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Sector de chatarrería y reciclaje afectado por disminución de precios

La chatarra es un insumo vital para la economía del país, porque se utiliza en industrias como la construcción y la fabricación de electrodomésticos. Este material reciclable contribuye a la producción de nuevos metales, ayuda a reducir el desperdicio y promueve una economía circular.

Por: María Paula Roa Castro

Sin embargo, en los últimos años el precio de la chatarra ha experimentado una caída significativa, lo que plantea serias preocupaciones para quienes dependen de la recolección y reciclaje. Este aspecto es crucial para el desarrollo del país, porque la chatarra ferrosa es un insumo esencial para la producción de acero, que a su vez es fundamental para la industria de Colombia.

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La chatarra se refiere a materiales desechados que son reciclables, principalmente metales, pero también puede incluir plásticos y componentes electrónicos. El mercado de chatarra ha evolucionado para convertirse en una fuente importante de materias primas para diversas industrias. A su vez, La demanda de metales reciclados ha sido impulsada por su menor costo en comparación con los metales finos y por las crecientes preocupaciones ambientales.

Esto pone en alerta a las bodegas de reciclaje, pues el precio de la chatarra ferrosa y del reciclaje ha experimentado una baja de precios de aproximadamente un 40%, pues mientras que mayo el precio promedio de un kilo ascendía a 1.200, en la actualidad se encuentra en 800 pesos y parece que todavía podría seguir bajando.

Un informe de la Asociación Nacional de Industriales  (ANDI) señala cómo los cambios del precio del acero afectan a la chatarra, pues cuando las fábricas de acero reducen su actividad, la necesidad de chatarra disminuye. Recientemente, varios factores han llevado a una desaceleración en la producción de acero, lo que ha afectado directamente la demanda de chatarra. Un aspecto clave a considerar es el incremento en los costos de transporte. La logística para trasladar chatarra de un sitio a otro se ha vuelto más cara, lo que reduce la rentabilidad del reciclaje. Ante estos altos costos, los recicladores suelen vender a precios más bajos, lo que impacta negativamente el mercado en general.

Por ejemplo, si los costos de transporte aumentan un 20%, los recicladores pueden verse obligados a vender la chatarra a precios más bajos, en promedio un 15% menos que el precio habitual. Este ciclo resulta en que menos aprovechamiento lleva a precios más bajos; por ejemplo, si el precio de la chatarra baja de $200 a $170 por tonelada, esto desincentiva su recolección y reciclaje. Mejorar la tasa de aprovechamiento podría beneficiar al medio ambiente y estabilizar y aumentar el valor de la chatarra en el mercado.

Las consecuencias del bajo precio de la chatarra son múltiples y variadas. Muchos recicladores y pequeñas empresas que dependen del comercio de chatarra están sufriendo pérdidas significativas. La caída en los ingresos puede llevar al cierre de negocios y a una reducción en las inversiones necesarias para modernizar infraestructuras relacionadas con el reciclaje.

Foto: Chatarra Ferrosa

Olga Zamora, propietaria de Flores Zamora, una bodega ubicada en la localidad de Kennedy relata: “La situación en nuestra chatarrería es muy difícil en este momento. Aunque hay días en que nuestros trabajadores independientes pueden ganarse el diario, hay otros en los que no sale nada, y eso es muy preocupante. La gente ya no está sacando el reciclaje como antes, lo que afecta directamente nuestro negocio. Esperamos que en los próximos meses suba el precio de la chatarra”.

En materia ambiental, el bajo precio puede tener efectos adversos sobre el reciclaje. Cuando los precios son bajos, hay menos incentivos para reciclar materiales; esto podría resultar en un aumento en los residuos sólidos si las personas optan por desechar productos en lugar de reciclarlos. La falta de motivación económica puede llevar a un círculo vicioso donde menos reciclaje significa más contaminación y más presión sobre los vertederos.

Geison Bohórquez, reciclador, explica: “El precio de los metales, ya sean ferrosos o no ferrosos, siempre va a depender de lo que las grandes chatarrerías estén pagando y de cuánto necesiten. La chatarra que traigo tiene que estar limpia, sin restos ni otros desechos, porque eso afecta el precio. Especialmente con materiales finos como el cobre, el aluminio y el hierro; si no están bien limpios, me pagan menos. Para mucha gente, la chatarra es solo basura, pero para mí y muchos otros, es una oportunidad para sacar unos pesos. Es un trabajo duro, pero cada kilo cuenta. La temporada de julio fue muy dura. La gente no sacaba su chatarra y se volvió difícil conseguir algo diario. Había días en los que apenas podía reunir 30.000 pesos, lo cual es complicado para cubrir mis gastos. aunque algunos lo vean como desecho, para nosotros es una forma de ganarnos la vida. La gente no sabe todo el esfuerzo que es traer unos kilos de chatarra, el proceso detrás de eso, es un trabajo que la gente rechaza y señala muy feo”.

Frente a este panorama desalentador, las iniciativas juegan un papel clave; incentivar el reciclaje y promover mejores prácticas pueden ayudar a estabilizar los precios. También es necesario fomentar una mayor educación y conciencia sobre los beneficios del reciclaje entre consumidores e industrias. Campañas informativas pueden ayudar a cambiar actitudes hacia el reciclaje y motivar a más personas a participar activamente en prácticas sostenibles.

El bajo precio de la chatarra afecta al mercado y trae repercusiones ambientales y sociales significativas. Fomentar un mercado sostenible requiere colaboración entre gobiernos, industrias y ciudadanos para asegurar un futuro donde el reciclaje no solo sea viable económicamente sino también esencial para la supervivencia ambiental.

La chatarra que se acumula en casa no es un estorbo: es una oportunidad para hacer algo positivo por el entorno y las finanzas de muchas familias. Cada pieza de metal, cada objeto olvidado puede tener un segundo uso valioso. Al sacar la chatarra de los hogares, las personas liberan espacio, y contribuyen a reducir la contaminación y el desperdicio. Ese viejo electrodoméstico, esos restos de construcción, pueden convertirse en nuevos materiales, cuya adecuada disposición ayuda a la economía circular. Además, reciclar, posibilita generar ingresos extras que sirven para suplir otras necesidades.

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: jorge.perez@uniminuto.edu

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