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¿El Estado intervendrá en la corrección de los padres a sus hijos?

Varios proyectos de ley pretenden eliminar por completo el castigo físico como parte de la corrección de los padres hacia sus hijos o de cualquier autoridad mayor que intente agredir física o psicológicamente al niño o adolescente.

Por: Leidy Tatiana Cuesta, Mariana Andrea Galindo, Natalia Rivera Rodríguez, Diego Guzmán Aragón 

El pasado 20 de agosto de 2019 se dio a conocer la radicación del proyecto de ley 179 por parte del representante Harry Giovanny González García, que busca la prohibición de los castigos físicos a menores de edad debido a las consecuencias psicológicas y físicas que afectarían su desarrollo. De aquí la discutible idea de aprobar los proyectos de ley que quitarían la posibilidad de corrección de los padres de familia sobre sus hijos.

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El marco de la discusión que abarca a la protección integral de menores y adolescentes se centra a partir del Proyecto de ley 179 de 2019, presentado a la Cámara de Representantes; “Por medio del cual se prohíbe el uso del castigo físico o cualquier tipo de violencia como método de corrección, contra los niños, niñas y adolescentes”.  Posteriormente, en octubre 2019, se presenta al Congreso de la República el Proyecto de ley 212 de 2019 que “prohíbe toda forma de castigo físico y tratos crueles, humillantes o degradantes contra niñas, niños y adolescentes”. Para la tercera ponencia en septiembre de 2020, el proyecto de ley 320 de 2020 toma protagonismo y “establece que los niños, las niñas y los adolescentes tienen derecho al buen trato, a recibir orientación, educación, cuidado y disciplina por medio de métodos no violentos”

Todos estos proyectos consisten en eliminar por completo el castigo físico como parte de la corrección de los padres hacia sus hijos o de cualquier autoridad mayor que pretenda agredir física o psicológicamente al niño u adolescente.

Inicialmente se expone una dualidad ya que, por una parte, los proyectos ayudarán a disminuir el maltrato hacia menores de 0-17 años, pues, según cifras que revela el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), en 2019 por cada 1.000 habitantes de 0- 17 años, 257,6 casos están en la tasa de violencia y maltrato. Y, por otro lado, ver si estos intervienen directamente en la educación por parte de sus padres que conlleva a la corrección del niño, niña u adolescente.

El inicio de la iniquidad 

No es una sorpresa que desde épocas atrás el uso del castigo físico como palmadas, cachetadas, pellizcos, ec., tanto en casa como en instituciones de educación, era algo normalizado. En el sistema educativo se corregía a los niños y niñas con maltratos físicos y psicológicos; en más de una ocasión llegaron a ser golpeados, castigados y humillados por una simple caída de un lápiz o por un ruido emitido por el estudiante cuando su docente se encontraba escribiendo algo en el tablero. Lo lógico sería que desde el hogar los padres de familia hubieran denunciado este tipo de abusos, no obstante, en estos núcleos familiares era más constante el maltrato hacia menores y adolescentes. 

De ese modo, Beatriz Mancera de León, madre de 69 años, manifiesta que cuando era niña, la corrección como forma de educación en las instituciones era a partir del castigo físico, golpes y gritos. Asegura que “Muchas normas que debía cumplir eran demasiado estrictas y las órdenes tenían que ser respetadas porque si no se cumplían, el miedo era mayor”. 

Ya para las próximas generaciones (de los 80´s a los 90´s) el maltrato infantil y adolescente disminuiría un poco en base a las generaciones pasadas, mientras que las instituciones educativas ya no implementan agresiones físicas o psicológicas en los estudiantes pues desde su manual de convivencia se había prohibido este tipo de abuso y, además, ya participaba la ayuda psicológica para prevenir casos de maltrato en casa de los estudiantes. 

Viviana Rivera Henao, de 33 años, recuerda y comenta cómo era la convivencia en ese momento de su vida, “Realmente no sufrí ningún tipo de maltrato, aunque en esa época todo era normal”.  Comenta que no creció con ningún tipo de trauma psicológico que le afectara a la hora de crecer, además concluye que en su vida escolar no sufrió agresiones por parte de docentes.

Respecto a las generaciones actuales, este sistema no cambiaría mucho al anteriormente mencionado, pues se evidencia un alentador déficit de casos de violencia hacia menores de edad. Para el año 2012 se registraron ante el ICBF y Medicina Legal 13.040 casos; mientras que para el año 2019 hubo 8.667 reportes. Dicha disminución está cerca de los 4.373 casos, esto únicamente en Bogotá D.C. 

Docentes: ¿educar o corregir? 

Según Camila Guzmán Urueña, técnica en Atención Integral a la Primera Infancia (TAIPI), actualmente cuando se reflejan casos de maltrato en las instituciones, los docentes se comunican con los niños y padres, posteriormente se pide la ayuda de psicólogos del colegio para intervenir lo antes posible y, depende del caso, se habla con el ICBF, la Fiscalía y la Policía de Infancia y Adolescencia: “Hacemos sentir bien al estudiante convenciéndolo de que nada va a pasar, lo apoyamos emocionalmente a tal punto que sienta como refugio a la institución”.

En los manuales de convivencia estudiantiles se aclara que es delito cualquier tipo de agresión a un estudiante. También en él están los derechos y deberes, “ellos cumplen sus deberes y nosotros como agentes educativos hacemos cumplir sus derechos para un óptimo desarrollo cognitivo” agrega Camila Urueña. 

¿Qué dice la Corte Suprema de Justicia?

Recientemente la Corte Suprema de Justicia revocó una condena de 6 años de prisión por el delito de violencia intrafamiliar agravado a un padre de familia que le pegó una palmada en la espalda a su hija.  La Corte Suprema de Justicia tuvo que definir e investigar el contexto de esa conducta para establecer el castigo jurídico penal, ejemplo que usó para solicitar que todas las entidades establezcan si es o no un acto de ausencia de responsabilidad penal para así tomar acciones.

Una convivencia familiar: el inicio de cada generación 

Sin duda, a cada persona la forman con diferentes valores desde su hogar, los cuáles serán aplicados por ellos mismos a la hora de estar en situaciones interpersonales. Por eso es importante analizar y ver con profundidad los métodos de educación de cada generación para formar a un niño y adolescente, ya que actualmente existe la importancia de la inclusión sobre la variedad de grupos e ideologías.

Nancy Aragón Rodríguez, madre de una muchacha de 29 años y un joven de 19, afirma ser de “mano dura” cuando de sus hijos se trata. Pues para ella reprender a un niño “no es cuestión de mimarlo y darle todo lo que quiera, sino darle juete con los motivos bien claros y que entienda las consecuencias de sus actos”.

Viviana Rivera actualmente es madre de una niña de 6 años y de un niño de 4, ella comenta que la manera en que implementa la educación a sus hijos es siendo firme, sin opciones más allá de 2 para escoger y, sobre todo, sin agresiones verbales o físicas. “Para mí es una falta de respeto una cachetada o un golpe que exceda los límites de fuerza; uno puede corregir a los niños con un tono de voz y palabras adecuadas”. Sin duda, una educación en casa no grosera implementa la confianza desde temprana edad.

“En las generaciones actuales es bastante complicado llevar la educación de un hijo” esto lo afirma Liliana Cardozo, una madre que trata de educar a sus hijos lo más respetuoso que le sea posible, pero en su experiencia como madre joven evidencia que es bastante fácil que se salgan de las manos ciertas situaciones, y se termine dando una nalgada o un pellizco. Por más que no se quiera llegar a estos extremos afirma “claro que hay que respetar las ideologías y libertades de nuestros hijos, pero hay veces que se necesita de una represión un poco más fuerte sin llegar al extremo del maltrato”.  

Más allá de causas y emociones

Según Liliana Donosos Suárez, experta en el análisis psicológico, el uso del castigo leve “Se debe ejercer cuando se ha perdido la autoridad, y el castigo leve como la cachetada o palmada no es dañino para el menor, siempre y cuando esté acompañado de corrección, es decir, justificando el por qué se hace”.

Por otro lado, la profesional en psicología, Eira Tordecilla afirma que el lenguaje hacia niños y adolescentes debe ser cordial, amable y con firmeza; pues “cuando el lenguaje traspasa los límites de respeto y cordialidad es considerado también una agresión… logra desestabilizar la salud mental y emocional”, además manifiesta que “cuando el niño crece en una ambiente de hostilidad, y agresiones, ese niño crecerá con vacíos y resentimientos  y será probable que repita patrones de comportamiento en su adolescencia y adultez”. Como manera de prevención y educación, la psicóloga Torcedilla recomienda informar a los niños acerca de las diferentes denuncias que se pueden realizar, además de asistir a talleres de padres en escuelas y universidades para aplicar metodologías del buen trato y respeto. 

Ponencias y debates sobre aprobación 

En un diálogo por respaldar que el uso del castigo físico y humillante a menores es degenerativo para la relación de padres e hijos y también repercute a la salud mental como la disminución de la autoestima, los proyectos de ley 179 de 2019, 212 de 2019 y 320 de 2020, se radicaron con su primera ponencia el pasado 31 de octubre de 2019. 

La ponencia siguió en vigencia en el Congreso de la República para ser aprobado el primer debate el 12 de diciembre de 2019. Posteriormente el 9 junio de 2020 se abrió el espacio a un segundo debate para discutir el proyecto de ley 212 de 2019 que fomentaba el tipo de crianza a partir del amor, el afecto y el respeto sin el uso de golpes leves o extremos y mucho menos gritos, ni insultos.

Se pasó a un tercer momento del debate en busca de la aprobación, este se realizó el 19 de agosto de 2020 bajo el proyecto de ley 320 de 2020, donde el Senado de la República cita que “Se prohíbe el uso del castigo físico, los tratos crueles, humillantes o degradantes y cualquier tipo de violencia como método de corrección contra niñas, niños y adolescentes y se dictan otras disposiciones”. Por lo tanto, el último encuentro para la discusión fue el 10 de septiembre de 2020, sin embargo, aún existen posiciones en desacuerdo y acuerdo de esta ley.

Senadores como Armando Benedetti y John Milton Rodríguez enfatizaron que este necesita estudio más a fondo para evaluar los conceptos de maltrato y, en especial entregar la crianza de los niños y jóvenes a los padres. Por otro lado, Rocio Mojica, delegada de UNICEF, defendió el proyecto en el debate del Congreso de la República al asegurar que “la prohibición explícita del castigo físico, humillante y degradante constituye un avance concreto hacia la garantía de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Es crucial el rechazo al castigo físico como método de crianza y educación”. 

Una mirada justa

El estudiante de Derecho, Cristian Barbosa, comenta que este proyecto de ley se encuentra en el último debate para ser aprobado, debido a que la mayoría de los participantes de la comisión estuvieron de acuerdo con seguir adelante con la prohibición del castigo físico a menores, y a esto también se le suma que en la Constitución Política se manifiesta el respeto, la integridad y el mínimo vital del niño, niña y adolescente. También afirma que “por parte de la sanción presidencial, lo más probable es que sea positiva puesto que el gobierno es pro-cuidador de los niños, niñas y adolescentes”.  

| Nota del editor *

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