Por: Daniel Rojas Chia
Desde el encuentro del rompimiento de la cotidianidad, hasta la dolorosa realidad en que se ha encontrado cruda y cruel, en una guerra desarmada y sangrienta, el director colombiano Nicolás Rincón Gille nos presenta una película llena de la dolorosa realidad nuestra, que en muchos casos evitamos mirar pero que ha estado allí desde hace décadas.
‘Muchas almas’ es un largometraje con muchos aciertos técnicos, actuaciones sensibles a esa realidad y grandes momentos de contemplación que nos adentran en esa realidad dolorosa que muchas veces, solo se ve, en una pantalla brillante.
La cinta nos invita a ser parte de un relato en el que el espectador se convierte en un testigo silencioso de una tragedia prestada por un humilde pescador y su valiente búsqueda de verdad lealtad y amor incondicional por su familia.
José, interpretado por el actor natural Arley de Jesús, es un viejo pescador que luego de regresar a su casa, después de una larga noche de trabajo, descubre que los paramilitares se llevaron a sus dos hijos, Dionisio y Rafael e inicia su búsqueda por el río.
En medio de un profundo dolor, José decide partir en su búsqueda porque quiere saber la verdad y entregarles por medio de su fe, la paz y la tranquilidad que Muchas almas no han podido tener. En un inicio la película parece ser una river-movie haciendo analogía a un género del cine como el road-movie donde la narración está construida por los trayectos del camino, pero en este caso es el río el que lo dicta.
Es encantador y poético que el cauce del río y su corriente sean los encargados de llevar al protagonista en su dolorosa búsqueda, marcándole a donde tiene que seguir, y entre más avanza, más peligrosa es su búsqueda.
La cinta inicia en una secuencia en la oscuridad donde se recrean todas las atrocidades de los grupos paramilitares y el miedo de la población a desaparecer un día y ser olvidado por siempre.
Al inicio se prepara al espectador para adentrarse en lo que la guerra en un país como Colombia ha transformado en una tierra gobernada por la violencia, la intimidación y el miedo. Pero el amor de un padre por sus hijos hace que todavía sea más valiosa su búsqueda en esa desarmada tierra marcada por el miedo y la indiferencia de la gente que nace y muere con miedo.
La gran presencia en la pantalla de Jose, con su actuación y su dolor, nos hace compartir su sufrimiento y rabia por lo sucedido en primeros planos estáticos, donde su inexpresión intenta explicarle al espectador que toda esa violencia se condensa en los huesos de quienes vivieron y viven la guerra por décadas, donde la devoción a sus hijos y la suerte, es lo único que lo acompaña en su búsqueda.
El director, a lo largo de la película, por medio de planos largos y bien desarrollados con la historia, en la que dirección de fotografía (Juan Sarmiento) construye poéticamente, contagiando al espectador de la desolación y el intimidante camino en el que se embarca su protagonista, pero también invitándonos a la reflexión de la misma.
Otro tipo de narraciones más fluidas nos avisa que viene algo a continuación y así sucesivamente hasta su conclusión. ‘Tantas almas’ propone que en cada plano el espectador encuentre una reflexión sobre esta realidad, así se venda como una ficción.
El paisaje y la naturalización de la violencia por parte de sus personajes impacta con las actuaciones de sus personajes creando picos de tención casi “tarantiniano” como cuando el jefe paramilitar obliga a comer a Jose más de lo que podría soportar, construyendo una tensión familiar a la del oficial Landa (El cazador de judíos) en el inicio de ‘Bastardos sin Gloria'(2009) de Quentin Tarantino.
En esta escena también se muestra cómo este grupo armado impone su poder en una región marcada por la pobreza, en alusión a la concentración de riqueza y de quien realmente gobierna muchas regiones del país donde el “Estado” prácticamente no existe, siendo evidente que en ningún momento de toda la cinta se manifiesta ni se muestra.
Cuanto más avanza la cinta, se crean lazos dentro de la narración y el dolor de Jose, la angustia es mayor en frente de los obstáculos que tiene que librar. El rostro por momentos inexpresivo de su protagonista nos traslada a cuando solo se ve afectado cuando encuentra a alguno de sus hijos.
La habilidad del director en dejar que el paisaje hable y se fusione con el cansancio y la tristeza de Jose, conmueve de maneras que se van concentrando en la narración, los sonidos que engrandecen el contexto y acercan a los sentidos aún más a los lugares, hacen que el gran trabajo del director y su equipo le regale, sin darse cuenta al espectador, un poco de dolor de país y esta película de ficción se compenetre con mucho cariño y respeto con las víctimas del conflicto en Colombia, en una construcción de memoria que todos debemos hacer existir diariamente, tanto que luego de ver la película, nos llevamos un pedazo de ella. (Como en el final de la cinta lo logra hacer su protagonista)