Por: Santiago Alonso Garzón y Angie Natalia Pulido Fajardo. 7.º semestre
Era un día común en internet el 25 de abril de 2023, cuando un titular impactante comenzó a circular en las redes: “Un tren atropella a un trabajador de la construcción de carreteras en Gansu, matando a nueve personas”. En cuestión de horas, el artículo, publicado en 21 cuentas de Baijiahao, la plataforma de blogs más grande de China acumuló más de 15,000 visualizaciones. El rumor se esparció como pólvora, dejando a muchos conmocionados.
Sin embargo, la calma de la verdad no tardó en llegar. El Departamento de Seguridad Pública pronto identificó la noticia como falsa y lanzó una investigación que expondría un oscuro secreto. A medida que los investigadores profundizaban, se encontraron con un ingenioso pero inquietante uso de la inteligencia artificial. Tras la cortina de la noticia falsa, había una empresa registrada en Shenzhen (ciudad en China), dirigida por un hombre misterioso de apellido Hong.
Hong había utilizado ChatGPT, una herramienta de IA, para burlar los sistemas de protección de Baijiahao, que impedían la publicación de contenido duplicado. Con un toque maestro, creó versiones sutilmente diferentes de un artículo popular que le permitió sortear las barreras de la plataforma y, lo más alarmante, generar ingresos ilegales.
La policía, decidida a ponerle fin a este juego, registró su domicilio y recolectó pruebas de sus sofisticados sistemas informáticos. La verdad salió a la luz cuando Hong fue arrestado. En un interrogatorio lleno de tensión, confesó que había utilizado la inteligencia artificial de manera intencionada para alterar artículos y obtener beneficios económicos.
Este escándalo llevó a la captura de Hong, y encendió una llama de preocupación en la sociedad sobre el potencial oscuro de la tecnología. La historia del tren que nunca pasó, pero generó una ola de desconfianza, se convirtió en un llamado a la acción para los reguladores, que ahora enfrentaban el reto de abordar las manipulaciones de la inteligencia artificial.
En un contexto más amplio, este caso refleja un fenómeno creciente, pues en ese mismo año, JournalismIA, afirmó que más del 60% de las salas de redacción encuestadas en el mundo habían experimentado con tecnologías de inteligencia artificial para crear contenidos, para automatizar tareas cotidianas y para mejorar la eficiencia en la redacción de titulares y optimización SEO (Search Engine Optimization- Optimización para motores de búsqueda).
El periodismo enfrenta una transformación que no tiene freno. Con la inteligencia artificial como herramienta, el futuro del periodismo presenta nuevos retos, abre nuevos horizontes y ofrece oportunidades a quienes, durante años, se acostumbraron a una labor tradicional.
A través de esta nueva herramienta, gigantes de la información, como The New York Times, BBC y The Washington Post, han automatizado procesos que antes requerían la intervención humana. La Universidad Fasta publicó que The Washington Post es uno de los pioneros en el uso de la IA, mediante el desarrollo de un robot llamado Heliograf, que utiliza IA para generar automáticamente noticias sobre temas recurrentes, como resultados deportivos o elecciones, que fue utilizado para cubrir los Juegos Olímpicos 2016.
Al igual que otros medios, Colombia no se queda atrás; gigantes nacionales como El Espectador y Blu Radio se han unido a esta ola de cambios. Fredy Daza, coordinador digital de Blu Radio y graduado de UNIMINUTO en 2018, ha sido parte activa de esta transformación. Desde que se unió al equipo en julio de 2021, pasó de ser periodista de fin de semana a coordinador digital, gracias a su experiencia en medios digitales como RCN Radio. Según Daza, en Blu Radio utilizan herramientas de IA, como ChatGPT, para generar contenido de manera rápida; sin embargo, el trabajo de los periodistas sigue siendo esencial, pues revisan y curan cada artículo antes de publicarlo para asegurar su precisión y calidad.
Son diversas las perspectivas sobre el impacto que está teniendo la IA en el periodismo, desde el choque en los modelos tradicionales de negocio, hasta su capacidad para ayudar en la curaduría de contenido en tiempo real, como señala Noe Pernía, periodista con más de 30 años de experiencia: “la inteligencia artificial ofrece un reto interesante y abre un campo de experimentación riquísimo”, y subraya que “el periodismo no va a desaparecer, se va a transformar.”
Además de todos los cambios que conlleva la implementación de estas nuevas tecnologías en el periodismo, son de gran expectativa los dilemas éticos significativos que puede llegar a generar su uso. Como destaca el informe de JournalismIA, los sesgos presentes en los datos con los que se entrenan los modelos de IA pueden amplificar desigualdades, lo que representa un riesgo ético para las redacciones. Los sesgos en la IA pueden ser un problema real para la manera como consumimos noticias.
En ese orden de ideas, los modelos de IA aprenden de los datos que se les proporcionan, y si esos datos están sesgados, la inteligencia artificial tenderá a replicar esos mismos prejuicios. Esto es peligroso porque cuando se utilizan estos modelos para generar o analizar noticias, los sesgos pueden infiltrarse sin que los periodistas ni los lectores se den cuenta. Por ejemplo, si un modelo de IA ha sido entrenado con preferencias de ciertos sectores de la sociedad, puede terminar ignorando o distorsionando las realidades de personas de otros contextos, como comunidades rurales o de clases más bajas.
En periodismo, esto significa que las redacciones corren el riesgo de amplificar desigualdades que podrían llevar a la desinformación. El problema es que la IA, al ser tan eficiente en procesar grandes cantidades de datos, puede generar contenido que se ve legítimo y bien hecho, pero que en realidad puede estar sesgado y no refleja toda la verdad.
Lo preocupante es que los sesgos de la IA no siempre son obvios. Muchas veces, los periodistas pueden no ser conscientes de que están utilizando herramientas sesgadas, lo que hace más difícil identificar y corregir el problema. Esto pone a los medios de comunicación en una situación complicada, que, además de ser responsables de la veracidad de sus contenidos, ahora deben ser responsables de cómo las herramientas tecnológicas que utilizan pueden influir en la información que presentan.
La implementación de la IA en el proceso de creación de noticias ha generado nuevas preocupaciones, como señala Daza, quien resalta que en ocasiones puede producir información falsa o inexacta, lo que obliga a los periodistas a revisar cuidadosamente el contenido antes de publicarlo. Aunque la IA puede automatizar la redacción de noticias, la responsabilidad ética recae en los periodistas para garantizar la veracidad y la precisión de la información. Esto plantea una pregunta clave: ¿cómo pueden los medios de comunicación usar IA sin comprometer los principios fundamentales del periodismo, como la imparcialidad y la precisión?
Si bien estas nuevas herramientas, que están acogiendo los medios y periodistas alrededor del mundo, buscan automatizar y agilizar el tiempo de redacción y publicación de información, los medios tienen la responsabilidad de encontrar un equilibrio entre la automatización de tareas repetitivas y la preservación de la calidad del contenido periodístico. Esto requiere que sea supervisado y verificado, aun por un humano, para garantizar un análisis crítico y ético de los hechos. Como lo menciona Daza, la IA puede inventar información o generar errores, lo que hace que la intervención humana sea imprescindible para asegurar la precisión; esto implica que los periodistas deben seguir actuando como curadores de contenido, revisando y validando cada artículo antes de publicarlo.
Innovación laboral en el periodismo: ¿amenaza o evolución?
Aunque la integración de estas nuevas tecnologías trae un sinfín de dudas y expectativas a futuro, uno de los mayores temores del periodista es la posible reducción de empleos en el sector, específicamente en roles técnicos. Fredy Daza menciona que, en el ámbito digital, ciertos trabajos, como el de gestores de contenido que suben artículos a plataformas, podrían ser reemplazados o reducidos con el tiempo gracias a la automatización. Aunque estos roles técnicos son los primeros en correr riesgo de ser reemplazados, recalca que roles como redactores o reporteros, que crean contenido original, probablemente se mantendrán, dado que la IA no puede reemplazar completamente la capacidad creativa y crítica de los periodistas humanos:
“Si bien estas herramientas pueden generar textos y realizar tareas básicas, el análisis profundo y el pensamiento crítico nos diferencia de una máquina. Aquel periodista con contenido original de calidad y con un estilo único seguirá siendo esencial en un futuro donde las IA aún no tienen la capacidad de interpretar la realidad con la profundidad que lo hacen los seres humanos. El periodista seguirá siendo responsable de conectar hechos, narrar historias y asegurar los estándares éticos del periodismo”, sostiene Daza.
JournalismAI afirma que más del 50% de los medios encuestados esperan que la IA automatice tareas repetitivas para permitir que los periodistas se centren en trabajos más innovadores, eliminando así roles y empleos en los que, en el pasado, se creía crucial la intervención de los humanos. Sin embargo, no todo es negativo. Si bien la IA busca automatizar algunas tareas que podrían parecer tediosas o repetitivas, también puede ayudar a liberar tiempo para que los periodistas se centren en tareas más analíticas o profundas, como el periodismo investigativo.
Esto sugiere que la IA, en lugar de eliminar empleos, podría transformar la naturaleza del periodismo tal como lo conocemos, optimizar el tiempo y generar nuevas oportunidades, donde el periodista enfrentará el gran reto de integrar estos nuevos conocimientos con sus habilidades periodísticas clásicas. Esta transformación no implica la desaparición del periodismo tradicional, sino una especie de hibridación entre el presente y el futuro de la prensa.
Una vez más, la optimización del tiempo se convierte en uno de los factores y objetivos clave de la integración de las IA en el periodismo, porque permiten hacer análisis en tiempo real, rastrear tendencias y resumir información clave en solo segundos; de esta manera, facilitan que el periodista acceda a información resumida en minutos, ahorrando horas de trabajo de investigación. Este tipo de herramientas, que agilizan procesos que en el pasado podrían haber sido molestos, son algunos de los posibles beneficios.
Carlos Eduardo Cortés, director del programa de Comunicación Social de la Universidad Javeriana, subraya que la inteligencia artificial, cuando se emplea adecuadamente, ha demostrado ser una herramienta valiosa que facilita la producción de contenidos en el ámbito periodístico. Si bien advierte que todavía es imprescindible la intervención de la “curaduría humana” para garantizar la calidad, veracidad y relevancia de la información, esto es especialmente importante en un contexto donde las máquinas están asumiendo un papel cada vez mayor en tareas que antes requerían completamente del trabajo humano.
Cortés destaca que, aunque la IA puede automatizar en minutos procesos como la recolección de datos, el análisis de grandes volúmenes de información y la generación de informes, la interpretación crítica y el contexto de los hechos siguen siendo labores que dependen de los periodistas. El juicio humano es esencial para evitar la propagación de información errónea, sesgada o incompleta, pues la IA puede carecer de la sensibilidad ética y la capacidad para entender temas culturales o políticos. Este enfoque en la curaduría humana además de mantener los estándares éticos y periodísticos garantiza que el contenido producido sea más valioso para las audiencias.
En un entorno donde las máquinas asumen más responsabilidades, el papel del periodista se transforma de ejecutor de tareas técnicas a un curador de la información, encargado de verificar, interpretar y contextualizar lo que las IA producen. La inteligencia artificial puede aportar velocidad y eficiencia, pero es la combinación de esa eficiencia con la capacidad crítica del periodista lo que marca la diferencia en la calidad del contenido final.
Para abordar estos retos en el ámbito laboral, universidades como la Universidad Central están implementando acciones anticipadas. Alejandra Quintero, directora del programa de Comunicación Social de esa institución, resalta que allí están preparando a los futuros periodistas para enfrentar estos cambios mediante la actualización constante de los planes de estudio. Señala que, aunque muchas labores técnicas podrían ser delegadas a la IA, los comunicadores deben aprender a aprovechar las nuevas tecnologías como herramientas, sin perder de vista su propio rol como generadores de sentido y mediadores entre la información y las audiencias: “Claro, la IA puede generar una pieza de contenido o realizar una presentación, pero es el comunicador quien le da estilo, contexto y profundidad a esa información”, señala Quintero.
Aunque la tecnología puede hacer más rápidas y sencillas muchas tareas, la participación humana sigue siendo clave en la parte creativa y en la comprensión e interpretación del mundo real. En ese sentido, el desafío para los periodistas del futuro será encontrar el equilibrio entre el uso de la IA como apoyo y la preservación de los valores fundamentales del periodismo.
La preparación de los estudiantes para este nuevo panorama laboral no se limita al uso de herramientas tecnológicas. Según Cortés, es igualmente importante enseñarles a pensar críticamente y a actuar con ética en un entorno donde la inteligencia artificial puede hacerles más fácil el acceso a la información, pero también más difícil discernir entre lo verdadero y lo falso. Así, la IA transformará tanto las tareas técnicas, como las habilidades que los futuros profesionales del periodismo deberán dominar.
La inteligencia artificial está cambiando sectores como el periodismo y la tecnología, además puede ser una gran aliada en el ámbito laboral. En lugar de ser vista solo como una amenaza para los empleos, ofrece oportunidades para crear nuevos roles y hacer más eficientes los procesos de trabajo. De esta manera, los periodistas y los nuevos talentos en el campo pueden aumentar su productividad y fomentar la innovación. Si se utiliza correctamente, puede transformar el mercado laboral, y abrirle puertas a nuevas formas de trabajo que beneficien a todos.
Quintero subraya la importancia de preparar a los estudiantes para que vean las herramientas tecnológicas como aliadas y no como amenazas. En un mundo laboral donde la inteligencia artificial avanza rápidamente, es esencial que los futuros profesionales aprendan a usar estas tecnologías para enriquecer su trabajo.
La idea es simple pero poderosa: aunque la IA puede encargarse de tareas técnicas, el papel del comunicador es único. Solo un ser humano puede darle sentido, contexto y profundidad a la información, transformando datos en historias que resuenen. Los futuros periodistas se convierten en usuarios de tecnología, pero también en creadores que saben cómo integrarla en su trabajo para comunicar mejor. Sin embargo, Quintero también resalta una realidad fundamental planteada por Noé Pernía: “hay que hablar de modelos de negocio en periodismo”, pues la ilusión de que los periodistas salgan a la calle a trabajar por puro amor al oficio, o en un espíritu de apostolado es, en muchos sentidos, engañosa. “La realidad es que necesitamos pagar alquileres, facturas y el plato de comida que ponemos sobre la mesa”, afirma Pernía.
Por eso, el desafío es doble: no solo deben aprender a utilizar herramientas como IA, sino entender cómo pueden generar ingresos. Aquí entra la búsqueda de un modelo de negocio sostenible en el periodismo. Pernía destaca que, aunque hay una gran necesidad de información, encontrar ese espacio donde el público esté dispuesto a pagar por ella es complicado. Los futuros periodistas deben preguntarse: ¿de qué manera? ¿bajo qué esquemas de cobro? ¿qué rutas de monetización existen?
La formación en la Universidad Central enfatiza en la parte técnica y creativa del periodismo y también en buscar equipar a los estudiantes con una comprensión de las dinámicas del mercado. Esto incluye aprender sobre suscripciones, contenido premium, crowdfunding y otras estrategias que pueden ayudar a financiar su trabajo. El objetivo es que los estudiantes salgan al mercado con habilidades técnicas y narrativas, y con una mentalidad empresarial que les permita navegar en un entorno laboral cambiante.
En definitiva, el objetivo es claro: formar una nueva generación de comunicadores que, armados con tecnología y una comprensión sólida de los modelos de negocio, estén preparados para impactar el mundo. Esto no solo significa contar historias que importan, sino encontrar maneras viables de hacerlo, asegurando así su sostenibilidad en el competitivo panorama del periodismo actual.
Automatización: ¿un avance o un riesgo para la ética?
La inteligencia artificial está transformando la manera como los periodistas trabajan, pero estas nuevas oportunidades también traen dilemas éticos. ¿Cómo pueden los periodistas asegurarse de que las herramientas de IA no comprometan los principios fundamentales del periodismo? Esta es una pregunta clave en un momento en el que las máquinas están asumiendo un papel cada vez más activo en la creación de contenido.
Fredy Daza señala que la automatización de la redacción de noticias, si bien es útil para agilizar los procesos, debe ser supervisada de cerca para evitar la difusión de información incorrecta. “La IA no puede ser una excusa para relajar los estándares de precisión y veracidad”, sostiene. Para Daza, la ética periodística sigue siendo tan relevante como siempre, y la tecnología debe ser vista como una herramienta que complementa, pero no reemplaza el juicio humano.
Carlos Eduardo Cortés destaca que el uso de IA en las salas de redacción puede ser una ventaja siempre que se mantenga un control riguroso sobre los contenidos generados. “Las herramientas de IA no tienen conciencia ni valores; simplemente procesan datos y crean resultados en función de esos datos”, explica Cortés. Por tanto, es responsabilidad de los periodistas asegurar que los contenidos producidos por máquinas cumplan con los mismos estándares éticos que se aplican a los artículos escritos por humanos.
Uno de los principales riesgos de la automatización es la falta de transparencia en los procesos. Muchas herramientas de IA funcionan como cajas negras, lo que significa que los usuarios no siempre ven cómo se toman las decisiones o cómo se generan los resultados. Esto plantea preguntas sobre la responsabilidad en caso de que se publique desinformación o se perpetúen sesgos a través de los algoritmos. Alejandra Quintero menciona que este es un tema que está siendo abordado en su universidad, donde se les enseña a los estudiantes a cuestionar las fuentes de información y a ser conscientes de los sesgos que pueden existir en los algoritmos.
Quintero también señala que es esencial que los periodistas mantengan su papel como curadores de la información, incluso cuando utilicen IA para generar contenido. “La tecnología puede ser una herramienta útil, pero nunca debe reemplazar el análisis crítico y el juicio ético”, afirma Quintero. Los periodistas deben seguir siendo responsables de los contenidos que publican, y esto incluye asegurarse de que las noticias generadas por IA sean verificadas y contextualizadas de manera adecuada.
Noé Pernía argumenta que la ética periodística no ha cambiado con la llegada de la IA, simplemente se enfrenta a nuevos desafíos. “La ética sigue siendo la misma: verificar los hechos, ser imparcial y actuar con responsabilidad”, sostiene. Para Pernía, el mayor riesgo es que los periodistas se vuelvan demasiado dependientes de las herramientas automatizadas y descuiden su propia responsabilidad en la producción de noticias. “Las máquinas no piensan, solo procesan información; es el periodista quien debe tomar las decisiones éticas”, recalca.
Un aspecto clave de la ética periodística en la era de la IA es la transparencia. Es importante que los periodistas sean claros con sus audiencias sobre cómo se produce el contenido, especialmente cuando se utilizan herramientas de automatización. Fredy Daza menciona que uno de los mayores problemas que enfrentan es la falta de claridad en torno a la procedencia de ciertas noticias generadas por IA. “El público tiene derecho a saber si una noticia ha sido creada por una máquina o por un ser humano”, señala. Este tipo de transparencia es fundamental para mantener la confianza del público en los medios de comunicación.
La IA y el reto de la desinformación
Uno de los mayores desafíos que enfrenta la inteligencia artificial en el periodismo es su relación con la desinformación. Las herramientas de IA, especialmente las generativas, tienen la capacidad de producir enormes cantidades de contenido en poco tiempo. Esto puede ser una ventaja cuando se trata de automatizar informes o cubrir noticias de eventos recurrentes, pero es un riesgo en la propagación de desinformación.
La desinformación apoyada en inteligencia artificial es un problema que se intensifica rápidamente, los casos recientes en China lo ejemplifican, y que está generando consecuencias alarmantes, y sus efectos van más allá de una simple confusión momentánea. Según Pernía, el problema es profundo porque altera nuestra percepción de la realidad, sembrando una desconfianza cada vez mayor en los medios y generando entornos de eco donde solo escuchamos lo que confirman nuestras creencias previas. Esto limita el debate y, en última instancia, nos divide.
Uno de los riesgos más grandes de esta nueva era es la polarización social. Cuando las personas solo ven contenido que refuerza su visión del mundo, se hace difícil mantener una sociedad abierta y dialogante. Esto tiene implicaciones serias, por ejemplo, durante elecciones, cuando la manipulación de noticias y de videos puede cambiar el rumbo de un país. Imágenes y videos generados por IA, como los deepfakes, agravan la situación con la creación de pruebas visuales falsas que pueden difamar a alguien o generar miedo injustificado.
La desinformación tiene impacto económico. Una noticia falsa sobre una empresa, por ejemplo, puede hacer que su valor en el mercado se desplome, afectando a miles de personas, trabajadores, consumidores y accionistas. Ante este desafío, Pernía enfatiza que el periodismo tiene la responsabilidad de adaptarse. Cree que el verdadero antídoto contra la desinformación es un periodismo que escuche de verdad, que observe y que busque la autenticidad. Solo así los periodistas podrán ayudar a la sociedad a navegar en un mundo cada vez más saturado de información dudosa y engañosa.
Fredy Daza señala que uno de los problemas más graves que han enfrentado en Blu Radio es precisamente la generación de contenido inexacto por parte de herramientas de IA. Menciona que en varias ocasiones han tenido que revisar cuidadosamente los textos generados por IA para asegurarse de que no contengan errores o datos falsos. “La IA es capaz de crear noticias rápidamente, pero no siempre son correctas”, recalca Daza, subrayando la importancia de la intervención humana en la verificación de los hechos.
Este tipo de riesgos no es exclusivo de medios locales o regionales, también afecta a los grandes actores del periodismo. La desinformación generada por IA puede viralizarse rápidamente en redes sociales y otras plataformas digitales, dificultando su control y corrección. Carlos Eduardo Cortés añade que el reto de la desinformación no es nuevo, pero que las herramientas de IA amplifican su potencial. Antes la desinformación requería la intervención de humanos para crear contenido falso, pero ahora una sola persona con acceso a IA puede producir miles de versiones de un hecho, haciendo mucho más difícil su control.
La propagación de desinformación afecta la credibilidad de los medios y tiene implicaciones amplias en la confianza pública y la estabilidad social. Durante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, la desinformación relacionada con tratamientos, vacunas y teorías conspirativas se difundió a una velocidad sin precedentes, en parte gracias a la IA y a las plataformas de redes sociales. Este fenómeno puso en evidencia la necesidad de una regulación más estricta y de medidas más eficaces para combatir la desinformación.
Alejandra Quintero menciona que en la Universidad Central han abordado este problema en sus planes de estudio, enseñándoles a los estudiantes a utilizar la IA y a ser conscientes de sus limitaciones y riesgos. “La ética en el uso de IA es fundamental. Nuestros estudiantes deben aprender a cuestionar la información y a verificarla antes de compartirla”, sostiene Quintero. Este enfoque es crucial para garantizar que los futuros periodistas estén preparados para enfrentar los desafíos que plantea la tecnología en el campo de la desinformación.
Noé Pernía subraya que, aunque la IA puede facilitar la creación de contenido, no debe ser vista como una solución mágica para todos los problemas del periodismo. La responsabilidad final de garantizar que la información sea precisa y veraz siempre recae en los periodistas humanos. La ética periodística no se verá afectada por la tecnología en sí, sino por cómo los profesionales decidan utilizarla. “La ética no depende de las máquinas, sino de nosotros como periodistas”, recalca Pernía.
Combatir la desinformación en la era de la IA no es una tarea sencilla. Aunque se han implementado herramientas para detectar contenido falso, los creadores de desinformación están encontrando nuevas maneras de evadir estos sistemas. Las redes sociales, por ejemplo, juegan un papel crucial en la propagación de desinformación, debido a que su estructura basada en algoritmos favorece la viralidad de contenido sensacionalista, independiente de su veracidad.
Fredy Daza señala que en Blu Radio uno de los mayores desafíos es gestionar la rapidez con la que la desinformación puede viralizarse. Aunque el equipo se esfuerza por verificar los hechos, en ocasiones la desinformación ha alcanzado una amplia audiencia antes de que pueda ser corregida. Este fenómeno refleja la necesidad de que los periodistas actúen rápidamente en la producción de contenido, pero también en la identificación y rectificación de errores.
La IA ofrece herramientas útiles para combatir la desinformación. Las mismas tecnologías que permiten la creación automatizada de contenido también pueden ser utilizadas para rastrear y eliminar desinformación en tiempo real. Cortés indica que algunas plataformas ya están utilizando IA para identificar patrones en el lenguaje y detectar posible desinformación antes de que se viralice. Aunque estas herramientas aún están en desarrollo, representan un avance importante en la lucha contra la desinformación. La IA tiene un doble filo en lo que respecta a la desinformación. Por un lado, facilita la creación y difusión de contenido mentiroso, pero, por otro, ofrece nuevas oportunidades para combatirlo. El éxito en esta lucha dependerá de cómo los periodistas y las plataformas digitales utilicen estas herramientas, y de su capacidad para mantener altos estándares éticos y de verificación en un entorno donde la información circula más rápido que nunca.
Futuro del periodismo: nuevos retos, nuevos periodistas
El periodismo es una profesión que se ha adaptado a los cambios tecnológicos y con la introducción de la inteligencia artificial, está entrando en una nueva era de transformación. La irrupción de herramientas automatizadas que generan contenido en tiempo real está alterando profundamente la forma en que se recopila, procesa y distribuye la información. Esto tiene implicaciones técnicas, además de éticas, creativas y laborales. El desafío para los periodistas será mantener el equilibrio entre aprovechar las capacidades de la IA y preservar los valores fundamentales de la profesión.
Pernía describe este momento como una “revolución” en el periodismo, donde las máquinas están comenzando a desempeñar roles que antes estaban reservados para los humanos. El periodismo tradicional, con su dependencia de grandes infraestructuras y procesos manuales, está desapareciendo rápidamente: “Estamos asistiendo al funeral del viejo periodismo”, sostiene Pernía.
Hoy en día, los medios tradicionales enfrentan un panorama complicado: sus lectores quieren información inmediata, interactiva y adaptada a sus gustos. La inteligencia artificial, la automatización y las plataformas digitales han cambiado las reglas del juego, permitiendo que incluso los medios más pequeños puedan competir directamente con los grandes, revolucionando por completo el mundo de la información. Este cambio, impulsado por la IA, se suma a una transformación que comenzó con la llegada de la web, donde las audiencias ahora juegan un papel activo en la creación y difusión de contenidos.
La tecnología puede hacer el trabajo más rápido, generar contenidos básicos y ofrecer análisis complejos. Sin embargo, como destaca Fredy Daza, siempre hará falta la presencia humana. Aunque la IA puede redactar los primeros borradores, los periodistas son los que les dan vida y contexto a las historias, asegurándose de que cada noticia sea precisa. Aunque la IA sea una herramienta poderosa, nunca podrá reemplazar la responsabilidad humana de confirmar que los hechos sean verídicos, señala Daza
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Quintero comparte esta perspectiva y va más allá, subrayando que la ética es clave cuando hablamos de integrar la IA en el periodismo. En lugar de temerle a esta tecnología, Quintero sugiere verla como una oportunidad para enriquecer el trabajo creativo y analítico de los nuevos periodistas. En la Universidad Central, por ejemplo, han empezado a enseñarles a los estudiantes a usar la IA de forma responsable, aprovechando sus beneficios sin comprometer los valores fundamentales de la profesión. El periodismo no es solo informar, también es interpretar y profundizar en los hechos, una tarea que solo los periodistas, con su humanidad y sensibilidad, pueden llevar a cabo en toda su autenticidad, asegura Alejandra Quintero.
Una de las áreas donde la IA está teniendo un impacto particularmente notable es en el periodismo de datos. Las herramientas de inteligencia artificial les permiten a los periodistas procesar grandes volúmenes de información en poco tiempo, lo que facilita la identificación de patrones, tendencias y anomalías que pueden ser clave en investigaciones periodísticas. Esta capacidad es especialmente útil en temas complejos como la corrupción, donde el análisis de grandes bases de datos puede revelar conexiones y hechos que de otro modo serían difíciles de detectar.
Carlos Cortés señala que la IA está transformando la manera en que los periodistas investigan y analizan los hechos. En lugar de pasar horas revisando documentos o datos manualmente, pueden utilizar herramientas de IA para realizar estas tareas de manera más rápida y eficiente. Sin embargo, Cortés advierte que, a pesar de las ventajas que ofrece la tecnología, los periodistas deben seguir desempeñando un papel activo en el proceso de investigación, utilizando su juicio crítico para interpretar los datos y contextualizar la información.
Pernía, por su parte, menciona que uno de los mayores retos que enfrenta el periodismo en la era de la IA es la monetización del contenido. A medida que los medios tradicionales luchan por adaptarse a un entorno digital donde la información es abundante y accesible, los modelos de negocio basados en suscripciones y contenido por pago están ganando popularidad. Plataformas digitales, como Substack de EE. UU., les permite a periodistas, escritores y otros creadores compartir sus boletines informativos directamente con su audiencia, construyendo una base de seguidores que se suscriben para recibir su contenido. Esta plataforma les da una oportunidad a periodistas independientes para que se conviertan en sus propios editores y creen boletines de noticias personalizados para público específico. Este modelo descentralizado está cambiando la forma en que los periodistas interactúan con sus lectores, brindándoles una mayor autonomía y control sobre su contenido.
Este prototipo más autónomo podría ser una manera de reinventar el periodismo, pero también surgen preguntas sobre si realmente podrá mantenerse a largo plazo y cómo cambiarán las dinámicas entre los medios y sus audiencias. Con el avance de tecnologías como la inteligencia artificial, la producción de contenido se está volviendo cada vez más rápida y masiva, lo que pone a los modelos de suscripción en una posición difícil frente a la enorme cantidad de información gratuita que circula por internet. Por lo tanto, el futuro del periodismo dependerá de cómo se adapten a nuevas plataformas y modelos de negocio, y cómo garantizar que el contenido siga siendo de calidad, ético y relevante, especialmente en un contexto donde la automatización y la desinformación están en aumento. ¿Será este el camino hacia un periodismo más libre y accesible, o estos nuevos modelos de negocio terminarán siendo absorbidos por la saturación de contenido superficial?
Con la implementación de estas nuevas herramientas, algunas universidades han llevado a cabo actualizaciones en sus planes de estudio para preparar a los futuros profesionales frente a la ola de cambios que trae consigo el uso de la IA en periodismo. Esta adaptación cubre varias áreas clave de la formación periodística, como el desarrollo del pensamiento crítico, sin dejar de lado la ética profesional y las habilidades de investigación.
Dos de los centros de educación superior colombianos pioneros en la implementación de estas nuevas tecnologías son la Universidad Central y la Pontificia Universidad Javeriana, que ya están integrando en sus programas de comunicación social estas herramientas. El objetivo es formar periodistas que, si bien utilizarán estas tecnologías, no descuiden su rol como mediadores de la información. Los estudiantes reciben formación para usar la IA en tareas de redacción y optimización de contenido, pero no dejan de lado la importancia de la curaduría humana, que, como hemos mencionado, es crucial para garantizar la calidad y veracidad de la información que la IA proporciona.
Además de integrar estas herramientas en los planes de estudio, se están aplicando cursos sobre los fundamentos de la IA y los algoritmos, brindándoles a los estudiantes el conocimiento técnico necesario para utilizarlas de manera correcta y efectiva. Se están incorporando módulos dedicados a la ética del uso de la IA en los medios, donde se analizan temas como la transparencia en los algoritmos y la protección de la privacidad de las audiencias. Esto es vital para que los estudiantes, los periodistas del mañana, mantengan los estándares éticos de la profesión, al tiempo que se adaptan a un entorno digital en constante evolución.
Si bien la IA es una herramienta que está en constante evolución y cambio, la actualización de los programas educativos debe ser simétrica. Esto implica planes de estudio flexibles y alineados con los desafíos y las innovaciones que surgen constantemente. La ética y la tecnología serán habilidades clave para la nueva generación de periodistas que se desempeñarán en un entorno profesional cada vez más digital. No obstante, es importante destacar que el periodismo tradicional no desaparecerá, sino que, con el tiempo, podría transformarse.
El futuro del periodismo no radica en la sustitución de humanos por máquinas, sino en la colaboración entre ambos. En última instancia, el periodismo del futuro requerirá profesionales capaces de integrar tecnología con ética, velocidad con precisión, y automatización con análisis crítico.
Son incontables los casos de desinformación que han impactado al mundo, ejemplos de cómo el periodismo debe ser prevenido en un entorno lleno de rumores y desinformación que puede ser perjudicial si no se controla de manera adecuada. Desde el anuncio de la muerte de cantantes famosos como José Luis Perales, que debió salir a confirmar su buen estado de salud en un video para sus seguidores, hasta el surgir de una nueva pandemia, la capacidad de la desinformación para alterar los hechos no conoce límites. La rapidez con la que se esparcen los rumores y el riesgo que pueden presentar con las redes sociales y las nuevas tecnologías son inimaginables.
El periodista se enfrenta a un reto más complejo que en épocas pasadas, en medio de la era digital donde cada día salen a la luz miles de noticias y toneladas de contenido sin pasar por una debida curaduría ni control riguroso, se vuelve crucial distinguir la verdad de la ficción. La desinformación es un riesgo para la estabilidad de nuestra sociedad, pues puede llegar a manipular a las personas y confundirlas en asuntos de importancia como política, salud, economía, entre otros. Para no ir tan lejos, fueron frecuentes durante la pandemia casos donde se compartían remedios falsos y curas caseras sin sentido, y por ello fue fundamental para el periodismo brindar información confiable para ayudar a la población a tomar decisiones adecuadas que no afectaran su integridad.
Más allá de la mera corrección de rumores, el periodismo en la era de la inteligencia artificial asume el reto ético profundo de ofrecer al público información verificada y con bases reales. En medio del caos de la desinformación, el compromiso del periodista con la verdad no puede relajarse. Cada dato, cada escrito, cada palabra y cada artículo deben contar con una revisión exhaustiva que priorice la exactitud antes que la rapidez. Si bien con la IA puede buscarse la aceleración de la producción, no se puede dejar de lado que sean contenidos de calidad. La inteligencia artificial enfrenta una reflexión esencial: no debemos olvidar que es estática, que carece de la capacidad de sentir, de conectar con la realidad de las calles y de las personas. La IA no tiene sentidos, no vive las experiencias humanas, no comprende los matices de la emoción, el contexto y las vivencias que hacen a la información rica, compleja y humana.
Por esto el periodismo debería volver a sus raíces, a la reportería de calle, a las historias que solo un ser sentipensante puede contar con la profundidad y la empatía necesarias. Los periodistas deben tener claro que tienen la capacidad de darles voz a las realidades que la inteligencia artificial no puede percibir ni comprender. El desafío del periodismo es integrar las herramientas tecnológicas sin perder la esencia de lo humano, sin dejar que la automatización sustituya lo que solo un periodista puede hacer: conectar, sentir, entender y contar la verdad en toda su complejidad; el desafío de aprender a vivir con nuevas herramientas que le serán de ayuda para la creación de contenido sin dejar a un lado los principios de su profesión. Estos serán aliados invaluables en la creación y distribución de contenido, pues tienen en sus manos la misión de informar con transparencia y rigor, en un mundo donde el periodismo parece cada vez más frágil y el periodista tiene que ser el baluarte que proteja su propia labor: informar.