Por: Brandon Niño

Glen Nicholas García López es un joven de 20 años que ha estado cobijado por la soledad y guiado por ideologías liberales. Hoy en día es estudiante de Comunicación social – Periodismo en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, además de participar de colectivos de movilización estudiantil como lo es “La Primera Línea”. Es un hombre con alma servicial, empático y muy preocupado por la ciudadanía velando por las instituciones públicas de educación superior.
Sus inicios son en Bogotá, su ciudad natal. Desde niño se caracterizaba por ser una persona poco social; por el contrario, era el típico “chico problema” en el colegio. Tras la separación de sus padres cuando tenía tres años de edad, contó solo con el apoyo de su mamá, que trabajaba constantemente, y que era la persona que respondía por la economía del hogar. La soledad que lo acompañó durante gran parte de su infancia, se debió a las largas jornadas laborales de su madre y al distanciamiento con su padre. Con no más de 14 años Glen empezó a meter en problemas a su mamá por su comportamiento agresivo en los colegios donde estudiaba: “a golpes solucionaba todo”, asegura con un poco de incomodidad. Hoy en día es un hombre más centrado pero que no justifica las injusticias.
Luego de los problemas que su comportamiento agresivo le trajo a su mamá, empezó a percatarse de su soledad, y esta vez de manera más drástica, puesto que su madre le permitió más independencia. Es allí cuando sus travesuras empiezan a ser parte principal de su vida: golpeaba a los profesores con cuadernos en la cabeza, y como se dice coloquialmente, era un muchacho con agallas. Después de pasar por diferentes instituciones, una directora académica le dijo a su mamá que Glen había nacido para generar problemas. La inequidad educativa en los colegios privados y públicos, hacen parte de la inspiración por ir en contra del sistema que busca evitar la emancipación cognitiva: el colegio público busca tener muchos muchachos sin importar la calidad de la educación, y de allí su intento por crear un ideal de estudiante socialmente aceptado.
“Tenía 16 años y a la salida de una jornada estudiantil tuve una pelea con un muchacho a los puños que me marcó”, asegura Glen, pues la sensación de superioridad y fuerza sobre los individuos era una emoción que él experimentaba y que sentía que estaba bien, puesto que nunca había contado con alguien que lo respaldara para la solución de sus problemas.
Los comportamientos agresivos iban creciendo a la par de la rebeldía en la adolescencia, comportamientos de altivez y superioridad que hacían de él un chico rudo ante los demás, aunque siempre estuvo presente en su desarrollo la idea que algo en la sociedad estaba mal, con su empeño en que las personas encajaran en un modelo de sociedad ya estipulado. La comunicación con su padre se volvió crucial puesto que es un hombre con pensamientos liberales y escépticos: “mi papá siempre me dejó descubrirme a mí mismo: ni religión, ni política me inculcó, pero siempre me hacía pensar en lo mal que está la sociedad en cuanto a la inequidad y la injusticia”.
El tan esperado 21 de noviembre, cuando la ciudadanía cargada de inconformismo decide paralizar el país para exigir sus derechos, millones de personas salieron a las calles con diferentes pancartas y mensajes en contra de la política corrupta. Junto con el colectivo de La Primera Línea del cual Glen hace parte, decidió salir a encabezar la protesta pacífica y social. Estando en la calle 26 con Avenida 68 en la ciudad de Bogotá, el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) hizo presencia para que la movilización no bloqueara el acceso al aeropuerto internacional El Dorado. Con gases y bombas molotov empezaron a contener a cientos de personas de diferentes edades y oficios.
Como se evidenció a través de redes sociales, la agresión por parte de entidades oficiales ocurrió con cientos de estudiantes y ciudadanos que fueron callados a la fuerza. Varios escritos, vídeos y fotos han sido censurados de sus perfiles y eliminados, y es por eso que golpes, robos y maltrato psicológico, actos que violentan la integridad humana, hacen que al igual que Glen, muchos estudiantes no confíen en las entidades oficiales.
Finalmente, Glen fue recluido en una correccional de menores donde fue privado de su libertad durante 8 meses por agresión física a un ciudadano en Bogotá: “Como fui yo, un simple estudiante y ciudadano más, tomaron medidas desmesuradas, pero y cuándo será la justicia para la cantidad de policías que me han golpeado solo porque su hobbie es agredir ciudadanos”.
“Quiero que entiendan que esta lucha es por todos y para todos. No incito a la violencia y mucho menos a odiar a las autoridades, pero quiero que la educación sea de calidad, que la corrupción sea castigada, y que el periodismo hable y no se deje vendar”, Asegura Glen.
La universidad y el periodismo han sido de las actividades que más han nutrido a Glen, puesto que encuentra personas con quien compartir temas que no todo el mundo se arriesga a tratar.
“Yo siento que Glen es una persona ética, y a pesar de los problemas que ha tenido que presenciar, siempre está sonriente y con un aura de seguridad: cada vez que estoy con él me siento segura, no hay que estar con él más de dos horas para que la policía ya pase a revisarnos y siempre se van con las manos vacías, puesto que la inspiración por combatir la injusticia no es sinónimo de violencia ni vandalismo”, comenta Heidy Gómez, compañera de universidad.
El sueño de Glen es que la equidad y la justicia se vuelvan parte de las capacidades obligatorias para participar como representante político en el país, así como propiciar el pensamiento libre y la emancipación cognitiva; para lograrlo, es importante que haya empatía entre la ciudadanía y los representantes que salimos durante horas a caminar por nuestros derechos.
