Por: María Camila Rodríguez
Luego de las manifestaciones del día 9 de septiembre, varios CAI´s de Bogotá terminaron destruidos, con vidrios rotos, grafitis en las paredes y algunos completamente incinerados.
Pese a esto, un grupo de jóvenes de la localidad de Suba decidió organizarse. Es el colectivo Suba Nativa, que junto con la Biblioteca Comunitaria El Fuerte del Viejo Topo, convocaron el viernes 11 de septiembre a una jornada de resignificación del espacio, en el CAI de Suba La Gaitana, cuyas instalaciones terminaron completamente incineradas a causa de las protestas.
La jornada empezó a las 10:00 de la mañana. Hacía bastante sol, y por medio de un flayer creado por los jóvenes miembros del colectivo y la biblioteca, se hizo difusión del mensaje, para que quienes quisieran ser partícipes llegaran al lugar a donar libros, o a llevar plantas, objetos de trabajo y limpieza, pinturas, pinceles y cualquier herramienta que pudiese ser de ayuda. El objetivo era claro: convertir el antiguo CAI en una biblioteca popular para la comunidad del barrio.
Sobre las 11:00 de la mañana, varias personas empezaron a llegar, algunos colaboraban y se interesaban por participar de la iniciativa, otros, curiosos ante lo que sucedía sólo se acercaban para ver y tomar algunas fotos.
Inicialmente la labor se tornó ardua, pues además del calor, era necesario limpiar el espacio. Varias señoras del sector llegaron con escobas y palas, para asear y recoger los escombros, mientras que jóvenes del colectivo, iniciaban dándole vida y un nuevo rostro al lugar. La fachada principal fue pintada de blanco, y encima fue diseñado un grafiti en el que se veía un rostro acompañado del lema: “queremos paz y educación, primero la vida”.
Mientras tanto, uno de los voceros de la iniciativa, hacía pedagogía con los curiosos que se acercaban, explicando, no sólo la finalidad del trabajo, sino invitando a la donación de libros y herramientas que pudieran servir para lo que se estaba gestando.
Al cabo de unas horas, nadie habría podido imaginar que, horas antes el lugar era un CAI, pues a pesar de que algunas paredes mostraban los estragos del fuego, el lugar había sido renovado, no sólo su fachada había cambiado, sino la representación y significado que éste ahora tenía, era distinto.
Dentro de las frases más representativas que era posible leer estaban: “De CAI de represión y tortura a centro de educación y cultura”, “mucha policía, poca comida”, “centro cultural Julieth Ramírez”, “un centro de reclusión y tortura, convertido en uno de creación y cultura”.
Uno de los voceros del colectivo Suba Nativa y la biblioteca comunitaria El Fuerte del Viejo Topo, Juan Carlos Bernal, afirmó que la iniciativa buscaba deconstruir el lugar, para darle no sólo un nuevo significado, sino brindar un espacio para la comunidad, en el que se cambien la represión, el miedo y la violencia, por educación, libros y cultura para las personas. El mensaje fue claro, “no queremos seguir siendo víctimas del abuso policial, debemos transformar los espacios en los que se intimida y se legitima la violencia, por lugares de construcción y formación artística, cultural y diversa”.
Sobre las 2:00 de la tarde el lugar casi estaba listo, al techo se subieron varios jóvenes, quienes sostenían una poli sombra en la que se podía leer “Centro Cultural Julieth Ramírez”, en memoria de la adolescente de 18 años, asesinada durante las jornadas de protesta de la noche del miércoles 9 en el barrio La Gaitana.
Al finalizar la jornada, una cantidad de transeúntes y vecinos aplaudían y expresaban su apoyo por la labor realizada. Bernal se hacía escuchar mediante un micrófono, mencionando que el espacio sería para las personas, que la comunidad sería ahora beneficiada con la biblioteca y que, además, exigían mediante ese acto la reforma integral de la policía, el desmonte del ESMAD, la severidad que debía ser aplicada en los procesos de judicialización para los asesinatos cometidos por la policía, así como la renuncia del comandante de la policía y el ministro de defensa.
Con respecto a las proyecciones que se tienen con el lugar, el vocero del colectivo y la biblioteca, indicó que quisieran designar el espacio para los libros, y para hacer intercambios de carácter cultural, bien sea proyecciones de cine caseras para el barrio, o una fogata en la que todos y todas se puedan integrar.
Por el momento, el futuro del lugar es incierto, pues pese a la toma hecha por jóvenes del sector, el área del CAI sigue perteneciendo al Estado. No obstante, la labor sigue siendo un espacio de reflexión, pues su sentido apela por la erradicación de la violencia institucional cuando es legitimada, y por la creación de espacios socio culturales donde las personas sean educadas, y hagan apuestas por crear, desarrollar y fortalecer habilidades con las que enriquezcan su vida.
