Por: Valentina Tibaduiza
Según el DANE la tasa de desempleo de la población joven para el mes de abril de 2020 se ubicó en el 20,5%, y en cuanto al periodo enero-marzo 2019 ésta tasa fue de 19,5. De igual manera, este último reporte señala que en el trimestre enero – marzo 2020 el sector de economía que concentró el mayor número de jóvenes ocupados fue el comercio y reparación de vehículos, 19,2%, seguida de Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca (15,9%) e Industrias manufactureras 11,5%.
Teniendo en cuenta lo anterior, la falta de recursos económicos se convierte en uno de los mayores motivos de deserción universitaria, pues según resultados arrojados en encuestas realizadas por la Asociación Colombiana de Universidades (Ascun) en el 75% de los casos el ingreso del hogar es inferior a dos salarios mínimos, y el 87% ha tenido disminución de ingresos durante la pandemia. Con base en esto la ASCUN señala que la deserción en la educación superior puede llegar al 25% en lo que corresponde al 2020, bajar al 20% en 2021 y 18% en 2022.
Para analizar el futuro de los jóvenes en los campos laboral y educativo, el director general del SENA, doctor Carlos Mario Estrada, que dirige esta institución desde 2018, habló en exclusiva para Datéate. Estrada también ha sido profesor en las universidades de Medellín, Antioquia, Cooperativa y Nacional (sede Manizales).
Valentina Tibaduiza (V.T): ¿La educación debe reacomodarse al estilo de vida de los estudiantes?
Carlos Mario Estrada (C.M.E): La educación hoy debe reconocer que su público objetivo se ha transformado y tiene otras expectativas, por ello tiene la imperiosa necesidad de reinventar sus contenidos, metodologías de aprendizaje, tecnologías y plataformas educativas que faciliten diversos tipos de enseñanza y competencias. Son estudiantes que exigen otros medios por los cuales viajen los contenidos, el conocimiento, es decir, un uso más eficiente de los medios digitales.
La educación está frente a un joven que espera respuestas más inmediatas en términos de información y del conocimiento. Los jóvenes hoy quisieran obtener la respuesta a la pregunta con la que amaneció ese día, y no necesariamente con aquello que aparece en un programa preestablecido, que no sabemos hace cuánto fue concebido y del que desconocemos su pertinencia actual en un mundo cambiante y disruptivo. Eso nos pone frente a un gran reto: cómo rompemos de alguna manera esas barreras que están distanciando a los jóvenes de la escuela y que no genera entusiasmo en ellos. Esto explica en gran medida los altos niveles de deserción o de inasistencia a los ambientes escolares.
V.T: ¿Cómo cree que hoy en día los jóvenes están alimentando su conocimiento?
C.M.E: Ellos están evidenciando que existen otros medios para satisfacer sus necesidades en términos del conocimiento, lo hacen a través de las redes, las diferentes plataformas, los contenidos libres que encuentran en la red. Este proceso de aprendizaje virtual se acentuará aún más por los retos generados por la pandemia del COVID-19 que dificultará en los próximos años la formación presencial. Eso significa entonces que la educación está afrontando nuevos desafíos, y al mismo tiempo tiene la posibilidad de satisfacer las nuevas expectativas de los jóvenes en un nuevo orden laboral que exigirá habilidades digitales y competencias socioemocionales.
V.T: Como docente y director del SENA ¿qué características cree relevantes mencionar sobre los jóvenes?
C.M.E: La educación está frente al reto importante de reconocer cuáles son las características específicas que tienen los jóvenes en la actualidad: son hábiles buscadores de información. La escuela debería ser un escenario de curadores de la información que existe en la red. Estamos frente a un joven que le gusta gestionar sus conocimientos, que busca resolver los interrogantes.
Los jóvenes de hoy tienen una lógica del tiempo totalmente distinta, en un gran porcentaje son noctámbulos o, como ellos lo manifiestan, son más productivos en la noche que en el día. Estamos frente a una generación que posiblemente es más emprendedora, porque muchos de ellos necesariamente no se ven en una empresa prestando sus servicios por largo tiempo, eso significa, que estamos frente a otras necesidades, y ello nos obliga a construir otro discurso, otras narrativas para que los jóvenes realmente se conecten de forma entusiasta con sus procesos educativos.
V.T: Anteriormente mencionaba que la educación se está enfrentando al reto de conocer a los jóvenes ¿Cree que el sistema educativo está en crisis?
C.M.E: El sistema educativo está frente a unos enormes retos que debe resolver para volver a ser ese espacio aspiracional, en el que los jóvenes quieran estar, donde sientan que realmente encuentran respuesta a sus intereses, a sus motivaciones, a sus deseos de aprendizaje, porque ellos pretenden aprender, pero en muchos casos, no lo que la escuela les quiere enseñar; están en la búsqueda de otro tipo de información que les permita moverse libremente, porque las personas de las nuevas generaciones se sienten ciudadanos del mundo, no ven su desarrollo personal necesariamente ligado a un territorio en particular o enclaustrados en un aula de clase.
V.T: Desde su experiencia como director Nacional del Sena ¿Considera pertinente que el sistema educativo deba implementar un balance entre la educación y el emprendimiento?
En ese sentido sigue creciendo el reto para la educación. No hay que separar la escuela del emprendimiento, posiblemente es la escuela el escenario por naturaleza en el que se pueden fortalecer las habilidades y las capacidades emprendedoras de la nueva generación. Esto significa un replanteamiento de la manera en que hacemos los procesos educativos al interior de las instituciones. Debemos superar la discusión frente al sistema y encontrar la manera de ofrecerle al joven la posibilidad de moverse con tranquilidad y resolver sus inquietudes e intereses, motivaciones y necesidades en el mundo del conocimiento, que le permita emprender ese proyecto de vida profesional y personal que finalmente le haga feliz.
Para el 2015 los denominados “Ninis”, jóvenes que ni estudian ni trabajan, eran cerca de 2.528.540, el equivalente al 19,9% de esta población. Para el 2018 pasaron a ser 2.742.258, ascendiendo al 21,7%. Estas cifras reiteran la apremiante necesidad de trabajar para mitigar las tasas de deserción educativa, y de desarrollar de manera complementaria acciones dirigidas para la educación hacia el empleo, como lo reveló el primer informe de inclusión laboral en Colombia.