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El periodismo, profesión para valientes

La libertad de prensa es uno de los valores esenciales de la democracia, y por eso la necesidad de preguntarse con frecuencia cómo va la seguridad de los periodistas en Colombia.

Por: Alexandra Lozano Garzón. 5.° semestre

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Profesionales de medios alternativos como María del Pilar Aguilar y Hernán Muriel que han sido víctimas de la censura y amenazas por ejercer su labor, cuentan sus experiencias y perspectivas frente a la libertad de prensa, y del derecho a informar y ser informado. 

De acuerdo con un informe de Reporteros Sin Fronteras y de la página Web de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), en lo corrido de 2024 se reportan 2 periodistas asesinados en Colombia por ejercer su labor, 164 han sido amenazados, hay 65 casos de estigmatización y 34 por acoso judicial. Pero esta cohibición a la libertad de prensa no es de ahora. De acuerdo con el documento de investigación Los Avatares del Periodismo de Investigación en Colombia, 18 periodistas fueron asesinados entre 1975 y 1985, entre 1986 y 1995 aumentó la cifra a 60 asesinatos, y entre 1996 y 2005 hubo 58 víctimas.

Aunque hay organizaciones encargadas de proteger los derechos de los periodistas y velar por su seguridad, como la FLIP, no siempre se asegura el bienestar total del profesional. La FLIP es una entidad no gubernamental, que, aunque en muchos casos brinda los recursos para promover un clima óptimo para quienes ejercen el periodismo, esto no siempre es suficiente. Por ejemplo, en el caso de Jineth Prieto, directora de La Silla Santandereana, un chaleco antibalas para asistir a comunidades no es la mejor decisión, no por las altas temperaturas de los territorios en los que trabaja, sino porque es una prenda que produce terror entre la comunidad. Así como este hay varios casos de acciones que tienen buenas intenciones para mejorar el panorama periodístico, que se convierten en situaciones complejas para el periodista y para su entorno profesional.

En municipios y corregimientos, la intimidación por parte de los victimarios es más recurrente y amenazante, pues en ocasiones quien quiere hacerle daño al periodista vive en su vecindario. Según la FLIP, los lugares con mayores ataques a periodistas son Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca, que presentan altas densidades poblacionales y con mayor extensión territorial.

Ante estas dificultades para la libertad de prensa, periodistas que se han visto inmiscuidos en ataques contra su integridad y su vida, cuentan cómo ha sido este proceso y cómo siguen ejerciendo su labor, a pesar de las amenazas. 

María del Pilar Aguilar Salazar, periodista caleña, comunicadora social, especialista en comunicación organizacional, fundadora y directora de medios alternativos como Periódico Noti 12, Noticiero Hoy Noticias, Hoy Noticias- Agencia de Medios, Programa Aquí Entre Nos, Radio y televisión, y Programa Estilo y Opinión. / Voces del Mundo. Sus medios alternativos nacieron desde los noventa, pero se ausentó del periodismo por temor a amenazas, y durante su exilio de los medios informativos se dedicó a la comunicación organizacional, y aunque confiesa que le fue bien, supo que esa no era su pasión. Después de 15 años decidió enfrentar sus miedos y regresar a lo que mueve su ser: el periodismo. Pilar Aguilar renació en sus medios alternativos y desde entonces se dio a conocer entre la ciudadanía por darle voz a la gente de a pie, como los llama.

Es el caso de Hernán Muriel, comunicador y periodista digital paisa, ciber activista y fundador del medio alternativo Cofradía Para El Cambio. Inició su proyecto de medio independiente y digital por un trabajo universitario un primero de mayo, mientras asistía a la movilización social del Día del Trabajador. Con el tiempo el proyecto se fue reestructurando hasta llegar a lo que es hoy.

Alexandra Lozano (AL). Ustedes han mencionado diferentes tipos de agresiones que han recibido en su ejercicio periodístico como agresiones físicas, censura, persecución e incluso amenazas. ¿Creen ustedes que en Colombia se toman las medidas pertinentes para garantizar la libertad de prensa sin miedo a ser atacados?, ¿se han sentido acompañados por la FLIP?

María del Pilar Aguilar (MPA). Uno nunca va a tener 100% garantías para ejercer la libertad de expresión, eso es imposible, ninguna democracia te lo va a garantizar, porque las democracias están conformadas por gente, por personas, por ciudadanos, y siempre van a existir las diferencias. En este país hemos vivido una situación muy rara, pues hasta ahora se está buscando una opinión pública independiente. A nosotros siempre nos impusieron la agenda mediática desde Bogotá y desde las salas de redacción. Desde hace más o menos cinco años para acá, la información, la comunicación y la opinión se han descentralizado y estamos en los territorios haciendo periodismo, que siempre lo hemos hecho, pero hemos tenido un protagonismo más importante a raíz de las transformaciones ocurridas entre los últimos 5 y 8 años. Como la ciudadanía se ha empoderado de la información, los medios independientes hemos ganado esa audiencia que se cansó que le impusieran una opinión desde Bogotá, eso nos ayudó a periodistas independientes, como mi caso, a ejercer esa independencia. 

Siento que no he sido acompañada por la FLIP. Cuando me han pasado ciertas situaciones, ellos me llaman porque denuncio, y es tanta la presión que deben documentarlas. Con las dificultades que he vivido, pocas son las veces que se han pronunciado, lo han hecho cuando el protagonista que se mete conmigo es alguien de índole nacional, por ejemplo, el caso de Tobón de Medellín, allí sí hubo pronunciamiento.

Hernán Muriel (HM). En Colombia, históricamente, ha habido un escenario de desprotección, casi que absoluto, no solo con periodistas, sean tradicionales o alternativos, sino con personas que expresan su opinión. En cuanto a la FLIP, a mí me parece que hace acompañamiento pertinente a periodistas sin discriminación de las estéticas que tengan. Incluso nosotros, en algunos encuentros que hemos tenido con la FLIP, conversamos alrededor de eso, porque el periodismo hay que entenderlo como un fenómeno cambiante. Me parece que ellos hacen una buena labor, pero finalmente limitada porque es una organización que no constituye poder, es decir, no hace parte del Estado. 

AL. En el caso de Gilberto Tobón, María del Pilar, usted denunció a este político y profesor por las agresiones verbales en su contra, acto que también denunció la FLIP; donde se evidencia la violencia de género y se inmiscuye en su vida íntima, además de insultarla por sus características físicas. La violencia de género existe en todas partes, pero ¿cree usted que el ejercicio periodístico puede tener consecuencias más graves para nosotras las mujeres?

MPA. Creo que el periodismo es una de las profesiones más peligrosas en el país y en el mundo. Las mujeres estamos más expuestas a cualquier tipo de ataque, independiente de que seamos o no periodistas. Estamos ejerciendo una profesión peligrosa. Adicional, somos mujeres y estamos en un país machista y el riesgo es doble. 

AL. Hernán, desde su rol como periodista, espectador y colega de las periodistas mujeres, ¿considera que el ejercicio periodístico tiene consecuencias más graves para nosotras?

HM. A las periodistas mujeres no las atacan por lo que piensan, sino porque son mujeres. A mí me han hecho agresiones de todo tipo, verbales y físicas, pero nunca agresiones verbales sexuales, que son comunes con las periodistas

Hace poquito estuve hablando con una colega, Laura Camila, que trabaja en Tercer Canal y también hace videos en YouTube. Las agresiones en su contra van desde atacar su físico hasta agresiones sexuales. Uno no entiende qué tienen en la cabeza para no situarse en lo que la periodista dice, sino para mancillar su humanidad. Esa es una vulneración sistemática contra la mujer sólo por ser mujer, ni siquiera por su papel de periodista. 

AL. ¿Cómo fue el cubrimiento y la seguridad del periodismo en sus ciudades durante las protestas de 2021?

MPA. A mí me protegió el ángel de la guarda, yo no tuve protección de la policía ni de nadie, es más, creo que anduve mejor sola que con la policía. Nosotros como medio nacimos trabajando denuncias y caminando en los barrios, donde me conocían como la periodista de los barrios. Me ha gustado contar esas historias anónimas que construyen el país, pero que no son importantes para la gente. Allí me di a conocer y fui ganando credibilidad entre los ciudadanos de a pie. 

Empecé a darle voz a la gente y al funcionario lo dejaba por un tiempo. Los ciudadanos se sintieron escuchados por un medio de comunicación y empecé a viajar a territorios. Con esos antecedentes, cuando el estallido social, había mucha gente que me conocía y sabía que María del Pilar Aguilar le daba espacio a la gente. Yo podía entrar a los sitios, a los puntos del estallido social, de hecho, muchas de las imágenes que salieron en Caracol, en RCN y en otros medios, eran mías. No necesitaba andar con protección, los mismos muchachos me cuidaban: yo entraba, salía, los entrevistaba, e hice imágenes para los demás medios.

HM. Conversar alrededor del paro nacional lo hace a uno regurgitar un montón de emociones, de rabia e indignación, de tristeza, porque es una memoria que no puede desfallecer, y debe reconocerse que lo que ocurrió en ese momento, con una oleada de violencia en el país, fue la respuesta de un montón de escenarios de tratamiento dictatorial por parte del gobierno a la movilización social de un pueblo.

Nosotros, con nuestras cámaras y celulares, en vivos, entrevistas, grabaciones, en todo tipo de cubrimiento, pudimos registrar cómo la Policía Nacional torturaba jóvenes y así lo encontramos en medio de las calles, en lugares donde se escondían. Ese registro trajo como consecuencia que uno de los comandantes del Área Metropolitana del Valle de Aburrá diera la orden de que me asesinaran. Entrevistamos a personas que sufrieron violencia y abusos sexuales, abusos simbólicos, amenazas de que las iban a desaparecer, incluso nos dijeron: “vos no merecés ni que te desaparezcan”, cosas por el estilo. 

AL. Hernán, a propósito de lo que acaba de decir, usted ha mencionado que, en medio de las manifestaciones del Paro Nacional de 2021, le llegó información que indicaba que el excomandante general del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Pablo Ferney Ruiz Garzón, había dado la orden de asesinarlo, situación que usted mismo indagó, ató cabos y posteriormente denunció, ¿usted tuvo apoyo por parte del Estado para mantener su seguridad o cumplir con un acto justo frente a este hecho?

HM. Yo denuncié en la Fiscalía, denuncia que está acompañada por material audiovisual, que puede ser útil como material probatorio. Organicé toda la información para que la Fiscalía se diera cuenta de lo que estaba pasando, que no era algo fortuito, que era sistemático. Esa denuncia la acompañamos con otro paquete de denuncias, y allí expresamos que había ocurrido violencia por parte de la fuerza pública en contra de mi persona y de algunos integrantes de Cofradía para el Cambio, incluso hostigamiento a nuestras familias. 
Nosotros tuvimos una reunión con la ONU, ellos vieron el material probatorio e hicieron pronunciamientos públicos a nuestro favor y pidiéndoles a los gobiernos local, departamental y nacional que tuvieran cuidado con lo que estaba ocurriendo. Al final tuvimos una reunión con el alcalde de Medellín de ese momento, Daniel Quintero, a quien le expresé lo que estaba pasando. Entonces no sabíamos quién había dado la orden de asesinarme. Quintero dijo: “Muchachos, ustedes saben cómo es la policía aquí en Medellín, yo les recomiendo autocuidado”.

La Fiscalía no ha avanzado con nuestro proceso, indignante porque no avanzan los procesos que se denunciaron durante el paro por parte de los manifestantes, mientras avanzan aceleradamente los procesos que se denunciaron por el lado de la policía. Nosotros dejamos de salir un tiempo por protección y autocuidado. Cuando volvimos el gobierno y las autoridades intentaron prevenir que ocurriera algo peor, aun así, a mi juicio es 100% insuficiente, por eso tuvimos que recurrir a organizaciones internacionales como la ONU.

AL. María del Pilar, ¿usted cree que el cambio de gobierno que tuvo Colombia hacia la izquierda ha aumentado los ataques contra la prensa, como lo han anunciado algunos medios?

MPA. Siento que esto que hace Gustavo Petro no es nuevo. Cuando yo era periodista de una emisora, Uribe le decía al director que daba la entrevista, pero que esa periodista no podía hablar. Uribe me escribía por mi chat privado de Twitter, me decía cosas por mis trinos, que eso era falso, que era mentira, que yo era sesgada, que yo era no sé qué, y lo hacía de manera privada. Yo siempre le respondía, hasta que un día no aguanté, y lo bloqueé. Entonces cuál es la diferencia entre Petro y el resto, que Petro no lo hace como lo hacía Uribe; él hacía eso con todos los periodistas, y si no recuerdan cuando le preguntaban algo que no le gustaba decía: “siguiente, siguiente pregunta”. Eso no era un chiste, y había que dejarlo hablar lo que quisiera, y si no quería responder mandaba a otro a que lo citara. Eso siempre lo hemos vivido los periodistas. A mí me negaron entrevistas si iba a preguntar cosas que no les convenía hablar. 

AL. Hernán, ¿cree usted que este cambio de gobierno en Colombia ha aportado a disminuir amenazas en contra de personas y periodistas con pensamientos compartidos con la izquierda colombiana?

HM. El Estado en Colombia históricamente ha servido como perpetrador del homicidio de periodistas, pese a que debería protegerlos. ¿O cuál es el caso de Jaime Garzón, si no fue el Ejército que se confabuló con las Autodefensas para asesinarlo? ¿Si no fue el mismo ex director del DAS, Narváez que está inmiscuido dentro de su asesinato? Es decir, el Estado ha sido el asesino del periodismo. Me parece interesante la conversación, porque de pronto podemos decir que el Gobierno cambió de administración, en cierta forma su ideología cambia un poquito, porque las amenazas ya no provienen del Gobierno, es decir, vos podés criticar al Gobierno y no vas a ser amenazado por criticarlo, vos podés hacer una movilización social en contra del Gobierno sin temor a que tomen represalias.

De otro lado, históricamente el Gobierno ha sido un asesino para el periodismo, y lo sigue siendo, pero no a escala del Gobierno Nacional, sino a escala municipal. La verdad es que desde que llegó el Gobierno Petro, no ha mejorado la seguridad de medios alternativos: que lo ha intentado, sí, una persona que se ha puesto la 10 y ha peleado por democratizar la comunicación: que los periodistas alternativos, por ejemplo, tengan cabida en los cubrimientos donde siempre iban Revista Semana, Noticias RCN, Red +, e incluso Noticias Uno.

Pero la pelea es porque las personas de los territorios que no tienen las mismas capacidades, recursos económicos, recursos intelectuales y técnicos, etcétera, puedan estar ahí también. Por eso, hemos dado la pelea y creo que se ha avanzado en diferentes instancias en ese aspecto, pero en cuanto a seguridad aquí, a usted en cualquier momento lo pueden matar.

AL. Aunque en el reciente informe de Reporteros Sin Fronteras, Colombia ascendió 20 puntos en comparación con el año pasado, quedando en el puesto 119, aún sigue siendo uno de los países más peligrosos para ejercer la libertad de prensa con la cantidad de periodistas asesinados en lo que va del año, ¿por qué cree que nuestro país aún carece de seguridad para los periodistas?

MPA. Es un país en el que nos acostumbraron a la mentira y a las verdades a medias, y una verdad a medias es más peligrosa que un fusil, porque los grandes medios de comunicación no son los periodistas sino los políticos y el sector económico, que tienen intereses que no son los de un país para todos. Entonces, ¿por qué es tan difícil la seguridad? Porque hoy en día las nuevas generaciones de periodistas, a raíz de lo que venimos haciendo, están entendiendo el verdadero papel del periodismo: no es contar muertos, el derrumbe, que capturaron a una congresista, sino analizar por qué se sigue presentando eso.

Yo pienso que la objetividad no existe, ese cuento que le enseñan a uno en la universidad “que el periodismo es objetivo”, pues no puede ser objetivo, porque quienes lo ejercemos somos seres humanos, y también nos toca levantarnos a hacer la fila para la EPS, pedir que nos atiendan, que nos den medicamentos. También nos hemos subido en bus, o sea, somos ciudadanos.
Hoy el periodista está entendiendo que puede tener una posición, y claro que la deberíamos tener, pero debemos ser equilibrados a la hora de entregar la información.

Hoy somos conscientes de que el periodismo tiene una misión más allá de contar lo que pasa. No debemos conformarnos con sólo contar lo que pasó, debemos analizar, explicar la información, darle todos los puntos de vista a las audiencias para que puedan construir su opinión intangible e independiente. Como estamos haciendo este ejercicio, lógico que al poder no le conviene, entonces es más fácil matar periodistas, silenciarlos.

HM. Es lo que mencionaba recién, que la institucionalidad y el poder público deben tener como bandera la garantía del ejercicio del periodismo. Al contrario, lo que ha hecho es que no quiere que el periodismo se ejerza, porque puede revelar lo que pasa dentro de ese poder. En cada territorio colombiano hay poderes fácticos, que han amalgamado capital y política; toman decisiones que desfavorecen en materia política a los periodistas. Finalmente, hay decisiones y órdenes por debajo de la mesa para que el periodismo sea asesinado. 

AL. Uno de los casos más desgarradores de violencia de género en el periodismo colombiano, fue el de Jineth Bedoya en 2000, cuando adelantaba una investigación en la Cárcel Modelo. En entrevista para el noticiero ABC narra que la secuestraron en las puertas de la cárcel y nadie vio nada. También afirma que el general de la Policía de ese momento, Leonardo Gallego, ordenó su asesinato, ¿cree que el periodismo peligra más por cuenta de los delincuentes de cuello blanco que por cuenta de los delincuentes de las calles?

HM. Claro que sí, lo que pasa es que la delincuencia es ante todo un problema social, la asumimos como una realidad de violencia. La solución, la mitigación, la erradicación de las realidades de violencia no es que estén ligadas, sino que están obligatoriamente precedidas por la reducción de las desigualdad sociales
Un ladrón de mi barrio, que probablemente no robe aquí sino robe en el sur, en El Poblado, en Laureles, lugares donde normalmente están los ricos, lo más probable es que esos muchachos no hayan tenido las mismas oportunidades que yo tuve, y esas desigualdades sociales son las que, en esencia, nutren, alimentan y mantienen las realidades de violencia que vivimos. Puede haber excepciones, personas que lo tuvieron todo y que se convirtieron en delincuentes, pero esa no es la regla, la regla es que la delincuencia normalmente está amparada y tiene su origen en la desigualdad social
. 

Cuando vos hacés una crítica a la delincuencia común, no tenés a alguien que te esté leyendo el periódico y que tema porque le están haciendo una crítica sobre él o ella, porque la persona que ejerce la delincuencia común reconoce que es delincuente, mientras que el político que cometió un crimen no se sabe ni se muestra a sí mismo como un criminal, sino que engaña a la población. 

MPA. Los periodistas somos un peligro para cualquiera que se sienta vulnerable; hacemos todo tipo de denuncias, incluidos políticos, funcionarios públicos o delincuentes comunes. Por eso es una de las profesiones más riesgosas, porque todo el que se siente vulnerado o que sus fechorías están siendo denunciadas y que puede llegar a tener una consecuencia, va a atacar al periodista. Un funcionario de cuello blanco puede ser tan peligroso como un delincuente de la calle.

AL.  Que mensaje les deja a los periodistas que están surgiendo.

MPA. Hagan lo que les gusta hacer, eso es principal. A uno en la vida le va bien si hace lo que le gusta, pero en ocasiones uno no puede hacer lo que le gusta sino lo que le toca.

Si le toca hacer algo dentro del periodismo que no es lo que le gusta, porque a mí me tocó hacerlo, por estar embarazada me cerraron las puertas de donde iba a hacer mi práctica en un medio, y me tocó irme a la comunicación organizacional, no me gustaba, no quería hacer nada organizacional, y me vi obligada. Lo que les digo a los estudiantes es que si les toca hacer algo que no quieren, pero les toca, háganlo bien, háganlo como si fuera su pasión, aprendan al máximo, exprímanlo. 

Hay que aprender que somos periodistas, pero no dejamos de ser ciudadanos, y ahí empato con la empatía. Soy periodista, pero no dejo de ser ciudadana. El día que te gradúes o que los periodistas se gradúen, en el maletín van a cargar su cédula de ciudadanía, no el diploma, porque a los periodistas en este país se les olvida que también comen, que también tienen que madrugar a pedir una cita, que también van al baño, se creen las estrellitas. Seguimos siendo ciudadanos y como ciudadanos también nos duelen las cosas. No podemos ver a la persona que entrevistamos, al muerto que estamos reportando como cifras, no podemos perder nuestra esencia como seres humanos.

En el periodismo los periodistas se han convertido en las estrellas, se creen los intocables. Me quedo sorprendida que en los grupos de WhatsApp del noticiero la gente me escribe y yo les contesto, y la gente me dice: ay, no puedo creer que usted me conteste, y yo les digo, por qué, y me contestan: es que yo le escribo a fulano de tal y nunca responde. Les digo que no perdamos la esencia porque el periodista sigue siendo ciudadano.

La universidad sirve para lo teórico, eso está bien, pero donde aprendemos a hacer periodismo es la calle, ahí es donde encontramos la realidad del país. En la universidad no nos ayudan a construir opinión, nos dan una información. Cuando me invitan a las universidades yo les digo a los estudiantes, por eso me dejaron de invitar, que ese cuentico de la objetividad es falso, no existe, porque nosotros somos seres humanos. Lo que sí existe es el equilibrio informativo. Cuando salgan a la calle no piensen que voy a ser objetivo, y no me importa, no, a uno sí le tiene que importar lo que le pasa a la gente. Los periodistas sí debemos tener posiciones, tener criterio, pero hay que tener equilibrio a la hora de informar.

Pilar Aguilar y Hernán Muriel, al igual que a los más de 165 periodistas asesinados por razones de su profesión en Colombia, se les ha vulnerado su derecho a la libertad de prensa, con la fortuna que siguen con vida para continuar su lucha en contra del poder. Los dos tienen algo en común en sus casos de amenazas y agresiones

que hasta el momento han quedado en la impunidad, a pesar de haber denunciado en distintas ocasiones. 

Aunque los periodistas están expuestos a actos que violan su integridad física, moral y emocional, quienes se encuentran en mayor peligro son los periodistas comunitarios, no tan reconocidos por sus audiencias, pero que hacen trabajo con la gente. De acuerdo con la FLIP, sólo en las elecciones de 2023 se registraron 55 agresiones, y los principales responsables fueron funcionarios públicos con el 27% de casos, seguidos por los grupos armados ilegales con el 20% de violencia registrada. 


En cuanto a las acciones de mejora para la seguridad de periodistas, Muriel sugiere la inyección de presupuesto para constituir sistemas con recursos humanos, técnicos y económicos. Implementar más organizaciones como la FLIP que tengan una tarea revisora y de acción política que busque mejorar y proteger la libertad de prensa en Colombia, así como la democratización de la comunicación, sin privilegiar a los medios tradicionales, y proteger a periodistas populares que se encuentran en territorios periféricos, a quienes ni se les escucha cuando violan sus derechos.

Por último, una buena alternativa sería la implementación de una unidad en el Ministerio de Trabajo que fortalezca los derechos laborales del periodismo, de la manera como el Ministerio de las TIC trabaja para aportar a la libertad de expresión a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. 

| Nota del editor *

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