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Del corazón de Venezuela a la escena musical bogotana

Por: Angie Vanessa Duarte Barrios, integrante del Semillero en Música y Comunicación Soundterra de la Corporación Universitaria Minuto de Dios en Bogotá. 

Antes de venir a Colombia y convertirse en mariachi, Carlos Graterol era miembro de la Guardia Nacional Venezolana, un cuerpo del ejército con funciones análogas a las del ESMAD, pero desertó por razones económicas y decidió viajar a nuestro país en busca de mejor fortuna. 

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La figura de deserción en Venezuela no es legal, tanto que, para pedir la baja de una fuerza militar, se deben cancelar entre 80 o 90 dólares, lo cual es una extorsión, o como lo llaman allí un matraqueo, hecho que evidencia la corrupción que ha alcanzado a estas instituciones. 

Una vez en Bogotá Carlos fue recibido por un primo, y en la actualidad está en proceso de conseguir su Permiso Especial de Permanencia. Ahora tiene estabilidad económica y recibe ayuda para la legalización desde su país, aunque ha tenido dificultades técnicas para ello, ya que la conectividad en esa nación es precaria, factor que obstaculiza la tramitación. 

Para Carlos haber cambiado de trabajo ha resultado una mejora, además que descubrió que en su empleo anterior se sentía vacío, hueco emocional que aumentó con la mala situación que vivía. 

Su anterior empleo no les dejaba buenas experiencias a muchas personas, pues la Guardia Nacional Venezolana, por ser un instrumento de la dictadura, tenía conductas represivas que no respetaban a los ciudadanos disidentes al régimen. 

En su oficio de músico ha encontrado un entorno opuesto, uno en el que se busca la libertad y la expresión de lo que piensan una o varias personas, ambiente que Carlos aprovecha en cada interpretación, por lo que considera que ese vacío está sanado. 

Para Carlos trabajar en Colombia tiene más sentido porque la situación económica es algo mejor, pues a diferencia de antes, en su condición de padre soltero, ahora tiene para el sustento de sus hijos y el suyo 

Optó por la opción de irse de su país, aun sabiendo que, si algún día decidiera regresar, sería encarcelado. Con tristeza dejó atrás a su familia, pero con la promesa de que respondería por ellos, en especial con los recursos para las medicinas de su hija. 

Aunque no tiene formación previa como músico, ha autogestionado ejercicios para mejorar su educación vocal, sobre todo su dicción, pues mucha gente le dijo que no podría cantar por ser Lengua mocha, expresión venezolana para señalar a las personas con problemas para pronunciar ciertos fonemas, pues presentaba dificultades con la R y la S, que muchas veces omitía en sus presentaciones por ese motivo, inconvenientes que ha logrado superar con la práctica. 

Carlos Graterol

Otro aspecto que le fue complicado al principio era el tempo de las canciones, o cuadratura, como la conoció, pues una vez mientras cantaba alguien lo corrigió y le dijo que estaba fuera de métrica, y le enseñó a entrar en ritmo. 

Ahora Carlos tiene la capacidad de analizar con su oído si va a compás con los instrumentos o con la pista. Le costó un poco más al comienzo ya que lleva poco tiempo en la agrupación, pero sabe que es cuestión de prestarle atención a cómo marcan el ritmo las guitarras, por ejemplo. 

No planea dejar de cantar en la calle, a pesar de tener posibilidades más formales de hacerlo, pues la considera un espacio de oportunidad para ingresos y para que la audiencia de a pie tenga buenos recuerdos, tanto que ha tenido muy buenas experiencias con extranjeros que lo han visto cantando en la Plaza de Bolívar.

Es la historia de Carlos Graterol, un mariachi venezolano, procedente de Guari (el corazón de Venezuela), que canta en las calles, en Transmilenio y en eventos a los que es invitado con su grupo, que lo aceptó, aunque no tuviera formación musical previa, basados en el talento que percibieron al oírlo en una de tantas jornadas, 

Carlos tiene muy buena relación con su grupo, y reconoce que, si bien la música al principio fue un camino para salir de aquella mala situación en la que estaba ese 21 de octubre que empezó un nuevo rumbo, luego se volvió algo más, una pasión para él.

| Nota del editor *

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