En las entrañas de las ciudades, un proceso silencioso pero poderoso está cambiando la identidad de los barrios. Ese concepto de progreso que conlleva repercusiones en la preservación de la comunidad local, las avenidas con su promesa de una mayor fluidez vehicular y desarrollo económico, es bien visto por los mismos residentes que sueñan con tener mejores condiciones de vida en temas de transporte al contar con mejores autopistas de acceso, pero ¿a qué costo?
El sonido de las excavadoras, la vista de carpas verdes y el olor a asfalto caracterizan el ambiente de una avenida en construcción. Las vías son las arterias vitales de la ciudad que se extienden sobre ella, conectando barrios y localidades. Sin embargo, detrás de estas obras civiles se esconde una problemática compleja: la gentrificación.
La gentrificación por construcción o ampliación de avenidas es muy común en los barrios tradicionales. Estas avenidas, muchas veces, se planifican donde ya hay edificaciones de todo tipo, desde casas hasta almacenes, talleres y parques o zonas verdes, lo cual requiere de esos terrenos para culminar dichos proyectos viales.
Tranquilidad interrumpida
Para la comunidad del sector donde se ejecutan las obras de construcción como avenidas, suele generar malestar, ya que el día a día de los habitantes se ve interrumpido por cierres de calles, entrada y salida de maquinaria de todo tipo y polvo durante las jornadas largas de trabajo. Todo esto hace que el día cotidiano para esa población se modifique por completo.
Lina Pérez, estudiante de grado décimo, tuvo que modificar la ruta que tenía para desplazarse hasta su colegio, esto debido a que una barrera de carpas verdes le impedía el paso. Su trayecto aumentó y también los riesgos que esto conllevaba, pues debe transitar por más de seis minutos por un tramo bastante solitario.
Lina, además de la ruta para ir al colegio, también ha presentado afectaciones para movilizarse a cualquier dirección, pues su casa está ubicada sobre una avenida cerrada en su totalidad, lo que perjudica el ingreso y salida hacia cualquier dirección.
Escenarios
Según el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), para la ejecución de esta obra se adelantó la gestión de 145 predios por un valor de 83.385 millones de pesos. Cabe mencionar que esta obra comprende el tramo desde la Avenida Boyacá hasta conectar con la Avenida Carrera 91, donde se requirieron más predios, mayormente edificaciones como bodegas, garajes y casas en las cuales también funcionaban diferentes tipos de negocios comerciales, siendo esta una fuente de ingresos para familias completas ya sea directamente como propietarios o como empleados.
Leidy Reyes, una residente del barrio El Rincón, fue directamente expropiada de su casa debido a la ampliación de una importante avenida que pasaba frente a su hogar. Para la ampliación de dicha avenida se requerían demoler edificaciones como la casa esquinera de doña Leidy.
Hoy en día, las autoridades oficiales han tomado todos los predios correspondientes al proyecto Avenida El Rincón, lo hicieron paulatinamente con una fecha ya estipulada para la demolición de cualquier construcción en los predios adjudicados al proyecto.
Escombros del progreso
Según la Universidad Militar Nueva Granada, durante la demolición en 2023 de todos los predios necesarios y que hacían parte del proyecto Avenida El Rincón, la comunidad enfrentó diferentes problemáticas debido a los escombros generados por las construcciones derrumbadas, generando disposición inadecuada de escombros, los cuales no eran depositados en los espacios autorizados o extraídos correctamente.
Los residuos de gran tamaño como los escombros de edificaciones demolidas generan reducción en el espacio posible a utilizarse, y al no ser retirados con la mayor brevedad posible, pueden ocasionar problemáticas con efectos en contaminación ambiental, lo que provoca malestar para la comunidad que convive alrededor.
“El tema de los escombros afectó la tranquilidad para los vecinos de este sector. Primero, hubo problemas en cuanto al uso de escombros sin autorización por la misma comunidad, debido a que los propios vecinos alejaban lo más posible de sus casas o negocios los escombros que les perjudicaban de alguna manera”, sostuvo el presidente de la Junta de Acción Comunal del Barrio Rincón Norte en Suba.
Balance entre progreso y comunidad
La construcción de la Avenida El Rincón, aunque representa un avance significativo en términos de infraestructura y desarrollo urbano, deja tras de sí un rastro de desafíos y reflexiones profundas para la comunidad local y para quienes observan este proceso desde fuera. Este proyecto, como muchos otros de su tipo, ilustra un dilema fundamental en la evolución de las ciudades modernas: el equilibrio delicado entre el progreso material y la preservación de la identidad y calidad de vida de sus habitantes.
Uno de los aspectos más notables de esta transformación es la gentrificación, un fenómeno complejo que se despliega cuando el desarrollo urbano y la inversión en infraestructura llevan consigo el desplazamiento de comunidades tradicionales. En el caso de la Avenida El Rincón, se ve cómo familias enteras fueron expropiadas de sus hogares, perdiendo no solo sus propiedades físicas, sino también sus arraigadas conexiones emocionales con sus vecindarios y su historia.
Además de los aspectos sociales, el impacto ambiental es una preocupación creciente. La disposición inadecuada de escombros, la contaminación generada por las obras y la reducción de espacios verdes, son señales de alerta que recuerdan la importancia de un desarrollo sostenible y respetuoso con el entorno natural.
En este contexto, es crucial reflexionar sobre el papel de las autoridades, las empresas constructoras y la sociedad en general. ¿Estamos priorizando el desarrollo a corto plazo sobre el bienestar a largo plazo de nuestras comunidades? ¿Qué medidas se están tomando para mitigar los impactos negativos y garantizar la inclusión y participación de todos los afectados en el proceso de transformación urbana?