Vive días difíciles el periodismo. En estos tiempos cuando la verdad camina al mismo paso de la mentira —así se la llame con el elegante eufemismo de “posverdad”— y cuando parece tarea inútil poder poner a cada una en su lugar, se podría llegar a dos conclusiones divergentes: Una, aceptar que el periodismo ha muerto definitivamente y que la información en adelante caminará de la mano de las emociones y su indignación pasajera, del activismo con sus intereses particulares, de la manipulación disfrazada de denuncia o de la simple reafirmación de nuestras ideas y nuestros gustos. La otra, hacer una zancadilla a la tendencia para afirmar que quizás nunca como ahora se ha requerido de un periodismo comprometido con un manejo profesional de la información, sin temores, sin complacencias, sin juegos dobles, sin ánimo de protagonismo.
Así inicia el editorial de El Espectador publicado el 21 de marzo, bajo el título, ¿Por qué creer en el periodismo?
Un nuevo llamado a la reflexión, más que pertinente en el ámbito universitario, y mucho más aún, en concreto, en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, que incluye en primer plano al periodismo.
Un editorial que incitó a un interesante diálogo en la cabina de En medio del trancón, con participación de tres estudiantes asiduos al espacio. Participantes en él.
Reflexiones sobre la banalidad, la ausencia de compromiso, las vanidades y los egos, la superficialidad que incita a quedarse en el titular sin trascender, han lesionado el ejercicio profesional.
Pero también, es cierto, que es esta una profesión de alto riesgo.
Por tanto, la tarea no es fácil pero si queremos cumplir con la función social que debe de cumplir el periodista, en pro de la consolidación del periodismo, pues la verdad, es necesario hacerlo.
Así, los maestros debemos cumplir con la tarea, y los estudiantes, aumentar su compromiso…
El audio, a continuación: