Por: Carlos Mario Mercado
Es tan grande el crecimiento urbanístico de Bogotá que, aunque las finanzas del sistema eran estables, tarde o temprano tendría problemáticas que no lo dejarían brillar como la mejor alternativa de transporte en Latinoamérica. La capital presenta una incierta situación desde hace varios años, pues el sistema ha tenido una decaída histórica en los últimos años por diferentes razones sociales, culturales, y económicas.
La mayoría de bogotanos no lo consideran un medio de transporte seguro y se sienten inconformes con la empresa Transmilenio. La iniciativa Bogotá Cómo Vamos ha alertado sobre un incremento en la percepción de inseguridad de los usuarios, mediante sondeos que destacan que, durante 2022 72% de las usuarias del sistema respondieron que se sienten inseguras en Transmilenio, y 65% de hombres encuestados manifestaron lo mismo.
Desde hace años el sistema presenta falencias de inseguridad que al pasar del tiempo ha creado la sensación de mal servicio entre los usuarios. De las 89.000 incautaciones de armas corto punzantes que efectuaron las autoridades en 2022, 20.000 se hallaron en TransMilenio S.A.
Para bien o para mal, esta problemática genera cambios en la entidad, que a lo largo de los años ha implicado gastos en seguridad que se han implementado en muchas estaciones, sin tener en cuenta el dinero que el sistema paga a la seguridad privada.
Si la población no siente seguridad en el sistema de transporte más grande de la ciudad, es claro el final, las personas inconformes dejaron de lado su ética y procedieron a adoptar una posición de protesta, que se refleja en el peor de los males de la entidad, los colados.
En 2021, la Universidad de Los Andes publicó un artículo en el que se estudió exactamente quiénes y cómo recurren a la táctica de evadir el pago de pasajes.
Según esta investigación: Algunos serpentean entre automóviles y buses articulados para colarse en las estaciones. Otros se arrastran por debajo de las registradoras y otros más acuden a cualquier peripecia para ahorrarse el valor del pasaje”.
Esta investigación también reveló que los colados más frecuentes son jóvenes, es decir, 90.4 % son menores de 40 años y 72.2 % menores de 28 años, el 67 % de estos no cuentan con formación profesional, en términos económicos, y cerca del 85 % gana menos de 800.000 pesos por mes.
Por lo menos 2 millones de personas se colaban semanalmente en 2021, según este análisis de la universidad, y los estudios de este año muestran que la situación cada vez es más crítica, tanto que la alcaldesa Claudia López indicó que en la búsqueda de salvar el sistema podría ocurrir la desfinanciación de proyectos sociales.
El incremento en las tarifas de Transmilenio al inicio de 2023 generó un debate entre los usuarios y las autoridades distritales, pues en los primeros días de enero el pasaje aumentó 300 pesos, y las entidades temen que el número de colados tenga un crecimiento considerable que siga afectando al sistema.
Aquí surge una pregunta de interés general: ¿Esta problemática viene de un problema social, cultural y/o económico? Luis Ángel Guzmán, director del Grupo de Sostenibilidad Urbana y Regional (SUR) e investigador, señaló en la misma nota de la universidad de Los Andes: “La evasión causa enormes pérdidas económicas a la ciudad, pero también influye negativamente en las percepciones de seguridad y calidad del sistema”.
Entre los trabajadores de TransMilenio este tipo de declaraciones causa revuelo, en particular porque son quienes observan a la ciudadanía que decide colarse.
Luisa Jiménez, trabajadora en programas de culturalidad y responsabilidad ciudadana en la estación Polo, señala: “Inevitablemente, podríamos esperar que se cree un círculo vicioso interminable por parte de la comunidad, ya que, el alza de precios solo causa peor percepción en la población que usa este método de transporte, y se hacen la pregunta ¿Por qué debería pagar $2.950 en un servicio tan miserable?”.
Para algunos, este planteamiento es cuestionable, para otros es completamente razonable si se tiene en cuenta que en países como Argentina el transporte público tiene un precio más asequible, pues con aproximadamente con 500 pesos colombianos se puede hacer un viaje de 3 a 6 kilómetros en Buenos Aires.
Estos planteamientos de los usuarios en contra de pagar el servicio es un problema de interés mayor en el Estado colombiano; es tan grave la situación y la caída económica del sistema, que a finales de agosto el presidente Gustavo Petro propuso la idea del transporte financiado con cobro a la factura de la luz.
Según el jefe de Estado, cada mes los usuarios pagarían una pequeña tarifa en su factura de electricidad, que les otorgaría el derecho de utilizar el transporte público de manera ilimitada, que se convertiría aparentemente, y realmente para muchos, en un servicio gratuito.
La ciudad cada vez implementa más opciones de seguridad anticolados en los portales y estaciones, lo cual hace ver lejano el desfalco de la institución, sin embargo, la problemática es grande, la crisis de la institución es algo que inevitablemente colapsaría la movilidad de la ciudad; es viable pensar en la nueva propuesta del presidente para tal vez tener un nuevo comienzo con la empresa TransMilenio.