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Fallece Alfredo Molano a sus 75 años

“Lo importante es leer… en paz o en guerra, pero leer”: Alfredo Molano Bravo. El sociólogo, escritor y periodista Alfredo Molano murió en la madrugada de hoy en la ciudad de Bogotá.

Por Xiomara K.Montañezxmontanez@unab.edu.co

La docente de la Universidad Autónoma de Bucaramanga Xiomara Montañez nos introduce a los pensamientos del periodista colombiano Alfredo Molano tras fallecer esta madrugada a causa de un paro cardíaco después de padecer un cáncer de garganta que lo agobiaba hace un tiempo.

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La entrevista se hizo en el 2016 en el marco de la feria del libro de Bucaramanga.

Con una Kola Hipinto en la mano, luego de conversar con estudiantes y líderes campesinos de San Vicente de Chucurí y de organizaciones sociales de poblaciones aledañas a Hidrosogamoso sobre la importancia histórica y política que ha tenido y que tendrá Santander en materia de posconflicto, el sociólogo, escritor y periodista Alfredo Molano Bravo dialogó con el Periódico 15, tras su participación en Circuito Cultural Itinerante organizado por la Casa Cultural el Solar de Bucaramanga, el 27 de julio.

La charla sirvió para que Molano hablara sobre su reciente libro, “A lomo de mula. Viaje al corazón de las Farc”, publicado gracias a la alianza entre el periódico El Espectador y la editorial Aguilar, que se devuelve al mito fundacional de esta organización guerrillera, hace más de 50 años. Además, Molano aprovechó para resaltar la importancia de recuperar la memoria histórica en este departamento y expresó por qué le agrada que lo inventen a ferias del libro como Ulibro.

Ahora que el país está en expectativa por la firma de la paz y que el Gobierno dialoga con las Farc en La Habana, Cuba, ¿vale la pena contar o recordar el mito fundacional de Marquetalia que le dio vida a este grupo guerrillero? Con tanta polarización que tiene el país, ¿el tema no puede ser mal interpretado?

A mí me mal interpretan al acomodo haga lo que haga. Si mis columnas son críticas dicen que soy de las Farc. O sea, la criminalización ha sido permanente y yo no le tengo miedo a eso. Los editores y la gente cercana sabe que mi trabajo no es ningún mandato de las Farc. Escogí el tema porque lo trabajo desde 1989. Con ocasión de los 50 años comencé a pensar en esa historia, pero en una historia más viva, estando en las zonas donde se conformaron las guerrillas como Río Blanco, Marquetalia, inclusive Villa Rica, Riochiquito, recorriendo todas las zonas donde surgieron las organizaciones, las peleas. No quería una historia académica, una historia sacada de los textos que se han escrito sobre la historia de las Farc ni de historias oficiales. Basta comparar lo que escribo con la historia oficial de ellos mismos para ver las diferencias que hay.

Intelectuales colombianos como William Ospina y Juan Gabriel Vásquez han comparado a Pedro Antonio Marín Rodríguez, alias ‘Manuel Marulanda Vélez’ o ‘Tirofijo’, cofundador y comandante de las Farc, con la novela “Michael Kohlhaas, el vendedor de caballos”, del alemán Heinrich von Kleist. En ella el protagonista inicia una guerra civil debido a que el alcalde del pueblo maltrata sus caballos en un peaje, argumentando que son su patrimonio y sustento. Incluso citan la respuesta que da el expresidente Belisario Betancur a los medios después de reunirse con ‘Marulanda’ para adelantar los diálogos de paz en 1982: “Acabo de hablar con una leyenda”. ¿Es este hombre una leyenda en la historia política de este país?

No he leído esa historia, pero me parece que ‘Marulanda’ es uno de los personajes históricos más importantes de Colombia. Cuando hubo cambio de siglo, el periódico El Espectador le preguntó a reconocidos intelectuales del país quién era el personaje más importante del siglo XX y yo contesté que ‘Marulanda Vélez’. También me parece que fue importante en ese período el expresidente Alfonso López Pumarejo. La historia del siglo XX gira alrededor de esos dos personajes. Sobre si es o no una leyenda no sé, sí podría ser. Fue un campesino que decidió no dejarse joder y no se dejó joder. Lo que hizo lo hizo siguiendo la lógica de la necesidad militar, apoyándose en los social y en la política, no fue derrotado. Seguramente es de los pocos héroes nuestros que no han sido derrotados, que no han sido asesinados, que no han sido liquidados por la historia oficial.

Cortesia: Periodico 15

¿Considera usted que el reclamo de justicia que hizo ‘Manuel Marulanda’ mediante la violencia lo llevó a dejarse absorber por la misma y por eso cometió excesos?

No. La guerra es la guerra. La explicación más clara que dio ‘Marulanda Vélez’ fue la que dio fue con «la silla vacía» en el Caguán: “A mí me deben unas vacas, unas gallinas, unas mulas”. Para uno de afuera, desde la universidad, eso no tiene sentido, pero para un campesino que le roben un marrano o las gallinas, es que le roben un poco su vida, su capital, su patrimonio. Y eso era lo que hacían, robarle a la gente, quitarles sus tierras, y ese fue el comienzo del problema, el despojo. La sociedad capitalistas es una sociedad que despoja permanentemente. Tal como yo entiendo la historia de ‘Marulanda’, es una historia justiciera que tiene mucho de fundamento ético, es decir, “yo no quiero esta sociedad así, quiero otra sociedad”. Claro, esa ética evoluciona en lo político. ‘Marulanda’ lo que hace finalmente es defender un patrimonio, una aspiración política y eso implica unos desarrollos militares que finalmente no habrían tenido un buen suceso si no se hubiera apoyado en lo social y en lo político. Creo que este hombre a través de la guerra fue descubriendo la estructura social y política en la que estaba metido.

¿Qué tanto hay de los hombres de las Farc que están negociando La Habana conservan el legado ‘Manuel Marulanda’? ¿Qué tan cierto es que era más líder ‘Jacobo Arenas’ y que ‘Tirofijo’ era más un emblema de la guerrilla?

No creo en eso. Los conocí juntos y el respeto y la obediencia que le tenían los guerrilleros intelectuales, no digo campesinos, esa generación de ‘Alfonso Cano’, ‘Timochenko’, ‘Raúl Reyes’ y ‘Jacobo Arenas’, eran absolutos. Con ‘Marulanda’ no se chanceaban, con ‘Jacobo’ sí, era más tangible. ‘Marulanda’ sí era un emblema, pero también una fuerza, una energía, un mando sobre la gente, un tipo muy afianzado en la realidad, afirmativo. Se demoraba en tomar una orden, pero una vez lo hacía no se movía de ahí. Privilegió por encima de todo la organización. Ellos todavía dicen que muchas cosas fracasaron en la organización por falta de disciplina. Eso a mí me parecía tan absurdo, pero en cierto momento, me pareció que era muy válido. Es la unidad de mando la que ha salvado a las Farc y le ha permitido la fortaleza que otros movimientos no han tenido. De él recuerdo una anécdota cuando la tregua con Belisario Betancur, cuando dijo por Caracol Radio: “¡Que haiga paz!”. Ese arcaísmo me pareció fantástico (risas). Es una mirada campesina, un grito. Cuando lo conocí me quedé asombrado sobre cómo hablaba, discurría y miraba, era un campesino rebelde. Los que están en La Habana fueron formados por ‘Marulanda’ no por ‘Jacobo Arenas’. Al que más estimaba era ‘Timochenko’. Tenía más sintonía con él que con ningún otro.

Ahora el tema de recuperar la memoria histórica ha cobrado importancia por la coyuntura en la que se encuentra el país y en especial, por el tema de la reconciliación y el olvido. Sin embargo, estamos escuchando muchas versiones sobre nuestra historia que, dependiendo de quien las cuente, tienen una carga no solo histórica, social y política, sino moral. Desde todo el trabajo que usted ha hecho, ¿por qué los colombianos necesitan recuperar la memoria?

Es un movimiento que se está dando y es un movimiento sano. Si se recupera la memoria de la gente eso va contra la historia oficial. El gran mérito de la memoria oral es retar a la historia oficial. Si uno pudiera leer por ejemplo memorias de conquistadores, inclusive, antes de la Guerra de los Mil Días, sería maravilloso tener esas memorias, porque lo que hace la historia oficial es ocultarla, suplantarla, y en eso los académicos prestan un servicio de primera.

¿Por qué afirma que Santander es un departamento con mucha memoria?

Sobretodo por la Guerra de los Mil Días. Santander es un departamento más ilustrado que otros y también es tan rebelde. Eso facilitaba que se escribieran las historias. Junto a Tolima, esta región no le ha comido al establecimiento del todo. Cada vez son menos rebeldes, pero históricamente ha sido una trinchera muy liberal.

Según lo afirmó en el informe que presentó en la Comisión Histórica del Conflicto, la violencia comenzó en 1930 por la prosecución a liberales en tierras de Santander y Boyacá, como consecuencia de la llegada al gobierno del liberal Enrique Olaya Herrera. Por así decirlo, ¿tiene este departamento la responsabilidad histórica de contar esa violencia? ¿Quizá en todo este proceso debería tener mayor protagonismo?

La Guerra de los Mil Días es una respuesta a la guerra de 1884, y esa derrota nunca fue aceptada sobre todo por la gente de Santander. Las guerrillas lo intentaron durante varios años. Mire cómo se sostiene en el movimiento de los años 1929, 1948 y 1964. Eso mantiene una línea de vínculos con la Guerra de los Mil Días. Tanto Santander y Tolima sostienen una línea de rebeldía que no ha sido derrotada.

Este año Ulibro tiene el lema “Leer en paz”. ¿Cómo ve usted el papel de estos escenarios que desde la academia, la literatura, el arte y la cultura le quieren apostar a la reconciliación?

Lo importante es leer… en paz o en guerra, pero leer (risas). Yo le paro bolas a las ferias del libro por eso, porque lo que no sea leer libros, es ver televisión. Y ver televisión es alimentar el consumismo, estimular la codicia y todos los valores del capital. Estamos consumidos por el capitalismo. La lectura sigue siendo una trinchera, la lectura tanto de libros de historia como de poesía. La poesía de alguna manera me parece, así no tenga ningún ribete político, también es un refugio.

| Nota del editor *

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