Por: Karen Bermúdez, Julián Murillo y Jiovanny Ojeda
El inicio de esta nueva etapa tiene como base la Resolución 1315 del 27 de agosto de 2021, en la que se establece que: “las entidades territoriales del orden departamental, distrital y municipal, garantizarán el cumplimiento de las medidas de bioseguridad para propiciar el retorno gradual, progresivo y seguro de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes a la presencialidad en las respectivas Instituciones Educativas de todo nivel” según el Ministerio de Salud y Protección Social.
Es importante y acertado que se dé este paso “post cuarentena” ya que, después de un año y medio de encierro, debido al Covid-19, ayudará a equilibrar y fortalecer nuevamente la salud mental de los jóvenes universitarios e incluso las de sus familias. Podrán volver a socializar y realizar prácticas académicas más fructíferas para su formación, pero de igual manera se pueden ver perjudicadas aquellas personas que se encuentren distanciadas de su universidad, que volvieron a su lugar de residencia, pueblos, municipios e incluso países, y también las que aún cuenten con un miedo “extremo” al virus o que tengan adultos mayores, con alguna enfermedad, en su círculo familiar a los cuales necesiten cuidar.
La Ministra de Educación, María Victoria Angulo, ve el retorno a las instituciones educativas netamente como un impacto positivo, diciendo que, “Volver a los espacios académicos presenciales como parte integral del proceso formativo, el desarrollo psicosocial y la salud mental de nuestros jóvenes no da más espera”.
Pero ¿en dónde quedaron las repercusiones negativas que esto puede traer? Muy pocas personas, entidades, dirigentes, etc., no se han hecho a conciencia esta pregunta y esto trae consigo la exclusión de un gran porcentaje de la población que piensa diferente.
En el lado de los aspectos negativos se encuentra que, según Erick Olarte, estudiante de sexto semestre de la Universidad Minuto de Dios: “El aforo que admite la universidad aún no es del 100%, lo que causa la alternancia. Varios de mis compañeros y yo, vamos a clase cada 15 días, pero también tenemos que ver algunas de las sesiones de manera virtual. Entonces, los maestros y varios alumnos se encuentran en el aula, se dicta de manera normal la sesión, con diapositivas y demás, pero mientras tanto hay varias interferencias en el desarrollo de la clase virtual, tales como: la pérdida del sonido, si hay mucho eco en el salón los que están en casa no entendemos muy bien, si copian algo en el tablero esto no puede ser visto con claridad y la conexión de la universidad es compartida, lo que causa que en ocasiones la red se sobrecargue y se vuelva intermitente, etc”.
Desde otra perspectiva, el estudiante de Ingeniería Química de la Fundación Universitaria América, David Cruz, se encuentra culminando su carrera universitaria y realizando la etapa de sus prácticas profesionales. David destaca la labor que ha cumplido la universidad para que él y los demás estudiantes que están realizando las prácticas puedan hacerlas de manera presencial, en el campo, en donde pueden aprender mucho más que a través de una pantalla ya que, pueden utilizar los implementos de los laboratorios y contar con un apoyo profesional que esté al lado de ellos guiándolos.