Por: Angie Nikoll Dueñas
Se conoce como “Ninis” a los jóvenes entre los 14 a 28 años que no se encuentran trabajando ni estudiando. En Colombia las cifras aumentan cada vez, dejando en la incertidumbre el futuro de estos jóvenes, lo cual le abre la puerta a nuevos modelos de informalidad que se han generado por falta de oportunidades: “Hoy la juventud no ve en las aulas la salida de la pobreza”, afirma Alejandro Calderón, especialista en contratación estatal.
Según el último informe del DANE actualizado al 11 de agosto de 2021, en el territorio nacional se registran 3.401 millones de jóvenes que no han podido acceder a educación superior y que tampoco trabajan actualmente. Los Bachilleres al salir del colegio se encuentran con limitaciones económicas y sociales que impiden que inicien y finalicen su pregrado profesional, debido a que la mayoría de los trabajos formales no permiten estudiar y trabajar, teniendo en cuenta que la mayoría de las vacantes requieren tiempo completo.
Juan Camilo muñoz, profesional de Comunicación social y periodismo no ha logrado ejercer su carrera debido a que la mayoría de las vacantes exigen experiencia, a pesar de que ya realizó las prácticas profesionales: “Las empresas deberían empezar a fomentar la práctica de capacitar al empleado sin experiencia, pues lo que a corto plazo puede parecer una pérdida, a largo plazo será una empresa con empleados comprometidos”, asegura Camilo Muñoz.
Otro dato preocupante es la cifra de desempleo en las mujeres. Al respecto Calderón afirma: “La mayoría de las plazas con mayor empleabilidad son aquellas que requieren trabajos de fuerza como construcción”. Esto ha producido que las mujeres tengan un alto grado de informalidad, situación que las expone a actividades como páginas de Onlyfans, modelos web cam, entre otros, que les han abierto las puertas a muchas que se ven enfrentadas al alto nivel de desempleo que vive el país.
El Gobierno ha implementado diferentes estrategias de empleabilidad, sin embargo, estas no favorecen a los jóvenes debido a los horarios rotativos que no les permite estudiar, que genera desgaste en el empleado, además que el salario no alcanza para ahorrar. “Se deberían crear políticas públicas que lleven al incremento de empleo en compañía del estudio, para romper los círculos de pobreza”, afirma Calderón.
Las nuevas iniciativas de matrícula cero en las universidades públicas permiten que los estudiantes inicien su carrera profesional, sin embargo, no es suficiente en un país como Colombia donde la mayoría no cuenta con los medios tecnológicos y económicos que exige una carrera universitaria. El Gobierno podría implementar nuevos proyectos de empleabilidad a jóvenes recién egresados, teniendo en cuenta que invierten 5 años de su vida y esfuerzo preparándose para un futuro mejor y terminan, bien endeudados con el Icetex, desempleados o en actividades no relacionadas con lo que estudiaron.
Durante la pandemia la tasa de desempleo incrementó un 10,9 % respecto al 2019, según estudio del DANE, cifra que impidió que los padres ayudaran a sus hijos económicamente en sus estudios, por ende, el número de estudiantes matriculados en las universidades disminuyó un 11,3 %, así lo revela La Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN).
Según el Ministerio de Tecnologías de LA Información y Comunicaciones (MinTic), cerca del 50 % de hogares no tienen internet en Colombia. Entre los estratos 1 y 2 hay más de 7,2 millones de familias sin internet fijo, a partir del estrato 3 se cuenta con una conectividad aceptable, razón por la cual Colombia ocupa uno de los últimos logares en la participación móvil global.
La estrategia Reto de la alcaldía de Claudia López busca integrar a los “Ninis” a la reactivación económica, programa del que se han beneficiado 1500 jóvenes y se planea integrar muchos más con incentivos económicos y ayudas en sus matrículas universitarias. Sin embargo, estos programas no llegan a todos los lugares del país, por lo que es necesario implementar estrategias con empresas y universidades para integrar a los jóvenes.
El servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) se ha convertido en la opción número 1 de muchos jóvenes que buscan seguir con sus estudios, que lo han logrado gracias a los convenios que ofrece esta institución y los vínculos creados con las empresas. Sin embargo, no todos logran acceder a estos beneficios y tampoco pueden seguir sus estudios en la universidad.
El artículo 67 de la Constitución Política de Colombia afirma: “La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura”. Durante la pandemia se evidenciaron varias problemáticas del país respecto a la educación y cómo se ha convertido en un privilegio para los jóvenes y sus familias.
Aunque en Colombia la educación es un derecho fundamental, no se puede hablar de igualdad y equidad, pues entre los estratos 1, 2 y 3 medianamente pueden acceder a un pregrado o finalizar sus estudios, como lo muestra un estudio realizado por el Observatorio de la Juventud en Iberoamérica, que muestra que en nuestro país alrededor del 49,3% de los estudiantes abandonan sus estudios por falta de recursos económicos o por la necesidad de trabajar.
Que las nuevas generaciones no puedan acceder a oportunidades, además de convertirlos en víctimas de la injusticia social, se constituye en una pérdida de capital intelectual irreparable para la sociedad. La educación y el trabajo son derechos fundamentales que se deben garantizar para el crecimiento personal y profesional de un ser humano.