Por: Angie Dayana Ruiz Soler
En el colegio Rodrigo Lara Bonilla, ubicado en una de las zonas más vulnerables de Bogotá, un profesor ha implementado su pedagogía para generar ambientes de paz y resolución de conflictos.
En junio de 1999 Alexander Rubio vivió un suceso que le cambió la vida, la muerte de uno de sus estudiantes a causa de la violencia lo hizo replantearse acerca del verdadero objetivo de la educación. Su amor por la pedagogía lo ha llevado a ser merecedor de varios reconocimiento nacionales e internacionales.
Alexander Rubio se ha caracterizado por ver la educación de una manera distinta y transformar la vida de jóvenes y niños que viven en Ciudad Bolívar, por medio de la Pedagogía del Loto, que permite tener mayor autorreconocimiento y ponerse en el lugar del otro.
Esta pedagogía está basada en tres preceptos: respirar, pensar y actuar. Respirar como una forma de reconocerse y conectarse con la vida. Pensar es el proceso de tomar decisiones asertivas, utilizando las acciones de aprendizaje sináptico. Y actuar desde la alteridad, otredad y empatía para generar dinámicas de convivencia: “el confinamiento nos obliga a asumir nuestras emociones de manera distinta”.
Alexander Rubio Álvarez es licenciado en Educación Física de la Universidad Pedagógica Nacional y magister en docencia e investigación de la Universidad Central de Chile. Ha trabajado por 21 años en el colegio público Rodrigo Lara Bonilla en la localidad de Ciudad Bolívar, donde fue merecedor del Récord Guinness por la clase de yoga más larga en la historia (36 horas). Con su trabajo, Alexander ha llegado a 25 colegios y más de 8300 niños.
También fue reconocido por los Premios Global Teacher Award Prize 2017 como uno de los mejores 50 maestros en todo el mundo, que lo identifican como un maestro sobresaliente, entregado, innovador y comprometido que ha tenido un impacto inspirador en su alumnado y en su comunidad. Sus estudiantes mencionan que, a través de su metodología, desarrollan varias habilidades como la oportunidad de pensar en el otro, consciencia corporal y regulación emocional.
Además de este, ha recibido otros reconocimientos en los que se destacan: Mención de honor por educación y desarrollo de Colombia – UNAD, 2018, reconocimiento como mejor docente de educación física otorgado por la ACPEF de Colombia, año 2018 y Mejores prácticas docentes del país, Revista Semana, año 2019. Actualmente es director del Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (IDEP).
Andrés Rodríguez, estudiante de la institución de grado 11, dice que lo aprendido en estas clases le sirve para la vida cotidiana, por ejemplo, a canalizar sus emociones y resolver sus conflictos de la manera idónea. Desea seguir los mismos pasos de su docente cuando se gradué y estudiar Licenciatura en Educación Física. Además de esto, Alexander no solo inspira a estudiantes sino a otros maestros para que sigan sus pasos en otros 25 colegios públicos de Bogotá.
Respecto a las clases virtuales y la cuarentena nacional, el docente cree que “Para los que no tienen conectividad, la estrategia Aprende en Casa con Señal Colombia y Radio Nacional ha sido de gran utilidad”. Esta situación ha permitido visibilizar la brecha social que ha existido por años, en las localidades más vulnerables de Bogotá.
Una de las mayores desventajas que se ha identificado con la educación virtual es que no todos cuentan con las herramientas necesarias para acceder a ella. En localidades como Ciudad Bolívar, para los estudiantes que presentan mayores dificultades, la Secretaría de Educación creó el componente ‘Aprende en Casa toca a tu puerta’ para llevar material educativo en físico a quienes no cuentan con internet. Frente a esto el docente menciona que “es necesario una política social gubernamental, en donde a las personas se les de por lo menos el acceso a conectividad y herramientas. Porque las familias prefieren, y es sumamente entendible, destinar los recursos para sobrevivir que para pagar un plan de datos”.
La virtualidad ha representado para los docentes grandes retos en la reestructuración de los métodos de enseñanza, además de un trabajo de doble esfuerzo, asumiendo mayor carga laboral “ya no son 6, sino 14 o 16 horas de conectividad constante”. La educación virtual ha permitido que los estudiantes desarrollen habilidades de autoaprendizaje, y del mismo modo, la responsabilidad de su proceso educativo.
El docente ve este tiempo de confinamiento como una oportunidad, un reencuentro, trabajo con la familia y apoyo de los cuidadores. Al igual que la posibilidad de reinventarse “más allá de pensar en la evaluación, estamos pensando cómo sobrevivir, pero también generar dinámicas de verdadero aprendizaje para la vida, como lo socioemocional y el trabajo con el cuerpo”.
Una de las mayores preguntas que surge a causa de la educación virtual es cómo garantizar la calidad de esta: “mas allá de la calidad es pensar en realidad qué necesitamos en nuestras casas, como familia y escuela. En este momento yo no hablaría de calidad, sino de herramientas para la vida”. De este modo Rubio refleja la perspectiva que tiene acerca de la educación, que no solo se trata de adquirir conocimiento sobre temas específicos, sino también formar personas capaces de tener una inteligencia emocional, seres con habilidades blandas capaces de transformar la sociedad y de aportar a la alianza educativa.
La educación es el mayor instrumento de transformación y a través de su proceso, Alexander ha logrado mejorar la convivencia y disminuir la violencia en el colegio Rodrigo Lara Bonilla. En este proceso, rescata la empatía, el empuje, las ganas de salir adelante y el arduo trabajo de los docentes “por no perder la pasión” y ayudar a formar mejores seres humanos.