De san Mateo, cuyo nombre en hebreo, significa “don de Dios”, “a decir verdad, es casi imposible delinear completamente su figura, pues las noticias que tenemos sobre él son pocas e incompletas”. (Benedicto XVI, audiencia 30/08/06). Tenía como apelativo “el publicano” (Mt 10, 3), en quienes ven un ejemplo de avaricia. (Mt 5, 46)
Alguien podría objetar que «Jesús no tiene buen sentido para elegir a la gente, «¿por qué eligió entre muchas otras» a esta persona «de lo peor, de la nada, del lugar más despreciado?» (Francisco, misa Santa Marta, 21/09/2018). El evangelista Mateo “Era un publicano, es decir, un hombre corrupto, porque traicionó a su país por dinero. Un traidor a su gente: lo peor». Continuó: “Nosotros, siempre estamos acostumbrados a mirar los pecados de otros: mire esto, mire eso, mire ese otro, es más divertido hablar de los demás: parece ser algo hermoso”.
“Ante estas referencias, salta a la vista un dato: Jesús no excluye a nadie de su amistad. Por tanto, con la figura de Mateo, los Evangelios nos presentan una auténtica paradoja: quien se encuentra aparentemente más lejos de la santidad puede convertirse incluso en un modelo de acogida de la misericordia de Dios” (Benedicto XVI, audiencia 30/08/06)
La manera como distinguió Jesús a Mateo, lo relata su evangelio (9,9). Solo una mirada. «Pero ¿cómo era esta mirada de Jesús?», se interrogó el papa Francisco. La respuesta es que «no era una mirada mágica», porque Cristo «no era un especialista en hipnosis», sino algo muy distinto. Basta pensar en «cómo miraba a los enfermos y les curaba» (L’Osservatore Romano, ed. sem. n. 39, 27/09/2013) Es exactamente la historia de «Mateo, elegido por el servicio de cambio de divisas donde se pagaban los impuestos. Elegido desde abajo. Puesto en el lugar más alto. ¿Por qué? Por misericordia».
¿Qué experimentó Mateo en el llamado y después?
De momento, “se levantó y le siguió” (9, 9); “sintió algo fuerte, tan fuerte, hasta el punto de dejar el amor de su vida en la mesa: el dinero”, al cual estaba apegado.
Posteriormente, «¿Se vistió de lujo? ¿Comenzó a decir: “¿Yo soy el príncipe de los apóstoles, con vosotros”, con los apóstoles? ¿Aquí mando yo? ¡No! Trabajó toda su vida por el Evangelio, con mucha paciencia escribió el Evangelio en arameo», señaló el papa sudamericano.
San Mateo marcó la vida del papa Francisco, en su fiesta descubrió su llamado a la vida sacerdotal. El cree que todos nosotros en la vida hemos sentido la mirada que dirigió Jesús a Leví-Mateo, no una, sino muchas veces. Por esta razón, dijo que no hay que olvidar “la memoria, siempre, de nuestros orígenes, del lugar en el que el Señor me miró”. Señala como clave «tres palabras: un plan de misericordia, elegido—elegir, constituir».
La música y pintura han originado obras magistrales inspiradas en este evangelista. La Pasión según san Mateo de J.S. Bach (1685-1750) y el lienzo “La vocación de san Mateo” de Caravaggio (1571 1610), en donde el dedo de Jesús apunta a Mateo, que aún tiene las monedas de los impuestos en la mano.