La memoria de una sociedad es parte primordial de su historia y nunca puede quedar atrás, ya que no se puede permitir cometer los mismos errores del pasado, o por lo menos, esa debería ser la premisa de la humanidad. Aunque historiadamente esto nunca se cumpla, el séptimo arte es una herramienta clave en la creación de memoria.
Desde una realidad tan violenta y llena de pormenores como la misma sociedad colombiana donde la sombra de las AUC está presente desde antes del fin del siglo pasado, y solo ha cambiado sus formas para seguir vigente, los directores Canela Reyes y Sebastián Pinzón se adentraron en uno de esos capítulos oscuros de la historia colombiana, para más personas sepan de ellos.
La película La Bonga fue coproducida por el colectivo de comunicaciones Kuchá Suto, que trabaja por la divulgación y reflexión sobre la memoria de Palenque, quienes encontraron en el cine una nueva forma de contar su historia y gracias a esto, encontrar una reflexión sobre el poder de la comunidad, de reunirse, peregrinar con alguien y activar la memoria como acto de resistencia.
Desde el contexto histórico, hay que tener presente que los habitantes de La Bonga son descendientes de personas esclavizadas que lucharon por su libertad en las selvas que rodean Cartagena. Estas personas son conocidas como palenques debido a las fortalezas improvisadas de madera, construidas para protegerse contra los constantes ataques de sus esclavizadores. Durante más de 400 años, los palenqueros han luchado por preservar su libertad y su legado ancestral.
La película, se rodó en San Basilio de Palenque y se desarrolla en dos temporalidades que, a su vez, narran dos viajes paralelos que se encuentran y resuelven al final. Por un lado, toda la comunidad peregrina para hacer una fiesta. Por el otro, María de los Santos viaja con su nieta Dayanis meses después de la festividad y encuentran que la vegetación reclamó lo que alguna vez fue suyo.
Los directores de fotografía Timothy Fryett y Sebastián Pinzón Silva desarrollan con talento, los encuadres pertinentes para imprimir poesía a esta historia sobre una realidad latente, haciendo de cada cuadro un ejercicio de contemplación, donde el ritmo lo propone el mismo entorno, siendo parte de la misma peregrinación, de la misma familia que fue desplazada por la violencia.
Técnicamente, la película logra con calidad llevar a cabo imágenes limpias que compaginan perfecto con su sonido ambiente, sin verse o escucharse sobrepuesto en ningún momento. Los directores logran cautivar al espectador respetando la memoria de sus protagonistas sin entrar en excesos ni imágenes violentas.
La Bonga es una película que ha rodado en diferentes festivales como el de Sundance con éxito y es claramente un reconocimiento a esa sociedad que resiste y sueña con volver a sus tierras. Una película que merece ser vista por su misma gente, para recuperar de a poco toda la historia que falta por aprender.
