos aprendizajes.
Robot Salvaje crece en toda la película, gracias a la sencillez con la que aborda temas que pueden ser complicados para una audiencia más pequeña, como la muerte y la razón de existir, desarrollados de manera tan franca, que solo queda disfrutar como la propia naturaleza del ser y estar.

Personajes maravillosos como Fink (Pedro Pascal), reflejan la necesidad del calor del afecto, para que le permita a un ser vivo, brillar un poco más, muy de la mano de los lindos mensajes hacia la maternidad, los lazos afectivos en el aprender y el regocijo del desaprender.
Robot Salvaje retoma la calidad de una casa de animación como Dreamworks, una joya que en su metraje irradia belleza en cada frame, que habla constantemente con la naturaleza y cómo nos cambia para bien.

Esa comunión de la naturaleza con la existencia, también estuvo en la anterior película de esta casa de animación, con la sorprendente El gato con botas 2, pero en esta ocasión, se asume desde diferentes frentes como la adaptación al observar el entorno y aprender constantemente gracias a tener objetivos claros.
La unión de una gran historia sin entrar en complicaciones innecesarias, llena de contenidos y significados, escrita por Peter Brown y distribuida por La Editorial Planeta, a la que agradezco por permitirme leer el libro antes, intensifica mensajes como la unión, la amistad y la lealtad, sin perder la naturaleza.

Es precisamente lo que parece humor negro, uno de los mensajes potentes de la película, que parece ser cruel, pero que se refiere al orden natural y sabio que la naturaleza a propuesto y que el ser humano se ha encargado de romper.
Por eso el protagonista de la historia no es humano, pues su análisis y lógicas se encuentran fuera de emociones y limitantes éticos, proceso de autodescubrimiento que proporciona la belleza en cada rincón.

Robot Salvaje es una cálida invitación a revalorar nuestro entorno, a ver con más atención nuestros lazos emocionales más cercanos, y no olvidar que es posible poder maravillarnos con la naturaleza para tener una existencia llena de propósitos y brillar como Roz.
Encantadora historia que puede hacerles recordar que la belleza de lo simple está más cerca de lo que usted cree, que, recuerde, ha estado allí.