Escucha nuestras emisoras: 🔊 AUDIO EN VIVO |

Escucha nuestras emisoras: 🔈 BOGOTÁ 1430 AM | 🔈 CUNDINAMARCA 1580 AM | 🔈 TOLIMA 870 AM | 🔈 SOACHA | 🔈 NEIVA | 🔈 SOLO MÚSICA

“El Camino”, un desastre insistente

“¿Qué explotó?”, Fueron las palabras que se escucharon entre la multitud ya callada por el impacto, el nerviosismo se apoderó de aquel salón que antes desbordaba en alegría, -No hay luz, Don Casimiro, ¿Qué hacemos?. Preguntas que hasta para Casimiro se convirtieron en un enigma difícil de resolver, ¿Qué se podría hacer ante esta tragedia?, ¿había gente pasando en ese momento?, ¿Cómo iban a salir?

Por: Laura Camila Ortega Cárdenas

Casimiro por fin había cumplido una de las metas más anheladas de su vida, el día estaba soleado y aunque era ese “sol de lluvia”, como le dicen los abuelos, no se nublaron las ilusiones de que de aquel día, donde se iba a celebrar la primera fiesta la familia campesina, fuera inolvidable. Eran las 11 de la mañana de junio de 2013, la gente estaba alegre, se escuchaban las risas de los más pequeños, el salón comunal de aquella pequeña vereda de La Calera, Cundinamarca, estaba a reventar de gente, el olor a carne asada inundaba el ambiente y el mantra que se le repetía a Don Casimiro como si de planas se tratarán era:

- Patrocinado -

-Don Casi, lo felicito, que buena le quedó la fiesta.

En el Líbano, vereda donde se llevaba a cabo la grandiosa fiesta, el invierno ya había dado sus primeras alertas. Es de esos climas bipolares, como le dicen los citadinos que se asentaron en la vereda, de esos climas que inician con un sol fuerte y hostigante y a los 15 minutos comienza la lluvia sin haber enviado una carta de recomendación para salir con chaqueta. Fue en ese momento en el que Casimiro se dio cuenta que la fiesta se podría arruinar, pero no le prestó mayor atención, después de todo, el día era para celebrar.

Eran las 3 de la tarde, el cielo parecía enfurecido,sin embargo para Casimiro fue otra oportunidad de unir a la comunidad. Mandó a entrar a todos al recién decorado salón comunal, la música estaba a tope, había licor y comida por doquier

-Pongan una de Jorge Velosa, se escuchaba entre el desorden. A quien estuviera a las afueras se le contagiaba la emoción por la fiesta, parecía que el frío y ese cielo grisáceo no importaban realmente.

¿¡Qué explotó!?, se escuchó entre la multitud, Andrea derramó inmediatamente un poco de sopa del plato en el que estaba tomando,

– Empecé a ver como bajaba la montaña y los árboles, narra Andrea Gómez recordando con cierta nostalgia aquel día. Y no era para menos, ese día la tristeza y el miedo por no poder salir invadió a muchos. Pocos minutos después del derrumbe, algunos valientes fueron a ver de cerca lo ocurrido, el temor porque alguien estuviera pasando en ese momento por el camino siempre estuvo presente, todos sentían como si con ese pedazo de tierra que se desgarró se les desgarrará un pedazo del alma. Sobre todo para Don Julio Cañas, quien tenía su casa a pocos metros del borde de la montaña, después del derrumbe una parte de ella quedó flotando.

Para Casimiro el nuevo reto era afrontar el desastre, no era suficiente pedir ayudas para la limpieza del camino, pues debían buscar un lugar donde botar todo el barro que se derrumbó, no podía ser en cualquier sitio porque podría causar otro daño ambiental. A pesar de lo difícil que fue conseguir la maquinaria, se logró despejar el camino y tiempo después ingenieros fueron a ver la zona. -Me dijo que nosotros los campesinos estábamos acostumbrados a construir los caminos así, sin nada de canaletas ni desagües y que por eso el agua no tenía por donde salir. Para Casimiro no era sorpresa que le dijeran algo de ese tipo, pues es de conocimiento público que los campesinos hacen sus caminos de herradura con el fin de transitarlo, en su mayoría, a pie, por lo que es muy extraño que se piense en un camino con canaletas.

12 de noviembre

-Estamos construyendo para destruir, narra Cecilia Cárdenas, a quien la reciente tragedia del sábado 12 de noviembre de 2022 le inundó su casa de agua. Para muchos de los habitantes del Líbano el invierno era, aunque fuerte, absolutamente normal, pues al vivir en un lugar caracterizado por su clima frío y constantes lluvias era algo de esperarse, sin embargo nadie se imaginaba que el camino que se derrumbó en el 2013, nueve años más tarde volviera a reclamar territorio.

Incomunicados, sin luz, sin agua, con el miedo de que la tierra se siguiera desprendiendo, así se encontraban los habitantes del Líbano. Por más de una semana el olor a fango y el intransitable camino se convirtió en la mayor problemática y en el desastre más grande en más de 200 años de la vereda. Pero no se podía hacer mucho, no era solo el derrumbe que a ellos los afectaba, a nivel municipal era cantidad de emergencias, personas a las que el barro les cubría la cintura, no se podía pedir más.

Mercy Azza, actual presidenta de la JAC El Líbano, pasó semanas tratando de gestionar ayudas, buscando respuesta de la Alcaldía para despejar el camino, del cual se derrumbaron más de 30 metros, era un trabajo complicado pero de urgencia para los habitantes, pues su único medio de comunicación era este. Ever, un habitante de la vereda cuya salud era delicada mucho antes del derrumbe, se vio entre la espada y la pared al no tener luz y aún más importante, no había manera de sacarlo de la vereda para su tratamiento médico, los esfuerzos de todos se vieron reflejados,  una camioneta de bomberos lo esperaba al final del derrumbe para poder trasladarlo.

Casimiro, ante esta situación, quedó sin palabras, oraba por todos en la vereda, el bienestar de aquellos a quienes les fue arrebatado su hogar, o a los muchos que no podían salir a sus trabajos y los sustentos de sus familias se veían en riesgo. Sus nietos lo colman de preguntas  como el ¿Porqué a nosotros si no le hacemos nada a la montaña?, a lo que Casimiro solo puede pensar en todo el daño que se ha hecho a la montaña durante años, la misma razón que tiene Cecilia quien piensa que aunque la culpa es de todos por  no cuidar el territorio, lo es más de quienes dieron las licencias para construir casas enormes en toda la falda de la montaña, aquellos no nativos que ven en la vereda un paraíso que no cuidan.

Días posteriores al derrumbe del camino la conmoción era evidente, la señora Mercy buscaba la manera de llevar la maquinaria para quitar la tierra y árboles, sin embargo los ingenieros o arquitectos que van a la vereda les dicen cosas sueltas y en palabras, como que no hay por donde circule el agua o que es necesario quitar los árboles que se pueden caer, lo cierto es que no hay estudios concretos y de alguna manera Casimiro siente que abandonan al territorio.

Ahora es normal ver a lo lejos una montaña desnuda, metros y metros de tierra y greda que dan el recordatorio constante del desastre provocado. Para Cecilia, ese día no solo llovió, ese día la tierra se estremeció, buscando que los habitantes se dieran cuenta del mal que se había provocado.

Los comunicados de prensa emitidos por la Alcaldía de La Calera, durante y posteriores a los derrumbes ocurridos el 12 de noviembre, dejan desconcierto en los habitantes, más en Casimiro y Mercy, personas que se mantienen al tanto de situaciones que puedan afectar a la comunidad. A pesar de que la alcaldía comunicaba y publicaba en sus redes sociales los avances en la atención a los desastres, Andrea siente que realmente hay muchas personas que se sienten abandonadas y que la Alcaldía de La Calera no los representa.

Han pasado ya más de 3 meses del derrumbe y no es extraño escuchar quejas y lamentos por la condición del camino, los olores a fango y agua estancada salen a relucir con el sol, el camino está en malas condiciones y es muy difícil que los carros transiten por allí, para Casimiro es una realidad que el mundo va avanzando, pero no entiende como es posible que después de tanto tiempo no se vea iniciativas de hacer canaletas, como en su momento le dijeron que debían hacerse, o que la misma comunidad alce la voz y pida que realicen un estudio a fondo para conocer las verdaderas condiciones del camino.

Muchas veces la tristeza se apodera de la comunidad -Nosotros, los que estamos acostumbrados a no tener nada, cuando perdemos algo material no nos duele tanto, no se puede quitar algo que uno no tiene, dice Cecilia con una expresión de dolor, después de todo lleva más de 60 años en la vereda y es duro para los nativos ver cómo su territorio, caminos y montañas por las que transcurrió su niñez, se las lleva el agua y las malas decisiones de los mismos habitantes.

-Dios quiera hoy no llueva, resuena en las voces de muchos, para todos el miedo está latente, es difícil ser campesino en tiempos de invierno y desastres naturales. A pesar de eso, Casimiro se mantiene optimista, pues para él algún día la gente tendrá conciencia de que la montaña habla y es tan importante como el agua o la luz para vivir tranquilos.

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: radio@uniminuto.edu

Otros contenidos

Contenidos populares