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El Campín se moderniza: beneficios y desafíos para la comunidad

Es un hecho, los bogotanos, Millonarios y Santa Fe tendrán nueva casa.

Por: Juan Esteban Solano Montero. 3er semestre

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En 1938, el Estadio Nemesio Camacho El Campín fue inaugurado por Gustavo Santos, entonces alcalde de Bogotá. 86 años después, bajo el mandato de Carlos Fernando Galán, este escenario será remodelado y pasará de ser un estadio de fútbol a un megaproyecto. “Este estadio hace parte del ADN de Bogotá, y ahora será un espacio para el fútbol y 50.000 espectadores”, aseguró Galán.

El pasado 7 de junio de 2024 se llevó a cabo la firma del contrato de concesión de la Asociación Público – Privada (APP), que desarrollará el nuevo Complejo Cultural y Deportivo El Campín. Este megaproyecto incluye la construcción de un nuevo estadio, de un auditorio para la Orquesta Filarmónica de Bogotá, zonas gastronómicas, un centro comercial, un hotel, una clínica de tercer nivel, un servicio de urgencias de la Cruz Roja, parques y senderos verdes.

La capacidad del estadio pasará de 35.000 a 50.000 personas. José Lisandro Riveros, residente del sector y fanático del fútbol, menciona que la ampliación del estadio permitirá que más hinchas como él tengan la oportunidad de asistir a los partidos, pues asegura que, con el aforo actual, muchas veces no hay boletos disponibles.

Este megaproyecto se desarrollará en dos fases: la primera denominada pre constructiva que inició una vez finalizó el Mundial sub-20 Femenino, que incluye la planificación detallada, la obtención de permisos respectivos y el trámite de las licencias. Después sigue la fase de construcción que está prevista para llevarse a cabo durante 3.5 años por etapas, que incluye la intervención parcial de los estadios. “El Campín nunca se cerrará”, declaró el director del IDRD, Daniel García.

La renovación del Estadio El Campín tendrá un costo estimado de 2.4 billones de pesos, megaproyecto que será financiado por una asociación público-privada, lo que significa que el sector privado asumirá los costos de construcción y de operación por 29 años, y a cambio obtendrá los ingresos del estadio y de las instalaciones por el tiempo que dure la concesión, mientras que el Distrito recibirá el 1% de las ganancias.

Esta distribución de los ingresos ha generado debates, en particular de quienes consideran que es un gran negocio para los privados, pero pésimo para el distrito porque pierde Bogotá, como comentó Jennifer Pedraza, representante a la Cámara por Bogotá del Partido Dignidad en su cuenta de X. A estas críticas la exalcaldesa mayor de Bogotá, Claudia López, pionera del megaproyecto, declaró que es un gran negocio para la ciudad porque la inversión vendrá del sector privado quien asumirá el riesgo total del proyecto.

Los comerciantes del sector esperan que este megaproyecto les sea beneficioso para su negocio y la economía local. “Más turismo, más personas, más comercio”, comenta Hernando Díaz, comerciante local que tiene su tienda deportiva a pocos metros de El Campín. Mercedes Ospina, vendedora ambulante a las afueras del recinto, cree que dicha ampliación sería beneficiosa para su negocio, porque le traerá más ventas.

Sin embargo, a Doña Mercedes le preocupa los posibles permisos y regulaciones que la alcaldía podría imponerles una vez concluido el proyecto. “Nos toca estar pendientes de que nos renueven los permisos y los papeles para seguir trabajando”, asegura.

José Lisandro también ve con buenos ojos esta ampliación. Afirma que “la llegada de más personas significa más negocio para los locales”. Más allá de la preocupación de Doña Mercedes, la comunidad comparte la idea de que la ampliación va a ser beneficiosa para el comercio local.

La comunidad tiene gran expectativa en este megaproyecto, pues la innovación y modernización de El Campín beneficiaría a la ciudad en general, como comenta José: “La innovación me gusta, mejorar o ampliar el comercio es una buena idea para la ciudad”. Aunque miembros de la comunidad ven la modernización como una oportunidad de crecimiento, tampoco desconocen un posible impacto negativo que tendría sobre los negocios.

Como no todo es color de rosa, la gente tiene varias preocupaciones sobre la seguridad del barrio y en la desinformación alrededor del proyecto. En cuanto a la seguridad, la principal inquietud es que, debido al incremento del aforo, la presencia de las barras bravas será aún mayor, como indica José: “Me preocupa la seguridad, siempre queda un pequeño porcentaje de hinchada que no viene a ver el partido, sino a hacer fechorías”. Si bien es cierto que estos últimos años el Gobierno Distrital ha tratado de apaciguar la violencia en los estadios y sus alrededores, la verdad es que en muchas ocasiones estos intentos han sido en vano.


Otro punto que tiene a la comunidad preocupada es la falta de información y de participación en la planificación y construcción del proyecto. Mercedes, Hernando y José comparten la misma premisa: ninguno ha sido informado: “No nos ha llegado nada, ni tampoco hemos participado en reuniones”, asegura Mercedes.

Muchos habitantes de la comunidad ni siquiera tenían idea del megaproyecto, como es el Caso de José, residente del sector, quien asegura que hasta ahora se está enterando, y que pide que pongan maquetas y envíen folletos para que la comunidad esté informada.

Aunque las preocupaciones de la comunidad no son menores, algunos vecinos tienen una gran expectativa sobre el proyecto: “Espero que la rompan, porque tener un estadio más grande puede mejorar incluso el nivel de los equipos y hacer que extranjeros de gran nivel vengan a jugar acá”, dice José. Si se maneja de la forma adecuada, este megaproyecto podría ser una oportunidad para mejorar la condición del espectáculo, para potenciar la economía local y para demostrar que Bogotá está al nivel de las grandes ciudades.

Hay grandes expectativas, pero también existen preocupaciones válidas, sobre todo en temas de seguridad y en la falta de comunicación con la comunidad. Estos proyectos de gran nivel tienen la responsabilidad de beneficiar no solo a las empresas privadas, sino de darles bienestar a las comunidades impactadas.

| Nota del editor *

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