Por Daniel Sebastián Sánchez Acosta, Juan Esteban Soares Camacho, Karol Dayann García Peña
Antecedentes históricos
En 1936, la Unión Soviética estableció las Repúblicas Socialistas Soviéticas (RSS) de Armenia, Azerbaiyán y Georgia. En ese mismo momento, se clasificó a la región de Nagorno Karabaj como parte de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán.
Luego de esto, en 1985, el secretario general de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, implementó un conjunto de políticas reformistas como el glasnost y la perestroika, que tenían como objetivo abrir el régimen posibilitando la libertad de expresión y de información, transformando el totalitarismo soviético en un socialismo con rostro humano.
Estas políticas avivaron el sentimiento nacionalista de los armenios que sentían la necesidad de poseer un mayor reconocimiento de identidad propia y efectuaron una votación a favor de la incorporación de Nagorno Karabaj a la RSS de Armenia.
Inicio del conflicto
En 1988 se inicia la guerra de Nagorno Karabaj, en la que Armenia tomó el control de facto del territorio y de 7 provincias vecinas. Esto produjo alrededor de 5 mil bajas del bando armenio y 27 mil del azerí.
Los cambios demográficos y los fenómenos migratorios tuvieron gran importancia puesto que, aproximadamente 630 mil azerbaiyanos fueron desplazados internamente y 25 mil de ellos abandonaron Nagorno Karabaj. Por otra parte, 290 mil armenios que residían en Azerbaiyán regresaron a su país de origen y alrededor de 35 mil se establecieron en el Alto de Karabaj.
En 1994 finaliza el conflicto de Nagorno Karabaj con la firma del Protocolo de Bishkek. Sin embargo, en 2016, se inició la guerra de los cuatro días en la que Armenia bombardeó Azerbaiyán dejando un total de 33 personas fallecidas y 200 personas heridas.
Las demandas de Armenia exigen que Nagorno Karabaj se convierta oficialmente en un estado independiente o que se una oficialmente a su país en forma de provincia, para esto la comunidad internacional debe reconocer el derecho a la libre determinación del territorio y garantizar la seguridad de su población y fronteras.
Por su parte, Azerbaiyán declara que el territorio de Nagorno Karabaj pertenece a su
Estado y tiene como objetivo desvincular toda legislación implantada ilegalmente por parte
de Armenia en esta región. Azerbaiyán se sostiene en el principio de integridad territorial para defender su posición.
Posteriormente, en 2020 se produjo un enfrentamiento armado en la frontera provocando la muerte de 16 militares y un civil. Dicho enfrentamiento escaló hasta que el 27 de septiembre del mismo año estalló nuevamente el conflicto.
Intervenciones y aliados vecinos
La preocupación por el cumplimiento de garantías y de derechos aumentaba, el 2 de noviembre de 2020 la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos, Michelle Bachelet, señaló:
“El Derecho Internacional Humanitario no puede ser más claro. Los ataques que violen el principio de distinción o el de proporcionalidad pueden constituir crímenes de guerra, y las partes en conflicto están obligadas a investigar de manera eficaz, rápida, exhaustiva e imparcial esas violaciones y a enjuiciar a sus presuntos autores”.
En ese sentido, y apoyada de proyectos de intervención como el Grupo Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), en donde participan: Estados Unidos, Rusia y Francia, quienes protagonizaron los primeros pasos para la resolución pacífica de la crisis.
En el transcurso del conflicto por Nagorno Karabaj se han manifestado intervencionismos e influencias de países a nivel regional e internacional ¿Qué significó esto para los grupos en confrontación?
Turquía, Irán e Israel son los territorios regionales que dispusieron armamento, áreas u otras ayudas de índole política, esto con el objetivo de sumarse a la guerra. Esta estrategia no apoyaba los intereses de Azerbaiyán o Armenia, sino, por el contrario, se destinaba a una recompensa económica para sí mismos, como indica Sara Setién, analista de conflictos bélicos.
Por su parte, Turquía, un soporte indispensable para Azerbaiyán, discutía arreglos militares e incluso su presidente intentó adherirse al Grupo Minsk, quienes se encargaban de establecer puentes para la solución de la disputa, no obstante, Rusia (otra influencia) se negó rotundamente a su participación.
Estos desacuerdos dentro del Grupo Minsk causaron que este combate se prolongara aún más y en el 2020, 26 años después de haber iniciado esta confrontación y, luego, de una violencia incesante en las fronteras de estos países, se decidió un cese bilateral al fuego entre estas regiones, como indicó Nikol Pashinyán, primer ministro armenio, el 10 de noviembre del mismo año, comentando también que era “la mejor solución en el momento actual”.
Consecuencias del conflicto
Luego de un extenso periodo de 3 décadas de conflicto, el enfrentamiento entre
Armenia y Azerbaiyán ha generado diferentes consecuencias tanto en el territorio de Nagorno Karabaj como en todo el mundo, este enfrentamiento ha dejado un saldo de miles de muertos, desplazados y graves consecuencias ambientales en la región.
Durante los enfrentamientos en la década de 1990, más de 30 mil personas murieron, tanto civiles como militares. Además, más de 800 mil personas se vieron desplazadas de sus hogares debido a la violencia y la inseguridad en la región, según datos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Por otro lado, según datos de International Crisis Group, entre 2015 y antes de septiembre del 2020, se reportaron 260 muertos y heridos. Para septiembre del 2020 el conflicto se reanudó y su enfrentamiento fue devastador, dando como resultado más de 7 mil militares y alrededor de 170 civiles muertos y muchos más heridos.
Asimismo, más de 100 mil armenios abandonaron su hogar en Nagorno Karabaj y decidieron incendiar sus viviendas para evitar que los azerbaiyanos se aprovecharan de sus pertenencias.
El conflicto de Nagorno Karabaj también ha tenido graves consecuencias ambientales en la región. Durante los enfrentamientos, se produjeron numerosos incendios forestales y se utilizaron armas y municiones que contenían sustancias tóxicas, lo que ha generado graves riesgos ambientales y de salud.
Además, la degradación del medio ambiente debido a la violencia y la falta de infraestructura adecuada para la gestión de residuos tóxicos, ha generado consecuencias negativas en la salud y el bienestar de las comunidades locales.
Una muestra de esta tensión internacional se refleja en las declaraciones de los más influyentes funcionarios del mundo, “exigimos un alto al fuego incondicional apelando al buen sentido de los que están empujando en distintas direcciones para ir más allá de lo razonable”, comunicaba Emmanuel Macron durante los enfrentamientos del 2020.
Así mismo, y durante la misma época, el portavoz de las Naciones Unidas Stephane Dujarric declaró: “el secretario general condenó el uso de la fuerza y lamentó la pérdida de vidas y el número de víctimas entre la población civil, el secretario general instó enérgicamente a las partes para que dejen de luchar de inmediato reduzcan las tensiones y vuelvan a negociaciones significativas sin condiciones previas ni demoras”.
Con lo que se refiere al mundo, este conflicto ha producido una gran incertidumbre a escala global, la guerra ha tenido un impacto en la estabilidad regional y ha generado una importante preocupación a nivel internacional debido al riesgo de crecimiento del mismo y su impacto en la seguridad internacional. Además, ha provocado tensiones diplomáticas entre países vecinos y ha dificultado el diálogo y la cooperación entre las naciones de la región.
El conflicto en Nagorno Karabaj es una representación de la falta de compromiso e intervención por parte de las organizaciones mundiales para reducir los efectos bélicos que se han prolongado y propiciado el aumento de crímenes de guerra.