Por: Nicoll Gómez Morales. 4.° semestre
La realidad
El contexto de la desigualdad, a diferencia de lo que muchos imaginan, no se limita a la riqueza, al patrimonio o a los ingresos; también abarca aspectos como la expectativa de vida, el acceso al sistema de seguridad social, a la educación de calidad y el acceso a servicios públicos. Existen desigualdades entre géneros y entre grupos sociales. Además, la desigualdad persiste debido a que algunos grupos tienen más influencia sobre las agendas políticas, mediáticas y educativas, lo que impide que otros puedan hacer que el sistema responda a sus necesidades.
Cada faceta de la desigualdad entorpece enormemente la capacidad de las ciudadanías para alcanzar sus objetivos de mejora en la calidad de vida. Esta problemática puede ser incrementada por la ubicación geográfica de estas comunidades y la falta de recursos como servicios de salud adecuados. ¿Se puede observar desigualdad en el acceso al agua potable entre las localidades de Bogotá? ¿Y en la calidad del aire, las oportunidades laborales o el acceso a alimentos?
Bogotá alberga una rica diversidad cultural y social. Sin embargo, esta diversidad también grafica la desigualdad ambiental, particularmente en el acceso al aire de calidad, más notoria en barrios que viven en condiciones de pobreza o vulnerabilidad socioeconómica, porque tienen más probabilidades de residir cerca de fuentes de alta contaminación como carreteras de tráfico pesado y de áreas industriales, hecho que aumenta su exposición a enfermedades respiratorias crónicas como asma, bronquitis y afectaciones en la piel.
En localidades como Ciudad Bolívar, Kennedy, Fontibón y Bosa, donde se concentran zonas industriales y se ubican cerca de las principales arterias viales, la contaminación del aire es significativamente más alta, a diferencia de localidades donde en promedio hay más barrios de estratos altos como Usaquén o Chapinero, en donde es posible encontrar mayores áreas verdes y menos fuentes de emisión cercanas, de allí que sus habitantes disfrutan de una mejor calidad del aire.
María González Monroy, residente de la localidad de Ciudad Bolívar comenta: “Nosotros vivimos cerca de una fábrica de cemento. Adicional a esto están los olores de las curtiembres de San Benito, y hay días en los que no se puede ni respirar. Mi hijo, que tiene asma, cada vez está peor, pero en el hospital no hay camas disponibles para tratarlo”. Estas situaciones agravan aún más la problemática de salud entre las distintas zonas de la ciudad.
El transporte público, otra fuente de contaminación del aire
Otra de las problemáticas es el transporte público, uno de los mayores contribuyentes a la contaminación del aire en Bogotá. Aunque el sistema de transporte masivo TransMilenio ha mejorado los tiempos de los recorridos en relación con los antiguos buses y busetas, el tránsito de los articulados aún depende en gran parte del diésel, un combustible altamente contaminante. Las emisiones de estos vehículos, combinadas con las de los automóviles privados y las motocicletas, crean una mezcla tóxica que afecta a quienes viven cerca de las vías principales en materia respiratoria, así como en contaminación auditiva y visual que resulta altamente negativa para la salud de los ciudadanos.
Andrés Rodríguez Gómez, residente del barrio Patio Bonito en Kennedy, señala: “Todos los días tengo que salir en bicicleta al trabajo y respirar el humo de los vehículos. Estoy acostumbrado, aunque muchas veces me arden los ojos y me genera tos. Sin embargo, muchos de mis vecinos están enfermos, sobre todo los niños y los adultos mayores. He visto cómo la contaminación afecta la salud de personas cercanas a mí y como esto se vuelve repetitivo por esta problemática”.
Un informe reciente del Centro de Estudios jurídicos y Sociales de Bogotá destaca que los niveles de contaminación del aire están estrechamente relacionados con el eje territorial de la desigualdad. Las desigualdades en Bogotá se reflejan en los ingresos y las oportunidades económicas, y en el acceso a servicios básicos como agua potable y calidad del aire. En el documento La Desigualdad en los Planes de Desarrollo de Bogotá 1995-2024, se menciona cómo la distribución desigual de recursos entre diferentes zonas de la ciudad afecta directamente la calidad de vida de sus habitantes. La forma en que está distribuida la ciudad ha hecho que algunas áreas disfruten de bienestar y prosperidad, mientras que otras comunidades, especialmente las más desfavorecidas, carecen de servicios básicos y están expuestas a peligrosos niveles de contaminación.
A pesar de los esfuerzos del gobierno local por implementar políticas públicas como la promoción de transporte limpio y la restricción de combustibles fósiles para que se reduzca la contaminación del aire, los avances han sido lentos. De igual manera, aunque se han implementado planes de desarrollo que buscan reducir la contaminación en las zonas más afectadas, estos no han sido suficientes para acabar con el impacto en la salud de las comunidades más vulnerables.
Esto ha hecho que expertos y organizaciones civiles comiencen a proponer soluciones innovadoras para abordar la contaminación y la desigualdad, entre las que se incluyen la promoción del uso de tecnologías limpias en el transporte, así como el desarrollo de un urbanismo sostenible que incorpore más áreas verdes y transporte no motorizado. Además, iniciativas de educación ambiental en las comunidades buscan empoderar a los ciudadanos para que tomen acción sobre estos temas. Contaminación del aire en Bogotá.
La calidad del aire es crucial para la salud pública, y para el bienestar general de los ciudadanos, porque influye en la calidad de vida y en el desarrollo socioeconómico. En el 2024, la calidad del aire en Bogotá ha presentado un panorama mixto, con algunas mejoras significativas, pero también desafíos persistentes que afectan la salud pública y el bienestar de sus ciudadanos. Según el estudio de la Secretaría de Ambiente Calidad del Aire en 2024, se ha registrado una disminución notable en los niveles de partículas contaminantes en comparación con años anteriores. Esto se atribuye a una serie de iniciativas implementadas por el gobierno local, tales como la promoción de vehículos eléctricos, la modernización del transporte público y restricciones en el uso de combustibles fósiles en las zonas más críticas de la ciudad.
El informe también destaca que, aunque las políticas de control de emisiones han tenido un impacto positivo, el crecimiento urbano desmedido y el aumento en el uso de vehículos particulares siguen siendo factores que inciden en la mala calidad del aire. Los datos reflejan que, en algunas localidades de estratos bajos, los niveles de contaminación siguen siendo alarmantes. Para mantener y continuar mejorando la calidad del aire se requiere un enfoque integral que se centre en las políticas de transporte, y que abarque la gestión de residuos, la promoción de áreas verdes y la educación ambiental. La colaboración entre el gobierno, las organizaciones no gubernamentales y la ciudadanía será crucial para abordar estos desafíos de manera efectiva y garantizar un ambiente saludable para los bogotanos.
La lucha por un aire más limpio en Bogotá revela profundas desigualdades que afectan la salud y calidad de vida de sus ciudadanos, con comunidades vulnerables soportando el mayor peso de la contaminación. La implementación de políticas efectivas, el uso de tecnologías limpias y la creación de espacios verde pueden ser respaldados por una ciudadanía activa que exija cambios estructurales.
La salud pública y el futuro de la ciudad dependen de esta acción colectiva, en la que la equidad y la sostenibilidad se conviertan en los pilares del desarrollo urbano. Solo así se podrá asegurar que todos los bogotanos, sin importar su origen, tengan el derecho a respirar aire puro y a disfrutar de entornos saludables.