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¿Qué propone Enrique Gómez para la educación en Colombia?

Echamos un vistazo y analizamos la propuesta del candidato conservador del Movimiento Salvación Nacional.

Por: Ana Restrepo y Camilo Lozano

Pero habiendo tantos candidatos para estas elecciones presidenciales, unos más sonados que otros, parece pertinente revisar con lupa las propuestas que cada uno de ellos plantea. En este caso, el foco lo tiene el candidato Enrique Gómez y sus propuestas en materia de educación.

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Muchas personas se preguntarán quién es Enrique Gómez. Este señor hace parte del Movimiento de Salvación Nacional. El portal web de este movimiento menciona que Gómez Martínez nació en Bogotá, es abogado de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, con una amplia experiencia en litigio y asesoría corporativa y estratégica en las áreas de derecho de seguros, civil, comercial y administrativo y en el desarrollo de fusiones y adquisiciones.

En cuanto a su carrera profesional, Gómez Martínez ha sido director jurídico del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Sociedad Colombiana de Ingenieros y árbitro y secretario de dicho centro. Fue miembro de la lista de secretarios tribunales de arbitramiento de la Cámara de Comercio de Bogotá. Ha sido gerente general de la Revista Síntesis Económica, director administrativo del Noticiero 24 Horas, docente universitario en las áreas de Derecho Laboral Colectivo y Derecho Indiano, entre otros cargos.

Y en cuanto a su carrera política, Enrique Gómez Martínez es director ejecutivo de la Fundación Álvaro Gómez Hurtado. Es vocero y representante legal del Movimiento de Salvación Nacional. En este movimiento defiende principalmente “una reforma integral a la justicia, para reducir la cantidad de trabas y excesos garantistas que únicamente amedrentan la confianza del ciudadano y dejan a la criminalidad impune, y un plan de choque económico como la reducción de regulaciones y de los trámites para crear una empresa”.

En entrevista a Juan José Velásquez Ramírez, estudiante de séptimo semestre de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Bogotá, se estuvo dialogando sobre las propuestas del candidato a la presidencia Enrique Gómez Martínez, a nivel de educación.

Frente a la primera propuesta: diseñar un sistema de estímulo con bonos escolares para que las familias de estratos 1, 2 y 3 tengan acceso a la educación pública o privada,Velásquez argumenta diciendo que esta propuesta “es algo ambigua” y complementa afirmando que “estamos hablando de educación pública y privada…donde esta (la educación pública) tiene que llegar a todo el territorio. Esto nos deja en un dilema, ¿la educación pública es peor que la educación privada en este país?”

Por otra parte, señala que el término “derecha e izquierda” no explica las dinámicas políticas del país y otros contextos, y aclara que Enrique Gómez se ha señalado a sí mismo de derecha y esto permite entender ciertas posiciones que se tiene a la hora de ejercer el poder. “Por ejemplo, él ya nos está hablando de una competencia que es válida, legítima y deseable entre públicos y privados”, afirma Velásquez.

Pasando a la segunda propuesta: cambiar el currículo y la forma en que aprenden los niños por un paradigma creativo y acorde a la era digital, en el que se incluyan temas como valores, historia, cívica y superación personal,Velásquez responde diciendo que es una necesidad, pero asimismo es bastante general la propuesta, muy vaga. Además, manifiesta que “los mismos pedagogos han definido que el sistema educativo y los currículos deben cambiar y se deben ajustar a las nuevas necesidades que se plantea la globalización y los avances tecnológicos. Sin embargo, se deben ajustar de forma correcta”.

No obstante, dice que hay que aclarar algunos puntos de la propuesta como: ¿qué es la educación cívica y de qué valores se están hablando?, sabiendo la posición política del candidato. 

Ya en la tercera propuesta: superar las universidades caducas, para Velásquez resulta “problemático” este punto, pues declara que no hay universidades caducas, por el contrario, hay universidades abandonadas por el Estado que están quedando enterradas por una “desfinanciación predestinada”. De esta misma manera, plantea que el tema de las universidades caducas da a entender a las universidades como empresas y esto da paso a la competencia entre universidades privadas entre sí. Competencia por un servicio, el cual muchos jóvenes no pueden acceder y les toca endeudarse para poder estudiar.

Por consiguiente, señala que Gómez considera la educación para la productividad como una educación para los pobres y una para quienes sí pueden pagarla. Es así como da a entender que los jóvenes de escasos recursos acceden a cierta educación, como la técnica o tecnológica, siendo esta la única educación que pueden obtener.

Continuando con las propuestas, se llega a la cuarta: “descentralizar la educación pública del sindicato y sus adeptos para darle protagonismo a los padres de familia”, en la que Velásquez explica que cuando Gómez habla de descentralizar la educación pública del sindicato, se refiere despectivamente de los mismos sindicatos incluyendo a FECODE. Además, asevera que “esconde un poco de ignorancia”, refiriéndose a la perspectiva que tendría Gómez sobre dichos sindicatos o en este caso el mismo FECODE. “Sindicatos como FECODE están integrados generalmente por personas con la más alta cualificación y más altos reconocimientos académicos… cuando ellos aprueban algo es porque está demostrado que hay necesidades insatisfechas”, menciona Velázquez al respecto.

A su vez, plantea que los padres de familia en Colombia están más preocupados por solventar necesidades básicas como la alimentación de sus hijos que por definir los currículos de los colegios, por ejemplo.

Finalmente, con la quinta propuesta: “abrir la oferta de universidades, permitiendo competir a los empresarios”, Velásquez dice: “señalaría que es un modelo que se ha venido aplicando en las últimas administraciones y es un modelo fracasado”, refiriéndose a programas como ‘Ser pilo paga’ y ‘Generación E’, donde estos han tenido malos resultados y han demostrado que los jóvenes estudiantes que acceden a estos programas terminan con un endeudamiento no tan favorable para ellos. Además, asegura que “ya hay una competencia entre universidades”, donde se entiende a la educación como un negocio y no un derecho.

Ahora bien, se quiso hablar con la ciudadanía para saber si estas propuestas del candidato Enrique Gómez son las que el sistema educativo colombiano necesita. Se habló precisamente con ciudadanos pertenecientes al sistema educativo: Luis Eduardo Ospina, profesor de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana; Julián Duarte Saavedra, estudiante de Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional; y Ana María Melo, estudiante de Lenguas y Cultura de la Universidad de los Andes. A todos ellos se les hizo la misma pregunta: ¿cómo ve la educación en Colombia hoy en día y en qué cree que debería mejorar?

En primer lugar, el profesor Luis Eduardo Ospina argumenta que “la educación superior en Colombia tiene retos muy importantes”. Inicialmente, el primer punto que él manifiesta es el acceso a la educación, que es la garantía para que miles de jóvenes de los grados once puedan acceder a una formación de educación superior y, de igual manera, insertarse a las dinámicas laborales de una forma digna. A este acceso Ospina agrega que debe existir “la posibilidad de garantizar una opción variada de profesiones, de carreras en la educación superior pero también en temas de currículos”. Menciona, además, que deben construirse unas políticas públicas de educación superior de orden intercultural que generen procesos de inclusión, y que, a su vez, “permitan que esos espacios no sean excluyentes, porque una preocupación muy grande frente a grupos sociales sistemáticamente excluidos de estos sistemas de educación es que no encuentran allí una manera de conectarse y una manera de identificarse”.

En cuanto a lo que Ospina considera que se debe mejorar en la educación en Colombia, sostiene que se debe “empezar a pensar la educación como una apuesta que tiene que ver con los proyectos de vida de los y las jóvenes”, manifestando también que el sentido profundo de la educación superior “no tiene que ver tanto con generar empleo y generar productividad, sino tiene que ver más con garantizar la vida en sociedad en términos de equidad y democracia”.

En segundo lugar, Julián Duarte, desde su posición como profesor de ciencias sociales en formación, afirma que a la educación colombiana hoy en día le falta mucho, porque “no se ha planteado la necesidad de responder las necesidades básicas de las personas, entonces a la gente le enseñan distintas materias, distintos campos, pero no le enseñan para qué sirven, no le enseñan que esas cosas están en su diario vivir, entonces es una falta de transversalidad en la educación absoluta”. Duarte complementa su postura diciendo que en los planes educativos institucionales las áreas no se enseñan en conjunto, sino cada una por su lado, pero plantea que “si cambiásemos eso y generásemos un proceso transversal absoluto, la educación se vería significativamente transformada. Los estudiantes verían que las humanidades tienen matemáticas, que hay una historia en todas las cosas. Son cosas que el Ministerio de Educación nunca se ha llegado a plantear porque siempre tiende a relegar esas nociones a los profesores”.

En tercer lugar, la estudiante Ana María Melo manifiesta que ve la educación “es el factor más importante para el desarrollo de un país”, pero que su mayor problema radica en que “no está en contexto con nuestro país”. Con esto se refiere a que “a los estudiantes no se les enseñan cosas prácticas para ellos. Poniéndolo en un contexto de educación lingüística, si nos vamos para el Amazonas, ¿a una persona ahí qué le va a servir estudiar inglés?, por ejemplo. Es mucho más práctico que aprenda portugués, que está más cerca de ese lado de Brasil.” Por otra parte, también declara que otro factor que contribuye a la falla en la educación en Colombia es la carencia de educación pedagógica. Melo propone “invertirles más a los programas de formación de profesores. Por ejemplo, en mi universidad, las carreras de pedagogía son las que más puntaje del ICFES requieren”. Ana María finaliza diciendo que el Gobierno no invierte en educación de calidad porque “no le interesa que la gente esté educada”. Los testimonios de estas personas reflejan las necesidades que requiere el sistema de educación en Colombia, en torno a mayor acceso a la educación superior, mayor inclusión de todos los grupos sociales, mayor transversalidad de las áreas del saber, y mayor inversión en formación de profesores. Necesidades que el próximo mandatario debe saciar, mediante propuestas integrales que persigan un equilibrio entre todos los que hacen parte de dicho sistema. Y ustedes, ¿creen que el candidato Enrique Gómez podrá hacerle frente a este vital tema?

| Nota del editor *

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