Bajo el argumento de defender la vida de los hombres jóvenes, se cumplen 25 años de insistencia para acabar con el servicio militar obligatorio.
La insistencia se ha hecho en especial por parte de organizaciones sociales que trabajan por el cumplimiento de los derechos humanos, en especial de chicos que nada tienen que ver con la guerra interna. Nada tienen que ver ni por gusto ni deseo, ni participación en un conflicto del cual Colombia intenta salir tras más de cincuenta años de confrontación con millones de víctimas.
El esfuerzo ha contado con el apoyo de algunas iglesias, destacándose la Menonita, bajo la dirección de Ricardo Esquivia, quien no ha cesado en su propósito, y menos aún en tiempos de paz como los que seguimos soñando muchos colombianos, al que podríamos acercarnos una vez firmados los acuerdos con las Farc, y la entrega de sus armas a la Organización de Derechos Humanos.
También se ha contado con el apoyo de algunos parlamentarios como el Representante por el Polo, Alirio Uribe, y el Senador liberal Luis Fernando Velasco. Y los logros, aún de manera lenta, avanzan.
No tan completa como la soñaron los gestores y aplaudimos muchos. El servicio militar obligatorio se mantendrá. Y la Objeción de Conciencia, que es un derecho humano aplicado y respetado en diversos países del mundo, aquí aumentó en razones, haciendo más difícil su cumplimiento.
Pero hay que agradecer la persistencia que llevó a aceptar algunas modificaciones, entre ellas, mejores condiciones en educación para los jóvenes soldados. El texto completo, que habría que leer con atención y comprensión, ya fue aprobado por el Parlamento legislativo y se encuentra listo para sanción presidencial.
Es cierto que falta. Falta aún. Pero insistimos en aplaudir los avances obtenidos tanto como la persistencia que los promotores anuncian en el audio del espacio radial Sintonízate con la Paz, de la Redprodepaz, Justapaz y las universidades Santo Tomás y Uniminuto.
El audio a continuación: