Escucha nuestras emisoras: 🔊 AUDIO EN VIVO |

Escucha nuestras emisoras: 🔈 BOGOTÁ 1430 AM | 🔈 CUNDINAMARCA 1580 AM | 🔈 TOLIMA 870 AM | 🔈 BELLO | 🔈 SOLO MÚSICA

Los loros ya no vuelan

El tráfico de animales es una problemática enorme que preocupa por la violencia y maltrato que trae consigo, además de la tasa de mortalidad existente y de las afectaciones que provoca en el medio ambiente.

Por: Daniel Esteban Gutiérrez Marín

- Patrocinado -

Unos loros habían sido encontrados en condiciones deplorables en la caceta de un parqueadero público, en el departamento de Cundinamarca. Fue el primer operativo que dirigió Juan David Gutiérrez, biólogo e investigador de las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR), específicamente de la Unidad Integrada de Gobernabilidad Ambiental (UIGA), encargada de casos de alto impacto ambiental. 

Las aves, como consecuencia del tráfico ilegal de fauna, habían llegado a manos de unas personas de la tercera edad, que los mantenían enjaulados en la caseta de vigilancia de un parqueadero público, su negocio familiar. En este caso, Juan David tuvo que realizar una investigación, como es el procedimiento al recibir la denuncia de una tenencia ilegal de fauna silvestre. Un caso fortuito, como la mayoría. Alguien pasaba de aquí a allá y, quizá en un descuido, se percató de la presencia de unos animalitos que no deberían estar allí. Ya con la denuncia, la CAR procede a investigar el caso. A menudo, las investigaciones que inician por cuenta propia son escasas, por lo que casi siempre tienen que esperar una denuncia. 

Juan David Gutiérrez revisó que estas personas no tuvieran ningún permiso o salvoconducto para tener esos loros, por mero protocolo, pues era sabido de antemano que no contaban con ningún salvoconducto. La investigación además pretendía reconocer a que especie pertenecían los animales, para así identificar posibles agravantes, todo dependiendo de si la especie es endémica o está protegida, visita que concluyó con un rápido reconocimiento a la zona donde estaban los loros, una tarea importante, puesto que los funcionarios de la CAR pueden ser fácilmente repelidos, con mayor razón que para este tipo de intervenciones no es necesario un documento equivalente a una orden de allanamiento.

El día del operativo, una vez llegaron el veterinario y la policía, se dirigieron al lugar. Juan David se adelantó, pues ya sabía la ubicación exacta de los animales dentro de la caseta. Dio la orden por el walkie talkie para que siguieran los demás. De manera innecesaria y dramática, las patrullas de policía rodearon el lugar, como si ese par de adultos mayores requirieran de un ejército para controlarlos. A fin de cuentas, es una situación que ayuda a los infractores a comprender la gravedad de su situación; en palabras de Juan David: “hace parte de lo que hay que hacer para amedrentarlos”. 

Mientras los abordaban verbalmente para llevar el procedimiento adecuado, los veterinarios preparaban los loros para llevárselos al centro de rehabilitación de la CAR, ubicado en Tocaima. Los loros eran Amazonas Ochrocephalas, que son, por cierto, debido a su aspecto vistoso, de las especies más afectadas por el tráfico, de hecho, son bastante amenazadas por esta situación, tanto que se encuentran presentes en las listas de la Convención Sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), principalmente en LOS apéndices 1 y 2, que documentan las especies más vulneradas. 

“Los animales ocupan un bajo nivel en cuanto a prioridades”, dice Juan David, una frase que cobra sentido cuando el tráfico de fauna, según la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA), llega a ser de los negocios ilícitos más lucrativos en el mundo, “aunque sólo sobreviva entre el 30%  y 50% de los animales traficados, actividad que resulta exitosa, pues representa movimientos de dinero que alcanzan los 10 billones de dólares anuales”, según la SDA, que también recuerda que los responsables de este negocio no son solo los traficantes, pues también intervienen cazadores y el público consumidor. Según Juan David: “El abuso que se le puede propinar a los animales ya es un asunto cultural. Por ejemplo, en algunas regiones, las culebras cascabel son bastante codiciadas, pues se tiene la creencia de que sus cascabeles son la cura para muchas enfermedades”.

Retomando la historia, Juan David Gutiérrez sintió lástima por los adultos mayores que tenían los loros: “No se veían como criminales, y a esos animales simplemente los veían como mascotas, decían incluso que eran sus amigos”. Aun así, en cualquier caso, las condiciones de las aves eran impactantes, pese a cualquier sentimiento de empatía con los infractores, no había lugar a dudas de que lo correcto era sacarlas del lugar. 

Una vez trasladados al Centro de Rehabilitación, Juan David Gutiérrez y el abogado responsable acabaron de redactar el acta de medida preventiva, la cual les prohíbe a los antiguos tenedores, bajo cualquier concepto, adquirir permisos para tener fauna silvestre. A raíz de esta acta, surge una resolución que les impone un proceso sancionatorio a los infractores, que incluye visitas esporádicas para garantizar que se ha respetado el acta preventiva. Por último, les leyeron el documento a los infractores, dejando aún pendiente por definir si era necesaria una multa. 

En este caso, los loros acabaron en buenas manos. Pero el tráfico de animales es una problemática enorme, que preocupa por la violencia y maltrato que trae consigo, además de la tasa de mortalidad que existe y de las afectaciones que puede provocar en el medio ambiente. 

En ese momento Juan David Gutiérrez recordó una noticia vieja: “una población de serpientes venenosas había sido masacrada por los habitantes de una localidad. En consecuencia, la población de roedores incrementó y muchos cultivos terminaron viéndose afectados por las plagas. A nivel cultural, hay ocasiones en que las personas dependen de la caza furtiva, sea por una razón económica o como un medio para conseguir alimento. No es un caso de tráfico, pero permite ilustrar las consecuencias de agredir el orden natural.

El tráfico es difícil de controlar, pues existe tanto tráfico organizado como microtráfico, quizá inconsciente, en pequeños pueblos y veredas, por lo que el factor cultural también influye en estas prácticas. El tráfico de fauna no se refiere solo a animales, también alude a recursos genéticos, consistentes en cualquier material producido por un gen, es decir, por un ser vivo, que incluye el tráfico de pieles. 

Lo más alarmante es que, pese a los esfuerzos en contra de este negocio ilícito, el tráfico no ha hecho más que incrementar año tras año. Según informa el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), entre 1992 y 1999, fueron recuperados 42.986 individuos en total. Y, entre 2005 y 2009, la cifra se elevó hasta los 211.571. Por lo que esta situación no ha mejorado en lo absoluto. Más bien, existe evidencia de que, año tras año, no hace más que agravarse. 

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: jorge.perez@uniminuto.edu

Otros contenidos

Contenidos populares