Escucha nuestras emisoras: 🔊 AUDIO EN VIVO |

Escucha nuestras emisoras: 🔈 BOGOTÁ 1430 AM | 🔈 CUNDINAMARCA 1580 AM | 🔈 TOLIMA 870 AM | 🔈 SOACHA | 🔈 NEIVA | 🔈 SOLO MÚSICA

[Opinión] Tan cerca pero a la vez tan virtual

Desde hace prácticamente 3 meses la metodología para impartir las clases en preescolar, colegios y niveles universitarios cambió, se nos convirtió en una aula virtual a través de un computador. Proceso que no muchos habiamos practicado pero que nos ha tocado acostumbrarnos por la pandemia del COVID-19 que azota al mundo. Esto significó el cambio de chip tanto de los alumnos como de nosotros los profesores quienes veníamos acostumbrados a vernos en el salón de clase de manera presencial todos los días.

La metamorfosis se dio bruscamente porque a partir del anuncio del Gobierno nacional al comenzar la cuarentena preventiva obligatoria (la primera comenzó el pasado 25 de marzo), a todos nos tomó de sorpresa y como un baldado de agua fría y tocó pensar rápidamente en un plan B para impartir las clases desde los hogares.

- Patrocinado -


Lo primero que se me vino a la cabeza fue armar grupos de Whatsapp para poder conversar con los estudiantes en cualquier momento y que también me realizaran preguntas sobre las materias cuando lo dispongan. No sé si sea lo más correcto manejar este mecanismo de dar el número telefónico personal de cada uno pero ha sido la mejor manera de conectarnos las 24 horas del día (aunque hay estudiantes que escriben a altas horas de la noche y hasta de la madrugada, jajaja).

El segundo paso fue buscar y probar las diferentes plataformas que hay en internet para realizar las clases virtuales (no me gusta utilizar el calificativo “clase sincrónica”, no la entiende mucha gente) y mirar cuál era la más cómoda tanto para mí como para los alumnos en diferentes aspectos: agradable al ojo, facilidad de conexión sin necesidad de crear usuario, entre menos clicks y pasos para conectarse mejor, etc….

El tercer paso era acomodar el lugar para realizar las clases dentro del apartamento, tocó acondicionar el cuarto principal de nuestra vivienda como salón de clase virtual: una silla de comedor, una mesa y el portátil viejo rezándole para que la conexión de wifi fuera estable. Como sabrán, las sillas de comedor no son las más cómodas para estar sentado más de una hora y por esto, la espalda empezó a cobrar. Y como la Ley de Murphy se ha hecho presente en esta familia durante años, comenzamos las clases y el portátil de la casa sacó la mano y tocó comprar otro a cuotas que esperamos pagar en las próximas dos vidas.

Las clases comenzaron bien, los estudiantes se hicieron presentes (asistieron más de manera virtual que presencial y hasta la puntualidad para conectarse era asombrosa) y comenzamos este camino de la virtualidad para impartir temas y que los muchachos los comprendieran a través de una pantalla y un parlante. Reconozco que al principio me sentía incómodo pero me fui acostumbrando y hasta me quedó gustando.

Además de la presencia de los alumnos en clase, mi esposa (también profesora) y yo tuvimos dos visitantes más en varias ocasiones durante las clases, nuestra hija Sofía de 3 años y nuestro gato “Lucas”. La niña, sintiendo curiosidad al ver a sus papás en un computador empezaba a sentarse en nuestras piernas, a saludar, a conversar con los estudiantes, de quienes debo decir, la recibieron muy bien; tal fue la confianza a la que llegaron que la niña ya les decía cuándo tenía ganas de ir al baño y obviamente los alumnos soltaban una carcajada y casi que me ordenaban llevarla inmediatamente. El otro visitante felino, que le encanta el calor que genera los computadores, se hizo presente en varias sesiones muy cómodo y relajado; los dos singulares visitantes eran hasta extrañados por parte de los alumnos, cuando no se asomaban, los mismos muchachos los preguntaban.

Es aquí donde quiero destacar el compromiso que tuvieron los estudiantes para recibir las clases; su dedicación, cumplimiento, actitud, respeto e interacción durante las sesiones fue de resaltar. A mi me pasó, no sé si a los demás colegas docentes también, que a través de lo virtual se generó un lazo más fuerte, una conexión más frecuente y hasta charlas informales agradables con los muchachos. Hubo mayor comunicación, conexión e interacción en cada una de las clases y fuera de ellas a través del Whatsapp en diferentes momentos del día y la noche.

Fueron varios los momentos donde los roles de profesor – alumno se transformaron en algo diferente, traté de generarles esa confianza y comodidad que si alguno se sentía con ganas de hablar, que lo hiciera; si había momentos de incertidumbre, nervios, angustia y hasta depresión por el difícil momento que estamos pasando todos durante esta cuarentena, con gusto me hablaran para que a través del diálogo se desahogaran sin problema. Afortunadamente casos complejos no hubo, más bien, muchos sí de consejos para su futuro profesional y de lo que van a enfrentar en la vida como periodistas fuera de las cuatro paredes de un salón (Choque bastante duro que todos hemos vividos).

Finalmente, quiero tomarme el atrevimiento a través de estas líneas, de agradecer cada una de las palabras que varios de mis estudiantes expresaron en las últimas clases donde nos despedimos académicamente y que dedicamos tiempo para decirnos lo que sentimos durante estas semanas de clases y lo que nos deseamos en el camino que les queda por las aulas y en la vida. Esas expresiones demuestran que algo se está haciendo bien y que vale la pena cada una de las clases que se imparten y las charlas que se generan. Sin ustedes, los profesores no existiríamos y mucho menos las instituciones académicas.

Recuerden muchachos, uno les muestra el camino, ustedes lo construyen!

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: radio@uniminuto.edu

Otros contenidos

Contenidos populares