El séptimo arte, es el apelativo con el cual se denota a la cinematografía desde hace más de cien años. La industria cinematográfica es uno de los grandes pilares de la sociedad actual, no solo por la construcción de sus imaginarios, sino por sus expresiones artísticas cuando le provocan al espectador un sin número de sensaciones, entre reacciones propias e ideas colectivas.
Grandes directores en la historia del cine han sido capaces de dejar ese tipo de sensaciones entre su público, y desde allí, producir una firma que identifica su trabajo. David Fincher es uno de ellos, que, gracias a sus personajes metódicos y llenos de incapacidades, proponen sensaciones llenas de susceptibilidades y de agudas sensaciones.
En esta ocasión con El Asesino el director norteamericano le ofrece al espectador una historia sencilla, lineal, pero llena de aristas y fuertes mensajes que se encuentran en 118 minutos de duración. El actor alemán Michael Fassbender desarrolla a un asesino con una reputación sólida, que todo el tiempo pretende ser metódico, calculador y preciso, bajo premisas mentales establecidas, que se van debilitando por la mera existencia.
Más allá de la narrativa lineal que ofrece Fincher, propone mensajes sobre cómo la sociedad se repite a sí misma para lograr cosas, bajo la concepción del éxito o del ser competente para una tarea. Toda la disciplina y el arduo trabajo que se necesitan no son más que conductos que muchas veces no tienen sentido y que dejan sin pensamientos propios a quienes aplican estos axiomas.
El director propone un thriller con tintes de cine de espías, pero si la historia no estuviera presentada desde el punto de vista de un asesino, sería una persona más de esta sociedad permeada por tantos fantasmas mediáticos, y en este caso, por la venganza.
Ese motivo primordial del personaje revela un trasfondo aún más potente con base en una narrativa sencilla y una cinematografía que no toma mayores riesgos, que sigue teniendo la firma del director, entre recuadros oscuros y esa poca, pero bien utilizada luz en sus tomas, El Asesino capta la atención de la audiencia mostrándose como una película de acción por momentos, con muchas locaciones alrededor del mundo, y con la llamativa mirada de alguien que puede desaparecer de la faz de la tierra entre pasaportes y dinero, aunque no es su único propósito.
Michael Fassbender logra estabilizar un personaje poco expresivo, pero consciente de que es mecánico, calculador y poco sensible, y que en virtud de su trabajo no ha desarrollado empatía hacia los otros, y que solo piensa en cumplir con el objetivo, y no por eso deja de ser brillante y entretenido.
Es interesante ver cómo construye el personaje con base en hábitos como no poder dormir en una cama, en estar siempre pendiente del tiempo y de vivir bajo la idea de lograr un objetivo, al punto de dejar de pensar en sí mismo, uno de los mensajes más potentes de la cinta, con mayor razón cuando su final resalta aún más una condición humana que todos los días se repite.
Otra buena película del maravilloso David Fincher, tan entretenida como versátil, con una narración sencilla pero efectiva y con una muy buena banda sonora, si disfruta de The smiths como yo. Juzguen ustedes.