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¿Qué tienen las emisoras universitarias que no tienen las comerciales?

La revista Credencial dedicó un artículo que repasa la historia de la Radio Universitaria del país y la conformación de la Red que las agrupa en el año 2003. 

Aunque para el momento en que fue elaborado el artículo, año 2013, UNIMINUTO Radio no aparece nominada, nosotros como miembros de la Red de Radio Universitaria de Colombia, compartimos el entusiasmo y la unión fraternal que hay entre este bloque de más de 50 emisoras que suman más de un 1 millón de oyentes en el país y que sin duda son una alternativa a la “grosería y vulgaridad de muchas emisoras comerciales que compiten entre si entre gritería y mal gusto”, al menos eso indica la autora del artículo. Aquí se los compartimos.

¿Qué tienen las emisoras universitarias que cada vez más radioescuchas las prefieren a la radio comercial? Un barrido por los diales del país demuestra que no todas las emisoras repiten el mismo sonsonete.Por Myriam Bautista

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(Fotografías: Alejandra Vega y Manuel Rodríguez)

En el año de su creación, en 2003, la Red de Emisoras Universitarias del país se anotó un hit al conectarse con sus pares en el mundo y realizar una emocionante jornada de 24 horas en la que se escucharon propuestas similares, en varios idiomas, y se dimensionó un experimento radial que no ha sido todavía descubierto como merece.

Desde entonces, en el país se han creado y consolidado emisoras universitarias por toda la geografía, que se han constituido en una importante alternativa a la grosería y vulgaridad de muchas emisoras comerciales que compiten entre sí en gritería y mal gusto.

El mito popular que aseguraba que las radios universitarias son ‘ladrilludas’, aburridas, pedantes y elitistas, que programan sólo músicaclásica, se escucha cada vez menos, porque aumentan quienes ubican en su dial una de esas emisoras y se convierten en oyentes cautivos: sólo cambian de estación por unas horas y por un evento especial. Esa audiencia corrobora a diario que por estas frecuencias se oye tanto música clásica como popular, muy especial y seleccionada, y una información que difícilmente se escucha en las emisoras de la red comercial.

Esto no sólo sucede en las emisoras de Bogotá o de las grandes ciudades; también en ciudades intermedias y en municipios. El último estudio de Ecar calcula que las emisoras universitarias tienen alrededor de un millón de oyentes. En Ocaña, Pamplona, Quibdó, Ibagué, Florencia, Rionegro, Sincelejo, Pasto y Popayán, entre otras, las emisoras universitarias son la una única alternativa a la radio comercial. En total, en el país tenemos 56 emisoras de 45 universidades, públicas y privadas, que se oyen en 21 ciudades y ocho municipios. La franja mayor de oyentes tiene entre 17 y 55 años.

Este fenómeno no parecía posible en nuestro país, en donde la radio comercial es como el Espíritu Santo: está en todas partes. Con voces muy buenas, sin gritar, con informaciones culturales a diario, noticiosas y analíticas (unas menos que otras), y con música (que en casi todas corresponde a cerca del 75% de su programación total), no compiten entre sí: más bien, cada una tiene un perfil de oyentes muy definido.

A casi todas las universidades les dan acogida en sus instalaciones, les prestan su nombre y, en muchos casos, el recurso humano y estudiantil. Pero su operación administrativa está desligada del alma máter.

En Bogotá, la emisora de la Javeriana, la más escuchada, es modélica porque ha logrado involucrar en su funcionamientoa sus estudiantes y profesores y de sus estudios han salido jóvenes profesionales destacados hoy en la radio comercial como Gustavo Gómez y Juan Carlos Garay. Su programación de jazz, bolero, música brasileña, salsa, tango y flamenco, ritmos colombianos y, por supuesto, música clásica, ha logrado conformar una audiencia cautiva que, como sucede con quienes hacen parte de un club de fans, no se pierde emisión. Su deber sagrado es escuchar cada emisión y poco a poco convertirse en ‘especialistas’ del género musical que se sigue, por la cantidad de información que entregan realizadores como Jaime Andrés Monsalve, por ejemplo, experto en tango y flamenco. Cada uno de sus programas son cátedras muy agradables, en las que incluye entrevistas con los más destacados exponentes de estos géneros musicales y en donde programa con regularidad las novedades discográficas en cada especialidad.

La UN, con una programación en la que ‘tira línea’ ya sea en política, economía, literatura, sociología y feminismo, también ofrece programas de vallenato, de La Sonora Matancera y de melodías populares de esos años cincuenta, sesenta y setenta en los que una generación que se formó en sus aulas hoy lidera distintas áreas en el sector público y privado, base de su audiencia. Uno de sus programas más oídos es el de Tintos y Tintas, que pasa todos los lunes de 8 a 9 de la noche, conducido por el periodista y escritor Henry Posada.

La Jorge Tadeo Lozano, a pesar de la pérdida irreparable de su director emblemático, el maestro Bernardo Hoyos, se ha caracterizado por una impecable programación musical, que seguirá casi idéntica porque, según lo manifiesta su director encargado, Rogelio Delgado —quien se da por seguro como sucesor del maestro Hoyos—: “El legado que nos dejó don Bernardo ha sido extraordinario, y no podemos ni queremos dejar de lado todo ese conocimiento y práctica que nos ha hecho una de las radios universitarias del país con mayores apoyos en el sector empresarial, porque admiran nuestro trabajo. Otra de las premisas que seguiremos es que quienes trabajan acá son remunerados, y no abandonaremos este esquema de profesionalización de la radio universitaria que nos ha dado buenos resultados. ‘El buen hábito de la buena radio’, el eslogan de la emisora, seguirá oyéndose con más fuerza como un homenaje diario a nuestro insigne maestro”. El programa Discotecas ajenas, que conducía don Bernardo, se sigue escuchando los sábados de 2 a 4 de la tarde, para delicia de sus seguidores.

Y la emisora de la Distrital, Laud 90.4 FM Estéreo, la última en llegar al dial bogotano, mezcla la actualidad nacional con la música latinoamericana; además combina un esquema mixto en el que los realizadores son estudiantes pero también profesores, como el exrector Ricardo García, que fundó un espacio de análisis de política nacional e internacional donde invita a expertos locales y visitantes.

El nacimiento de una nueva radio

La historia de la radio universitaria comienza con dos emisoras antioqueñas que siguen siendo emblemáticas en la región —siguen sin tener competencia— y acaparan un buen porcentaje de radioyentes en Medellín y su área metropolitana: la Emisora Cultural de la Universidad de  Foto Fredy Amariles

Antioquia, creada en 1933, y la Radio Bolivariana de la Universidad Pontificia Bolivariana, en 1948. Décadas después, el 7 de septiembre de 1977, nació Javeriana Estéreo, cuando era rector el padre Alfonso Borrero, quien inauguró las instalaciones de la emisora en el edificio Pablo VI, donde aún se encuentra.Jürgen Horlbeck, uno de sus primeros directores, afirmaba, en una de las revistas de Javeriana Estéreo, que al comienzo “la emisora tenía un formato educativo, para dar clase a distancia, aburrido, que no cabía dentro de la frecuencia modulada.” Tal vez por ello se reinventa, cada temporada, creando otros programas y poniéndose al día con las tendencias radiales del mundo en este género.

Sin ser universitaria, pero buscando convertirse en alternativa a la radio comercial, se fundó en 1940 la Radio Nacional, durante el gobierno liberal de Eduardo Santos, con el objetivo de transmitir cultura y educación, replicando el modelo de la BBC británica o de la RAI italiana. Durante épocas ha logrado congregar audiencias respetables. La actual administración está empeñada en volver a sus épocas doradas.

En este campo de las emisoras ‘cultas’ no se puede dejar de mencionar la HJCK, que es, sin duda alguna, la que más oyentes ha logrado desde 1950, cuando se creó. Ahora por internet tiene otro perfil. Hace unos años, Álvaro Castaño Castillo, su director y creador, dijo: “La sintonía en Colombia en el internet es menor, pero a cambio nos oyen en Japón, China, Australia. La gente acá todavía vacila, le parece una cosa muy rara, muy sideral, muy extraña, pero ahí se dará el diálogo con el mundo.”

Las emisoras universitarias en el país

Guillermo Gaviria, enamorado de la radio, uno de sus mayores conocedores y estudiosos, asegura que: “Las radios universitarias son más importantes en las regiones que en Bogotá. El impacto regional que puede tener, por ejemplo, la de la Universidad del Cauca, es muy significativo, porque es la única, en esa zona del país, con un modelo distinto al comercial. La de la Universidad de Nariño es también un buen ejemplo de este fenómeno. En Cartagena, otro botón de muestra, la radio universitaria viene ganando oyentes porque es la única con programación diferente y la única en donde la champeta, el merengue y el reguetón no son reyes. La de la Universidad del Norte es la única que programa música clásica en la Costa Caribe. Entonces, son emisoras que cuentan con otro nicho de audiencia. Son radios que cumplen un rol muy particular en las regiones. De ahí es que hacemos un estimado para decir que nuestros oyentes son más o menos un millón de personas.” Foto Fredy Amariles

A pesar de estos datos de importancia y sintonía, el único lugar del país en donde la radio universitaria es imperceptible en los estudios comerciales de sintonía es la Costa Caribe, pues sus audiencias son mínimas.

“No queremos formar compradores. Nos interesa el problema de la ciudadanía. Nos interesa formar ciudadanos que tengan la mayor autonomía posible”, afirma de manera categórica y orgullosa Guillermo Gaviria sobre las emisoras de las universidades.

El esfuerzo de quienes desde las distintas emisoras universitarias ofrecen una programación diversa, elaborada con cuidado y mucho respeto hacia su audiencia, merece respaldarse. Y, aun cuando no todos los proyectos de estas emisoras tienen un respaldo sólido de las entidades a las que pertenecen ni cuentan, en muchas oportunidades, con recursos suficientes que garanticen los mínimos para emisiones decorosas, bien vale la pena seguir apostando por esta radio que es una de las más gratas compañías. Como bien lo dice el profesor Gaviria: “La búsqueda de la identidad en la radio universitaria colombiana no ha concluido; por el contrario, apenas se inicia.”

Ojalá sigan creciendo la audiencia y la oferta, porque son muchas las universidades, como las de Los Andes, la del Rosario y el Externado, por nombrar sólo tres centros educativos de la capital, que no tienen representación en un espectro sonoro al que todavía le caben otras ofertas radiales.

Los radioescuchas tienen la palabra

“Una de mis emisoras favoritas es la radio de la Universidad Nacional”
María Teresa Herrán
Periodista, escritora, analista de medios.

UNanalisis, que escucho todos los días, tiene la ventaja de ser un puente entre lo teórico y lo real, con larga trayectoria y muy bien conducido. La radio comercial suele invitar a los mismos ‘expertos’. Por ejemplo, me reía el otro día escuchando a Salud Hernández o a Roy Barreras pontificando sobre el fallo de La Haya. UNanálisis da oportunidad a académicos modestos que se han quemado las pestañas en los temas. Programas inolvidables como uno dedicado a Negret, o qué significa para Colombia la crisis económica europea, o sobre lo ambiental no tratado como ‘moda’, o qué pretende la subasta del 4G, son aportes y no replican un esquema estéril de peleas.

“Cuando quiero oír música en la radio, siempre sintonizo las emisoras universitarias”
Gustavo Mauricio García, director de Icono Editorial y columnista de la revista Carrusel.

Ya sea de manera consciente, o incluso sin pretender buscar alguna en especial, termino por toparme con las emisoras universitarias en el dial porque, al parecer, compartimos los gustos musicales. Por lo general, no me pierdo Entre Libros, los Clásicos del rock, Brasil y jazz, de Javeriana Estéreo, ni LAUD en su salsa, de la Universidad Distrital de Bogotá. Sin embargo, cuando quiero oír noticias, me voy a las emisoras tradicionales de alto rating. Foto Manuel Rodríguez

“La banda sonora cuando trabajo es la música clásica de la emisora de la Tadeo” Arturo Guerrero, periodista, escritor, tallerista y columnista de El Colombiano.

Trabajo en casa. Leo y escribo. La banda sonora de esta vida simple es la música clásica de la emisora de la Tadeo. A veces ponen jazz y música de la que llaman ‘colombiana’. Y ópera, ¡puaj!, pero se aguanta. Cada media hora nombran anunciantes y toca desconectarse. Nada es perfecto. En la estación de la U. Nacional hay una joya: Tintos y tintas, del escritor y periodista Henry Posada. Entrevista a escritores y vibra con la palabra.

| Nota del editor *

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